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¿Existe realmente el instinto maternal o es una creación cultural?

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Dolors Massot - publicado el 22/10/18
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La psicóloga Patricia Diez Deustua explica las claves con las que la mujer desarrolla la maternidad.

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Hay mamás cariñosas, preocuponas, mamás que se comportan como una gallina clueca con sus pollitos, mamás-sargento, mujeres “poco femeninas”… Podemos ver madres de muchos tipos, unas más atentas a los pequeños que otras, y en las últimas décadas, la pregunta se ha extendido: “¿Existe realmente el instinto maternal en la mujer? ¿Es algo que nos viene genéticamente dado?”.

La duda es lógica, porque una fuerte corriente asegura que la mujer llega a la maternidad solo por vía de rol social, de lo que la sociedad le ha asignado como papel fundamental.

Entonces, ¿la mujer tiende a la maternidad por instinto y genética o por educación y cultura?

Todavía podemos hacernos una pregunta más: ¿Y si fuera una combinación de ambas, de genética y de educación?

La psicóloga Patricia Diez Deustua, profesora de la Universitat Internacional de Catalunya, explica que “el instinto es una conducta reactiva del animal que se da para la supervivencia. Es común a toda la especie y compromete a todo el organismo”. Estas características se dan en el caso de la maternidad en la mujer, de modo que sí hay un instinto de maternidad que hace que la especie no se extinga.

Sin embargo, precisa Diez, “así como la conducta animal es propiamente instintiva, en el ser humano nuestro comportamiento abarca más que el propio instinto. La maternidad es un caso claro de que la persona no solo se mueve en el ámbito biológico”.

Un caso claro de la biología que se mueve en torno a la maternidad en una mujer es el momento del parto, explica Diez. “Durante el parto, la mujer desarrolla altos niveles de oxitocina, que es la hormona que promueve los actos solidarios. Evidentemente, atender al hijo es un acto solidario“.

A esto se une todo lo que el cuerpo de la mujer desarrolla para dar vida y mantener con vida al bebé, incluso una vez nacido. “Eso es precisamente el instinto maternal”, que es mucho más rico que la relación que un padre puede establecer con la criatura por iniciativa propia.

Diez Deustua subraya que “las personas nacemos ‘hijos de’ esencialmente, esa condición no es algo que nos hayan añadido a posteriori”.

Combinación de instinto y aprendizaje

Pero es cierto que el ser humano es mucho más que biología pura. “En el ejercicio de la maternidad, es cierto también que la persona puede aprender mucho y desplegar capacidades que no había ejercitado ni había imaginado hasta el momento”, afirma la experta.

“Hay factores personales -señala- que inciden, como la educación, los valores, el esfuerzo por ser generoso o empático, el proyecto vital… Eso hace que la mujer pueda adquirir posteriormente muchas habilidades que le facilitarán la tarea de ser madre, pero eso no quita ni anula el instinto maternal”.

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