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Llegar a los 100 años ya no es un sueño… ¿y ahora, qué?

STARSZA KOBIETA
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Paul de Maeyer - publicado el 04/10/18
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Los desafíos que plantea el aumento de la esperanza de vida

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El pasado 22 de julio fallecía, a la edad de 117 años, la persona más longeva del mundo. Se trata de la mujer japonesa Chiyo Miyako, residente en Yokohama, la capital de la prefectura de Kanagawa, en la isla de Honshū, al sur de la capital, Tokio.

Nacida el 2 de mayo del lejano 1901, Chiyo Miyako era llamada la “diosa” por sus familiares, y se había convertido el pasado abril en la mujer más anciana del planeta tras el fallecimiento de otra mujer japonesa, Nabi Tajima, que era hasta su muerte la última persona viva nacida aún en el siglo XIX [1].

Quien ostenta ahora el título de persona más longeva del planeta es de nuevo otra mujer japonesa. Se llama Kane Tanaka, tiene 115 años y vive en una casa para ancianos en Fukuoka, en la isla de Kyūshū. Tanaka nació el 2 de enero de 1903. También el hombre más anciano del mundo es japonés. Según el Ministerio de Salud, se llama Masazo Nonaka y vive en Ashoro, en la isla septentrional de Hokkaido. Acaba de cumplir 113 años.

Japón: tierra de ancianos

Aunque su población desciende — durante 2017 disminuyó por séptimo año consecutivo –, Japón es el país con el número más alto de mayores de 65 años del mundo, informa la agencia ANSA. Además, en el país del Sol Levante los mayores de 75 años son 17,4 millones sobre un total de 127,7 millones de habitantes. Sólo la isla de Okinawa, conocida también como la “tierra de los inmortales”, cuenta con centenares de centenarios.

Entre las explicaciones de esta extraordinaria longevidad sobresalen dos elementos. En primer lugar la dieta. En lugar de carne roja — a pesar de que la ternera de Kobe es considerada la mejor del mundo –, los japoneses prefieren el pescado, rico de ácidos grasos omega 3, fundamentales para la salud cardiovascular, y además alimentos como el tofu (conocido también como el “queso de soja“), las algas y los pulpos, que reducen el riesgo de desarrollar tumores y arterioesclerosis, subraya USAToday.

Otro elemento de explicación, prosigue la misma fuente, es el hecho de que el sistema sanitario japonés es uno de los más accesibles del mundo. El gobierno paga o reembolsa el 70% de todos los gastos médicos, un porcentaje que puede subir al 90% para los ciudadanos de renta baja.

¿Y Europa?

También algunos países del continente europeo gozan de un alto número de centenarios. Según el estudio Centenarians in Europe, lanzado el año pasado y basado en los datos del censo, en el transcurso de 2011 había en 32 países europeos 89.156 ciudadanos que tenían 100 o más años.

La relación o ratio de ultracentenarios era más alta en Francia, Italia y Grecia, mientras que en Bulgaria, Rumanía y Croacia era el más bajo. La gran mayoría  de ellos eran mujeres. La proporción de hombres entre los ultracentenarios era de hecho sólo el 16,5% del total, por tanto menos de la quinta parte, aunque con grandes variaciones: del 13% aproximadamente en países como Alemania, Letonia y Bélgica, al 37% en Hungría.

En Italia, la tierra por excelencia de los ultracentenarios es el Cilento, conocido no sólo por su mar limpísimo, sino también por ser la “patria” o “cuna” de la llamada “dieta mediterránea”. Situado en la región de la Campania, a sur de Salerno y de Battipaglia, el Cilento tiene más de trescientos ultracentenarios, una densidad que supera incluso la de la “estudiadísima” isla de Okinawa, excribe La Stampa. En Acciaroli la esperanza media de vida es de 85 años para los hombres y de 92 para las mujeres, continua el diario italiano.

Un estudio piloto llevado a cabo por científicos italianos y californianos ha puesto de manifiesto que los ultracentenarios de Cilento tienen bajos niveles hemáticos de adrenomedulina, una hormona de acción hipotensiva, que garantiza “una buena irrigación sanguínea de los órganos y de los músculos”, così ha spiegato il professor Salvatore Di Somma, dell’Università “La Sapienza” a Roma.

Esperanza de vida

El incremento del número de ultracentenarios en Europa es fruto del aumento de la esperanza de vida. Según los datos de la agencia europea de estadística, Eurostat, se sabe que de 2000 a 2015 la esperanza de vida al nacer aumentó 2,9 años en los 28 países miembros de la Unión Europea, de 77,7 a 80,6 años, con un incremento de 2,4 años para las mujeres y de 3,4 para los hombres.

