Sus piezas son cada vez más famosas, gracias a un dedicado trabajo que comparte con el de barista, mientras estudia arquitectura en Buenos Aires. Ahora sonríe lejos del gas lacrimógeno y la represión con las que se apagaron las vidas de muchos jovencitos como ella en Venezuela
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En su país natal ya no sirven porque la hiperinflación destruye tan rápidamente su valor, que resulta más caro el papel en que se imprimen que el monto en ellos indicado. Pero los billetes venezolanos son también un lienzo de gran calidad para plasmar arte, y se convierten de este modo en una forma innovadora de rendir honor a nuestras raíces y tradiciones.
Karina vive en Argentina, donde obtiene algunos recursos económicos gracias a su peculiar emprendimiento, el cual le ayuda a llevar una vida modesta y pagar sus costosos estudios en el país que la recibió tras partir de Venezuela durante las protestas del año 2014.
“Tengo dos años acá. Soy de Caracas. Intento mezclar el realismo y ciertas características sobresalientes de los personajes que ilustro”, dice animada durante su entrevista con Aleteia para hablar de sus cotizados billetes.
En ellos encontró espacio el rostro de Armando Reverón, el famoso pintor y creador venezolano, cuyas obras llenan varias de las desgastadas paredes del Metro de Caracas. Precursor del Arte Povera, el artista criollo es considerado uno de los más importantes del siglo XX en América Latina.
Aunque un total desconocido para muchos pese a la película que en su honor produjo el cine nacional, Reverón fue pionero del Happening, del Ensamblaje artístico, de la Instalación e Intervención, de la escultura textil y del Móvil.
Y es que la obra del “Loco de Macuto” fue reconocida por grandes personajes como Pablo Picasso, Margot Benacerraf, Fernando Botero o su connacional Sofía Ímber. Quizá por ello, en 2007 el Museo de Arte Moderno (Museum of Modern Art, situado en el Midtown de Manhattan – Nueva York, EEUU) le dedicó una retrospectiva.
En el arte de Karina hay espacio para Reverón, pero también para figuras tan queridas como Simón Díaz, el “Tío” más apreciado de Venezuela: cantante, músico, compositor, poeta, humorista, caricaturista y empresario que dio vida a Caballo Viejo, y quien el Grammy rindió homenaje por su impecable trayectoria.
Las piezas de la jovencita venezolana se inspiran también en las de Salvador Dalí, las de Van Gogh. “¡…Y así!”, concluye con sencillez la dama al hablar de algunos de los materiales que forman parte de su cada vez más cotizado trabajo.
“El billete de 100 es mi favorito”
“¡Tengo un montón de todas las denominaciones!”, señala al referirse al tipo de billete en el que pinta. “Pero tengo muchos de 100 (bolívares fuertes, que no alcanzan actualmente ni para pagar un viaje en el transporte público, o un caramelo); y me llama la atención que fueron los billetes de más alta denominación que dejé cuando me fui de Venezuela. ¡Es mí favorito!”
Sin embargo, el comienzo no fue ni bonito ni fácil. Actualmente, “ya que cuando empecé esto (2014-15): la gente me decía muchas cosas feas por usar los billetes cómo lienzo (pues en ese entonces sí servían, sí se podía comprar algo con ellos)”.
Actualmente “la receptividad, va ¡a mil! Muchísimas personas me regalan billetes para ilustrarlos. Eso es algo que me encanta”, dice.
Tiene 21 años de edad. Así que cuando salió de Venezuela no contaba aún con la mayoría. Eran tiempos complejos en la nación sudamericana, especialmente en Táchira, el fronterizo estado que se hizo famoso en el planeta por las encendidas protestas y las barricadas que detuvieron mucho más que la región.
“Los argentinos son un amor”
Lo hace por pasión, pero también por los ingresos para ayudar a su familia, que aún vive en la Venezuela de Nicolás Maduro. “Es mitad y mitad. Tengo mí trabajo estable pero también vivo de esto”, dice a jovencita que reparte su tiempo con una labor de barista.
“Terminé acá porque siempre me gustó el país, lo había visitado en el 2013 y quedé enamorada. Me encanta la cultura de acá, la música sobre todo. Además que los papeles fueron súper sencillos de sacar en esa oportunidad”.
Se siente agradecida con Dios y con la vida, porque hace lo que le apasiona y gana algo de dinero con ello. “Estudio arquitectura en la universidad de Buenos Aires” y trato de plasmar en los billetes: “personas o lugares que marcaron algo importante en la historia o en el arte”.
Ahora pinta también surrealismo, uno muy distinto de las realidades que vivió en su país. “¡Yo viví todas las protestas en Venezuela. Y sí, tragué muchísimo gas. Sé bien lo que es eso”, recuerda conmovida…
Pero a renglón seguido indica: “Los argentinos son un amor. Siempre me dieron la bienvenida (a pesar de tener pocos años acá) y me dicen que todos los venezolanos somos trabajadores, preparados y buena gente. ¡Es lindo!”.
La Venezuela de las tanquetas…
Sus tiempos son diferentes ahora. No exentos de dificultades, pero muy distantes y distintos de los tiempos en que “sacaron muchas tanquetas por Chacao (importante municipio de Miranda en Venezuela)”.
El impacto de lo vivido antes y después de partir del país le ayudaron a pintar “realismo y rostros”, pues confiesa: “Me encanta capturar la esencia de los personajes que hago a través del papel”.
“El proceso de formación de un rostro es genial, parte del rostro de atrás (del billete), del cual transformo. Es una metamorfosis súper interesante”.
¡¿Qué siente al transformar y darle valor a un billete que en tu país ya no vale nada?!
-Siento una gran responsabilidad, pero también un honor.
Los billetes venezolanos son de muy buena calidad. El material es buenísimo. Entonces hay que saberlo usar. Pero va más allá del lienzo…
Y asumo una enorme responsabilidad porque debo enaltecer y darle valor a lo que ya no tiene valor. Entonces, si lo haré: ¡debo hacerlo bien!
¿Qué le pide a Dios y qué le agradece?
-Le pido siempre cuidar de mi familia y todos los míos, que siguen viviendo en Venezuela.
Le agradezco cada segundo por todo lo que tengo y por brindarme en medio de las dificultades: lo que parecen pequeños detalles y resultan siempre gigantes…