Fue en la Primera Guerra Mundial, cuyo fin acaba de cumplir 100 años. El proyectil se detuvo en Isaías 49: “Te socorrí.”
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La Biblia formaba parte del “kit de supervivencia” de todo soldado británico en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Este hecho histórico suena hoy casi inimaginable debido al agresivo proceso de laicización de la sociedad británica en las últimas décadas. Entre otros motivos, es también por eso que la ONG Bible Society organizó diversas iniciativas este año para rescatar la memoria de la presencia de la Biblia junto a las tropas del país.
La Bible Society distribuyó durante la Primera Guerra Mundial más de 9 millones de Biblias en 80 idiomas, tanto a soldados británicos como a prisioneros de guerra. