Un repaso a las referencias bíblicas de una de las criaturas más espeluznantes
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Uno de los poemas más populares que surgen en la temporada de Halloween es El cuervo, de Edgar Allan Poe. En la obra, un narrador anónimo lamenta la pérdida de su querida Leonora cuando entonces encuentra un cuervo que se adentra volando en su casa y en ocasiones parece burlarse del narrador pronunciando lo único que sabe decir: ¡Nunca más! En cierto momento, el narrador cavila:
Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
Aunque muchos consideran que el narrador duda aquí si hay algo o no sobrenatural en ese cuervo, en realidad se trata de una referencia bíblica.
En el libro de Reyes, Dios envía una plaga sobre el pueblo como castigo a su idolatría, pero decide salvar al profeta Elías. Dios instruye a Elías a viajar al valle de Querit, donde es alimentado por cuervos que le traen pan y carne dos veces al día durante casi un año. El narrador de Poe quizás estaba versado en historias bíblicas y, por un momento, se preguntó si el pájaro había venido a cuidar de él y liberarlo de su dolor.
Los cuervos están bastante presentes en la Biblia. De hecho, es el primer pájaro que se menciona. Cuando Noé quiso comprobar si el agua estaba retrocediendo, es conocido que liberó una paloma que volvió con una rama de olivo, pero, antes, envió un cuervo que no regresó. Aunque los cuervos son aves muy inteligentes y pueden ser entrenados, también pueden subsistir simplemente a base de cualquier carne o bayas, cosa que podría explicar por qué no regresó a Noé.
Los cuervos pueden cazar, pero principalmente son carroñeros con la habilidad de identificar el aroma de la muerte desde enormes distancias; entonces se congregan en una bandada, conocida en algunos lugares como “crimen” o “conspiración”. Las conspiraciones de cuervos se reunían en los antiguos campos de batalla para picotear a los muertos, un proceso que siempre empieza por los ojos. Así se menciona en el libro de Proverbios 30,17:
“Al ojo que se burla de su padre y desprecia la vejez de su madre, lo vaciarán los cuervos del torrente y lo devorarán los aguiluchos”.
Este pasaje hace referencia a la antigua costumbre de dejar los despojos de los ejecutados a ser desfigurados a merced de los pájaros y los elementos. Sugiere que quienes son desobedientes o irrespetuosos con sus padres quizás conozcan un triste final similar.
Levítico clasifica al cuervo entre los animales inmundos, probablemente debido a su naturaleza carroñera, pero —quizás por su servicialidad hacia Elías— Dios cuida de ellos. En Lucas 12,24, Jesús dice:
“Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosecha, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros!”
Encontramos más ejemplos de Dios ayudando a los cuervos en los Salmos: “[El Señor] alimenta a los ganados y a las crías de los cuervos cuando graznan”, y en Job: “¿Quién prepara las provisiones para el cuervo, cuando sus pichones claman a Dios y andan errantes por falta de alimento?”.
El cuervo ha sido durante muchísimo tiempo un símbolo de muerte inminente, pero la Biblia ofrece una visión diferente de ellos. En Cantar de los cantares se describe a una persona bella como con cabellos frondosos como “ramas de palmera, negros como un cuervo”, sugiriendo que el color del cuervo es algo admirable y deseable.
A la luz de su servicialidad y del cuidado que Dios les extiende, los cuervos quizás no sean tan siniestros como se les considera popularmente. En cuanto a su lugar en el panteón del terror en Halloween, ya no los veremos con los mismos ojos, “nunca más”.