El gobierno paquistaní cede a la presión de los islamistas radicales y volverá a revisar la sentencia
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Han bastado tres días de feroz protesta en la capital paquistaní de Islamabad, para hacer ceder al Gobierno y suspender la excarcelación de Asia Bibi hasta que su sentencia absolutoria no sea revisada.
La mujer, madre de cinco hijos, permanecerá en la cárcel después de una larga lucha judicial que ha durado más de ocho años, y durante la que ha debido sufrir el aislamiento y la dureza de las cárceles de su país, además de provocar amenazas de muerte para ella, su familia y su abogado, Saif-ul-Mulook, el cual después de la sentencia absolutoria de la semana pasada, tuvo que abandonar precipitadamente Pakistán porque el Gobierno no quería garantizar su seguridad.
A pesar de ello, el abogado ha explicado que atenderá a Asia desde lejos. “En el escenario actual, no es posible para mi vivir en Pakistán”, explica, “pero tengo que seguir vivo porque tengo que continuar la batalla legal por Asia Bibi”. Y, aunque su familia haya sido amenazada, ha asegurado que volverá a Pakistán para defender a su cliente si el ejército garantiza su seguridad.
Para el abogado, la decisión del Gobierno no ha sido una sorpresa, aunque la ha calificado de dolorosa. El Gobierno, comentó el abogado, “no ha sido capaz siquiera de hacer respetar una sentencia del tribunal más alto del país” (Famiglia Cristiana).
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La presión de los radicales islámicos
El acuerdo alcanzado el viernes por la noche entre el gobierno paquistaní y los radicales islámicos, que quieren anular la sentencia de absolución de Asia Bibi, es “una vergüenza”. Lo declara a AsiaNews Kashif Hussain, escritor y activista, que protesta por el pacto sellado entre el ejecutivo de Imran Khan y los fundamentalistas del Tehreek-e-Labbaik Pakistan (TLP). El acuerdo nace con el objetivo de poner fin a las manifestaciones que desde hace días bloquean las principales ciudades del país.
“No es aceptable”, prosigue el escritor, “que este grupo islámico ponga en discusión” el veredicto pronunciado por el máximo órgano del Estado. Esto supone un riesgo “para la estabilidad del Estado” .
Hace tres días, el primer ministro Imran Khan había dado la impresión de querer actuar contra la presión del TLP, acusándole a su vez de ofender al Islam, pero al final cedió a las presiones de la calle y firmó el acuerdo, por la mano del ministro de Justicia del Punjab, Raja Basharat, y de Noorul Haq Qadri, ministro de Asuntos Religiosos, por un lado, y de Pir Muhammad Afzal Qadri, líder del Tlp.
En acuerdo – explica Asia News – se compone de cinco puntos: el nombre de Asia Bibi se incluirá en la Exit Control List (Ecl), que le impedirá alejarse del país; el gobierno no se opondrá a la petición de revisión de la sentencia de absolución pronunciada por la Corte suprema; el ejecutivo resarcirá a las víctimas de las protestas; también liberará a los manifestantes arrestados; por su parte, los extremistas del Tlp piden excusas si las manifestaciones “han ofendido los sentimientos de las personas”.
Los islamistas han anunciado el fin de la protesta nacional, pero advirtiendo que “si el acuerdo no se aplica, bajarán de nuevo a la calle” (Vatican News).