El matrimonio es una decisión con consecuencias tan importantes en la vida de los contrayentes que solo puede surgir desde la libertad. Desde esta aproximación se puede entender mejor qué es un matrimonio nulo.Cuando una pareja de novios decide casarse, lo deseable es poder alegrarse de su decisión; pero con frecuencia solo nos fijamos en la celebración y no damos importancia suficiente al hecho de que el matrimonio es mucho más que la boda y esta decisión, casarse, va a cambiar sus vidas. Por la relevancia de las consecuencias que tiene, es importante que esa voluntad que manifiestan (de unirse en matrimonio) responda a la verdad de lo que quieren vivir.
Porque el matrimonio es una cuestión de libertad. Casarse implica elegir a una persona para compartir la vida en una unión de amor; pero, además, supone optar por una forma concreta de vivir esa unión ya que el matrimonio tiene unas características especiales que lo distinguen de otras formas de relación amorosa.
En ocasiones, hay circunstancias personales que limitan la libertad; por ejemplo, dificultades psicológicas que nos dificultan ser dueños de nuestras decisiones, dejándonos llevar por impulsos o miedos que no podemos resistir. Otras veces son circunstancias o presiones externas las que llevan a una persona a hacer algo que, realmente, no quiere; incluso en ocasiones puede haber algún hecho o circunstancia que se nos ha ocultado y que, de haberse conocido, nos habría llevado a decidir no casarnos.
Hemos dicho que casarse implica, además, elegir una forma de unión con unas características especiales: el matrimonio es querer vivir un amor fiel, fecundo y para siempre, siendo una sola carne en los días buenos y en los malos.
Si uno de los contrayentes (o los dos) no quiere una unión así y prefiere una relación que, por ejemplo, se pueda romper o esté abierta a relaciones con otras personas, realmente no quiere el matrimonio: aunque lo esté diciendo con los labios, la verdad es que su voluntad, su decisión libre, su “sí” es a otro tipo de unión.
En este punto es donde podemos entender qué es la nulidad de matrimonio. Solo la decisión libre, consciente y voluntaria de ambos contrayentes puede dar origen al matrimonio entre ellos.
Si hay alguna circunstancia que les impide elegirlo libremente o si realmente quieren una unión desprovista de alguna de las características del matrimonio, el matrimonio no surge. Aunque aparentemente se hayan casado, en realidad no lo han hecho.
Casi todos los sistemas legales regulan la nulidad del matrimonio: también la Iglesia Católica afirma que una persona solo se casa si realmente quiere casarse. Y eso implica:
- que nadie puede decidir por ti que estás casado
- que nadie puede decidir por ti qué tipo de unión quieres.
Y este respeto a la libertad personal es tan fuerte que, en la Iglesia, las cosas no cambian por el simple paso del tiempo: si te has casado, estás casado. Pero si realmente no te has casado, no pasas a estarlo por el paso del tiempo.
Ahora bien, como lo que consta ante la ley (civil y/o eclesiástica) es que los contrayentes dijeron “sí, quiero contraer matrimonio; sí, vengo libremente”, lo que en principio consta es la existencia de un matrimonio válido.
En caso de considerar que hay motivos suficientes por los que no es así, es necesario acudir a un proceso para solicitar que se declare nulo y probar esos motivos.
Cuando escuchamos hablar de los procesos de nulidad de matrimonio, muchas veces nos cuesta entenderlo.
Es verdad que no en todos los casos de separación o divorcio hay causas que hacen nulo el matrimonio; pero si conociéramos más de cerca la realidad que han vivido las personas que inician un proceso de este tipo, comprenderíamos que las cosas muchas veces no son como parecen; y que conocer la verdad de la situación personal en la que uno se encuentra puede ser una ayuda para curar las heridas de una ruptura y poder afrontar el futuro desde la verdad.
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María Álvarez de las Asturias es fundadora del Instituto Coincidir, especializado en el asesoramiento personal y familiar