Cientos de miles de argentinos en la Peregrinación Anual Juvenil al Santuario de la Basílica de Luján
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Eva y Mario dedican un día del año a caminar. No caminan solos. Los acompañan cientos de miles de argentinos. Y la imagen cabecera de la Virgen de Luján. Son dos de los pioneros, dos de los que iniciaron la manifestación más masiva de la fe de los porteños y bonaerenses en la Peregrinación Anual Juvenil al Santuario de la Basílica de Luján.
La juventud del peregrino, lo encarnan ellos y otros tantos, es absolutamente anecdótica. Desde jóvenes secundarios, hasta abuelos que van “hasta donde dé”, pasando por parejas de novios, matrimonios jóvenes, grupos de amigos, familias enteras, padres e hijos, hermanos, y los que así haya que caminar sin compañía directa, se ponen marcha.
Nunca nadie camina solo. La inmensa labor de acompañamiento de cientos de generosos argentinos que apoyan con maté cocido, frutas, sus conocimientos de enfermería, médicos, todos disponibles en cada una de las postas a lo largo de los casi 60 kilómetros es casi conmovedora como el sacrificio de los peregrinos. También los sacerdotes, que cuentan que en cada peregrinación son miles los que se acercan nuevamente a Dios, se reconcilian, se confiesan, se quiebran para poder rearmarse y emprender el camino.
Todos son “Postas del Camino”. Entre ellas, la primera posta para los que parten desde el Santuario de San Cayetano en Liniers, es Morón. Allí también está la Carpa de la Palabra, que desde la Pastoral Bíblica sirve al peregrino, y confirma que pese a lo que se suele decir, la peregrinación es un acto de fe puramente cristiano; no es meramente un rito popular. El pueblo camina a María porque se siente hijo suyo.
En esta ciudad de Morón María del Buen Viaje saluda a los peregrinos desde su catedral. Este año, justo un día después de su celebración. El encuentro de peregrinos y los que los apoyan desde la vera del camino es especialmente emocionante cuando quienes portan la imagen cabecera de la Virgen la acercan hasta los pies de Nuestra Señora del Buen Viaje, y las comunidades peregrinas y las “postas del camino” se abrazan, agradecen, hermanan.
Justamente el lema de la peregrinación hace referencia a la hermandad: “Madre, danos fuerza para unirnos como hermanos”. No parece difícil en el camino ese anhelo, ya que pobres y ricos caminan con la misma humildad hasta los pies de María. El desafío estará después, en una Argentina cruzada por una brecha social, económica, e ideológica. Pero peregrinando, todos van por la misma ruta, todos son hermanos. Todos son hijos de María, lujaneros.