Ocurre casi cada día al volver del cole, enfados, gritos, llantos… Uno ya no sabe qué hacer. Aquí algunos consejos que espero que te ayuden
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Atrás quedaron las épocas de rabietas o pataletas, sin embargo, hay niños en edad escolar que siguen mostrando poca capacidad para manejar sus emociones. Puede ser que se molesten por pequeñas cosas, o que tengan poca empatía y paciencia con sus hermanos o familiares. ¿Qué hacer con un niño que casi siempre está enfadado?
En primer lugar, debemos tener cuidado de no encasillarlo. Muchos padres pueden sentir la tentación de mostrarle con humor su enfado y decirle cosas como: “Siempre estás de mal humor”, o “Eres el gruñón de la casa”. Estas palabras pueden hacer creer al niño que él efectivamente es así, y que no tiene solución. Encasillar al niño o estereotiparlo siempre genera en él una dificultad añadida para salir de esa conducta.
En segundo lugar, debemos evitar condicionar nuestro cariño a estas conductas. Sabemos que a veces es difícil tratarlo y que es mucho más agradable cuando te viene y te da un abrazo. Sin embargo, cuando durante una época muestra enfado o molestia ante todo, es crucial expresarle nuestro afecto. Precisamente es en estos momentos cuando hemos de dejarle claro que su familia le quiere y le querrá SIEMPRE, sin importar sus defectos y virtudes. Será a partir de ese amor incondicional que podremos ayudarle a mejorar día a día.
En muchos casos estos niños son más susceptibles ante las miradas, conductas o bromas de los demás, y esto pasa porque son muy sensibles y lo toman como un ataque directo hacia ellos. Esto provoca que reaccionen impulsivamente ante las acciones de los demás. Para ir a la raíz del asunto debemos enseñar al niño a salir un poco de sí mismo: el hermanito llora, no para molestarlo a él sino porque no sabe comunicarse de otra manera; o el papá no pudo llevarla a tiempo al cumpleaños de su amiga, no para que ella fuera impuntual sino que tenía que resolver algunos problemas antes de salir.
Es importante ayudarle a despersonalizar estos episodios que les sacan de sus casillas porque le permitirá quitarle importancia y saber que, aunque es normal que algunas cosas les molesten, no van en contra de él directamente.
Es importante enseñarles la diferencia entre sentir, y cómo actuamos ante lo que sentimos. Si es un niño susceptible, probablemente va a tener toda la vida una sensibilidad especial ante ciertas cosas. Sin embargo, es vital que entienda que, aunque las emociones no las podemos controlar, si podemos controlar cómo actuamos al sentir estas emociones.
Es válido sentir molestia ante los juegos de un hermano, pero gritarle o tratarlo mal es algo que si podemos manejar y que no se justifica. Para esto debemos enseñarle técnicas que le permitan apartarse de la situación para no reaccionar impulsivamente ante algo que les molesta:
- contar hasta 10
- retirarse a su habitación respirar hondo
- repetir algunas palabras que le tranquilicen
Lo importante es que los ayudemos en este proceso de reconocer sus emociones y de saber controlar los impulsos.
La empatía es un buen método para ayudarle a entender a los demás y salir de sí mismo. Aprender a ponerse en el lugar de los demás y pensar en cómo se sentiría él ante determinada situación le permitirá quitar el enfoque de sí mismo y ser más compasivo y comprensivo.
Finalmente debemos también aprender a darle espacio. Es comprensible que queramos que nuestros hijos sean un saco de virtudes, que siempre estén contentos y que sean amables con los demás. Pero la realidad es que, como nosotros, ellos también tienen sus defectos y lo bueno es que nos tienen a nosotros para ayudarles a conocerse y a mejorar. Es importante respetar sus espacios y enseñarles que, con voluntad somos capaces de mejorar hasta el peor de los caracteres.