Aunque entre 2014 y 2015 se registraba en Europa un pequeño descenso — de los 80,9 a los 80,6 años de media (para las mujeres de 83,6 a 83,3 años, mientras que para los hombres de 78,1 a los 77,9 años) –, en el periodo 2010-2015 la esperanza de vida al nacer subió en los tres países europeos con mayor ratio de ultracentenarios: de 81,8 a 82,4 años en Francia, de 82,2 a 82,7 años en Italia y de 80,6 a 81,1 años en Grecia.

En lo que respecta a la esperanza de vida a los 65 años (es decir, el número medio de años que quedan por vivir a una persona al alcanzar los 65 años), variaba en 2015 de los 14 años en Bulgaria a los 19,4 años en Francia para los hombres, y de 17,6 años en Bulgaria a los 23,5 años en Francia para las mujeres, según muestran los datos de Eurostat.

Los retos

Como observa el diario español El País en un artículo publicado el domingo 12 de agosto, la mayor esperanza de vida, “compartida por cada vez más personas”, es celebrada por la comunidad científica como “un hito en la batalla de la humanidad contra la muerte”. Pero plantea también muchas cuestiones, prosigue el diario, como por ejemplo las desigualdades y la soledad, “dos males especialmente asociados a esta edad”.

De hecho, ha causado impacto la noticia de que, precisamente en Japón, un número creciente de ancianos comete pequeños delitos, con la esperanza de ser arrestados y pasar un tiempo en la cárcel. De 1980 a 2015, explica el sitio Blastingnews, el número de ancianos que vivían solos aumentó en Japón más de seis veces, hasta alcanzar casi seis millones. Durante las dos últimas décadas, la tasa de criminalidad entre los ancianos casi se ha cuadruplicado en el País del Sol Levante, y una mujer de cada cinco que ha acabado en la cárcel tiene el “pelo blanco”, prosigue la fuente.

Es conocido el impacto del aumento de la esperanza de vida en los entes de asistencia pública, que tienen que otorgar pensiones a un número de personas siempre creciente (y cada vez más longevas) respecto a quienes pagan las contribuciones. Para hacerse una idea: en los años 50 del siglo XX había 205 millones de personas mayores de 60 años en el mundo. En el 2050 en cambio serán 2.100 millones, advierte El País.

Por tanto, elevar la edad de jubilación tiene una “lógica demográfica”, sostiene el experto español Antonio Abellán, y además, en algunos lugares, por ejemplo en el País Vasco y en Finlandia, se ha introducido una nueva forma de subsidio básico o “renta mínima universal”. El nuevo gobierno italiano está planteándose una iniciativa similar a la vasca, llamada “renta de ciudadanía”, mientras que Finlandia ya ha decidido que no renovará el proyecto puesto en marcha en 2017.

Además, aunque muchos mayores de 65 años quisieran seguir trabajando después de la pensión – el 57% según un sondeo realizado por el grupo holandés Aegon, activo en el sector de las aseguradoras de vida y pensiones –, muchos son expulsados del mercado de trabajo antes de llegar a la edad de jubilación. Como señala El País, el desempleo aumenta entre los mayores de 50 años, y encontrar un nuevo empleo resulta más difícil para esta franja de edad.

Contra la cultura del descarte

Por tanto, si para muchos ancianos la “vejez” se presenta como una especie de “tierra desconocida”, una cosa parece cierta, sugiere el diario español, citando una famosa frase del Leviatán (1651) del filósofo inglés Thomas Hobbes: si hay algo peor que una vida “solitaria, miserable, desagradable, brutal y breve” es precisamente vivir una vida solitaria, miserable, desagradable, brutal y… larga.

Los ancianos, cada vez más longevos, corren el riesgo de terminar como producto de descarte de una sociedad “programada sobre la eficiencia”, advertía el papa Francisco durante la audiencia general del miércoles 4 de marzo de 2015.

“Una cultura de la ganancia insiste en presentar a los ancianos como un peso, un ‘estorbo’. No sólo no producen, piensa esta cultura, sino que son una carga”, y por tanto “se descartan”, decía el Pontífice. “En una civilización en la que no hay sitio para los ancianos o se los descarta porque crean problemas, esta sociedad lleva consigo el virus de la muerte”, añadió. “Si no aprendemos a tratar bien a los ancianos, así nos tratarán a nosotros”.

*

1] Habiendo nacido según fuentes japonesas el 4 de agosto del año 1900, Nabi Tajima pertenecía aún al siglo XIX, que comenzaba el 1 de enero de 1801 y concluía el 31 de diciembre de 1900.

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