Un vistazo al origen de las clásicas túnicas marrones de los franciscanos
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Como dicta el derecho canónico, todas las numerosas órdenes religiosas que existen dentro de la Iglesia católica llevan su propio atuendo distintivo, según las costumbres y leyes de su institución.
Aunque a veces pueda resultar difícil estar al tanto de todos los detalles, las túnicas religiosas más reconocibles quizás sean las gruesas marrones que visten los frailes franciscanos, que suelen ir atadas con un cordón de tres nudos y acompañadas de unas sandalias. Podemos reconocer las túnicas de unos franciscanos a 100 metros de distancia, pero, ¿cómo llegó el marrón a ser el color normativo de su orden?
Vivir con sencillez
Los frailes franciscanos viven su vida en solidaridad con los pobres, asumiendo votos de pobreza y viviendo con pocas posesiones. La Regla de san Francisco no prescribe ningún color particular para la orden, pero sí invita a sus miembros a llevar “ropas humildes”, a vestirse “con hábitos viles”. Los franciscanos sirven al pobre a su mismo nivel y no ayudaría a su misión ir vestidos con ropas finas mientras sirven al desprovisto.
Los tonos tierra reflejan el cuerpo terrenal
Toda orden que asume un voto de pobreza lo hace para demostrar que las posesiones no son lo que nos define y para seguir las palabras de Cristo en Mateo 19,21:
“Si quieres ser perfecto, ─le dijo Jesús─, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
OFM.org, sitio web oficial de la Ordo Fratrum Minorum, cita a un biógrafo que menciona la admiración de san Francisco por la alondra común, sugiriendo que el marrón refleja la vida terrenal y las obras de la orden para aliviar el sufrimiento mundano:
“Su plumaje es de color tierra. Ella da a los religiosos el ejemplo de que no deben tener hábitos elegantes y finos, sino de color mortecino, como la tierra”.
Al principio, marrón es todo lo que tenían
San Francisco inició su orden hace unos 809 años, en 1209. En aquel entonces, los campesinos suministraban de túnicas a los hermanos, unos aldeanos por cierto que, a menudo, no eran mucho más ricos que los franciscanos. Los colores más comunes que usaba la clase campesina de la Edad Media eran diferentes tonos de gris y marrón, dependiendo del origen de la lana empleada. La tela sin teñir era la más barata disponible. La túnica que llevó san Francisco conservada en la basílica de Nuestra Señora de los Ángeles es gris. Los franciscanos, cuya ropa debe ser funcional y duradera, no se preocuparon por el color, pero a medida que su influencia crecía, el marrón simplemente se convirtió en “su color”.
El color servía también a otro propósito. Cuando la orden comenzó, los hermanos vivían entre los leprosos en la colonia de Rivo Torto, cerca de Asís, y pasaban gran parte de su tiempo escalando la región montañosa de Umbría con el fin de aliviar a los necesitados. Los frailes a menudo dormían en la tierra, por lo que el color marrón era útil para ayudarles a mantener un aspecto relativamente limpio.
Los Frailes Franciscanos de la Renovación, una rama más reciente de los seguidores de Francisco, son conocidos por sus hábitos grises.
El cinturón
Otro rasgo distintivo de la vestimenta franciscana es el cinturón, un largo cordón con tres nudos atados que se lleva alrededor de la cintura. Mientras el cinturón ayuda de verdad a mantener las túnicas cerradas en los días ventosos, los tres nudos representan la Pobreza, la Castidad y la Obediencia, las tres piedras angulares de la Orden Franciscana.
El capucho
Aunque la mayoría de los hábitos franciscanos tienen un capucho adherido, una rama franciscana se distingue por la longitud de estos capuchos. Los franciscanos capuchinos reciben su nombre de este rasgo distintivo y, a su vez, han dado nombre al mono capuchino (que parece llevar capucha) y al cappuccino, la bebida de café que imita la coloración del hábito franciscano.