“¿Qué te pareció el pan tostado?” o “¿por qué te gustó la película?”, son buenas opciones para empezar este proceso formativo
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Enseñar a nuestros hijos a tener una visión crítica no es sencillo. Al intentar hacer eso, nos enfrentamos a una doble misión: criar hijos con criterio propio, pero que al mismo tiempo que sean obedientes. Sin embargo, el problema es más relativo a las normas que al contenido.
En la práctica, la autoridad de los papás puede ser un medio para el aprendizaje liberador. Además de eso, existen prácticas que pueden ponerse en práctica para incentivar la formación del criterio propio de los niños. Las conversaciones, los debates y las experiencias cotidianas son indispensables.
Entrenando la opinión propia
Cualquier espacio en común es útil para entrenar el criterio propio. “¿Qué te pareció el pan tostado?” o “¿por qué te gustó la película?” son buenas opciones para empezar. La pregunta es un medio de información que alimenta a quien pregunta y también a quien responde.
Cada respuesta puede llevar a otra pregunta. Ese tipo de conversación puede concluir en un cuestionamiento que el niño se haga a sí mismo. La posición del adulto en este tipo de conversación con el niño es como si fuera de guía.
Sin embargo, esa conducción del padre o la madre no debe ser dirigida a lo que se espera del niño. El ejercicio debe ser más orientado a la exploración, para volver a mirar las preferencias y los comentarios del niño.
Padres que escuchan
No se trata solo de preguntar y argumentar pero sí, de saber escuchar. Eso puede ser un problema para algunos padres que quiere imponer su opinión o su criterio. Debemos recordar que ese tipo de aprendizaje no tiene un único camino. Por lo tanto, el niño debe tener la posibilidad de escoger.
Por eso, lo correcto es escuchar con atención las opiniones, los gustos y los análisis de los niños. Y, si a partir de una exposición él nos permite explorar más, será mucho mejor. Después habrá más tiempo para las conversaciones sobre valores.
Todo eso nos lleva a una tercera cuestión: tener un buen criterio y serenidad antes de juzgar. Nosotros, los papás, pensamos que sabemos todo y que debemos intervenir siempre. A veces, en el ejercicio de ese poder, nos olvidamos de parar por un momento y analizar las cosas.
Enseñar a nuestros hijos a tener una visión crítica es dar libertad
Todos nacemos libres, pero los niños tienen guardianes de su libertad: los papás. Los padres deben considerar que son guías de ese libre albedrío, no los dueños de él. Por lo tanto, la libertad es la base para forjar el carácter propio de los niños y ayudarlos a tener éxito en la vida.
Desde la llegada de la generación de los millennials, los psicólogos infantiles recomiendan conceder cuotas de libertad a los niños. Se trata de un margen de participación, un ámbito de recreación libre, espacios para tomar en consideración las opiniones de los niños.
“La Coletividade que no sabe pensar no puede vivir”
—Concepción Arenal—
Sin embargo, el compromiso de los papás no para ahí. Esos espacios deben ampliarse con el pasar del tiempo. No existe nadie mejor que un padre o madre para conocer los progresos de sus hijos. Es casi una fórmula matemática: cuanto mayor el criterio, más acceso a la libertad.
Hay papás que manipulan a sus hijos
Autoridad y obediencia no deben ser sinónimos de manipulación. Frente a una situación extrema, tenemos broncas, castigos y otros condicionamientos psicológicos. Pero ser padre y madre no significa esperar que nuestros hijos piensen exactamente como nosotros pensamos.
Hay muchos padres que recurren a la manipulación y al miedo para enseñar a sus hijos. Ese tipo de práctica es muy común, por ejemplo, en divorcios, separaciones o custodias compartidas. Frecuentemente, el niño es usado para llegar al otro.
Con el pasar del tiempo, los niños crecen y se dan cuenta de muchas cosas. Además de eso, el hábito de enseñar a nuestros hijos a tener una visión crítica implica respetar la libertad de ellos. Con ello, se obtiene un desarrollo correcto de la persona que está en proceso de crecimiento.
Permitiendo el error
El error es aprendizaje y eso se aplica también a los niños. El sentido común se construye en el intento, en el error y en el aprendizaje. Si no permitimos que el niño cometa errores con su forma de pensar, entonces no favoreceremos el desarrollo de una visión crítica.
Los gritos y las frases exageradas solo hieren emocionalmente a los niños. Así solo conseguiremos a un niño egocéntrico, callado y censurado. Por ese motivo, enseñar a nuestros hijos a tener una visión crítica implica permitir que se expresen.
Hay situaciones en las que podemos permitir que nuestros hijos tomen sus propias decisiones. Por ejemplo, al comprar un dulce, un juguete o incluso en algún asunto relativo a la propia casa. Permitir esta experiencia nos enseñará si nuestros hijos son buenos observadores y cómo podemos estimular ese espíritu crítico tan importante para ellos.
Por Sou mamãe