Aumenta el número de mujeres embarazadas que huyen de Venezuela para buscar adecuada atención médica. Sus hijos nacidos en hospitales colombianos no tienen nacionalidad definidaLas cifras oficiales son preocupantes: más de 8.000 mujeres embarazadas procedentes de Venezuela ingresaron en los últimos meses a Colombia para recibir servicios médicos gratuitos porque en su país, ellas y sus bebés podrían morir.
Según Migración Colombia, el organismo de la Cancillería que ejerce el control migratorio en el país, entre abril y junio de 2018, entraron por diferentes lugares 8.209 mujeres en estado de gestación. No obstante, otras instituciones no oficiales y algunas ONG consideran que esta cifra puede ser mayor por cuanto se trata del registro de quienes entraron formalmente al país y en el cual no se incluye a las mujeres que ingresaron de manera irregular.
El registro del Gobierno también señala que de las 8.209 venezolanas en embarazo, 6.304 no tuvieron ningún control prenatal en su país. Esto significa que fueron atendidas por ginecobstetras solo cuando ingresaron a territorio colombiano. De igual manera, sus bebés fueron monitoreados por especialistas colombianos tan pronto se presentaron en hospitales públicos que por disposición de la Corte Constitucional están obligados a atender a los refugiados venezolanos sin tener en cuenta su estatus migratorio.
Este es el caso de Mayerly Concha Rodríguez, una mujer con seis meses de embarazo que viajó desde Ciudad Valera hasta Cúcuta para ser atendida por primera vez en su vida por un especialista. En entrevista con Aleteia esta joven de 20 años dijo que en su ciudad nunca pudo ir a control porque no tenía seguridad social por parte del Estado venezolano ni dinero para pagar un médico particular.
“En Colombia, sin documentos, ni familia ni un empleo, me atendieron como si fuera colombiana. En el hospital me dijeron que pese a mi desnutrición y al estrés por el desplazamiento y la incertidumbre, porque allá quedó mi familia aguantando hambre, el bebé nacerá sin complicación alguna”, recalcó Mayerly. Ella, que trabaja vendiendo bolsas plásticas para la basura en las calles de Cúcuta, espera a su hijo en uno de los albergues establecidos en Villa del Rosario, una pequeña ciudad cercana a la frontera con Venezuela.
Aunque el número de mujeres atendidas sigue creciendo —especialmente en Bogotá, Santa Marta, Barranquilla y Riohacha— la ciudad con mayor número de recién nacidos de origen venezolano es Cúcuta, al oriente de Colombia. De acuerdo con reportes del Hospital Universitario Erasmo Meoz, en esa institución gubernamental nacieron en septiembre 554 niños, de los cuales 353 son hijos de venezolanos.
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Norberto García, coordinador del área de ginecología y obstetricia del Erasmo Meoz dijo al diario La Opinión que el aumento de maternas ha disparado los presupuestos del hospital, hasta el punto de que la institución está a las puertas de una crisis financiera que no ha sido atendida por el Gobierno. Según este médico, los problemas económicos son mayores porque la mayoría de las mujeres llegan “con complicaciones asociadas que ponen en alto riesgo la vida de los bebés, muchos de los cuales deben ser trasladados a urgencias pediátricas y sus madres remitidas a cuidados intensivos”. Adicionalmente, la mayoría de los niños no reciben atención complementaria en salud y alimentación en las semanas posteriores a su nacimiento y muchos de ellos han padecido enfermedades como gastroenteritis y resfriados severos.
Niños sin patria
Los miles de niños hijos de padres provenientes de Venezuela no son —de momento— venezolanos ni colombianos, es decir, son apátridas. Esta situación se debe a que, según la ley, la nacionalidad solo se adquiere si uno de los padres es colombiano o cuando siendo extranjeros, uno de ellos está domiciliado legalmente en Colombia. Por tanto, la posibilidad de que un hijo de venezolanos nacido en Colombia tenga la nacionalidad colombiana, depende del estatus migratorio de sus progenitores, es decir, deben tener residencia en el país y expresar el ánimo de permanecer en el mismo, una condición jurídica que muchos migrantes venezolanos no tienen.
El reconocimiento de la nacionalidad se dificulta debido a las condiciones en que los padres llegaron y se establecieron en este país. Según las autoridades migratorias colombianas lo normal es que a los recién nacidos se les otorgue un certificado de nacimiento con el cual sus padres pueden ir a un consulado venezolano para que se le expidan los respectivos documentos de nacionalidad. Sin embargo, ese proceso es entorpecido por los cónsules venezolanos que se niegan a entregar los papeles o demoran hasta dos años la expedición de los pasaportes y otros documentos.
De esta manera, los padres de los bebés quedan bloqueados porque, además de no querer regresar a Venezuela, muchos no pueden salir de Colombia con sus hijos porque estos no tienen documento alguno que acredite su nacionalidad. Su condición de apátridas hace que los niños no sean reconocidos por ningún Estado, que nadie les garantice sus derechos y que no puedan acceder a servicios públicos como la salud y la educación. Como dijo un diplomático a Aleteia, “es como si esos niños no existieran para el mundo ni la sociedad”.
La diáspora venezolana es tan preocupante que el canciller colombiano Carlos Holmes Trujillo adviritió recientemente que “estamos viviendo el impacto de una crisis de gran magnitud que tiene una dimensión regional y una dimensión global”. Por su parte, Eduardo Stein, representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), visitó la zona fronteriza y elogió la manera como los países vecinos “han reaccionado con niveles de solidaridad poco vistos en otras regiones del mundo con fenómenos migratorios masivos muy parecidos”.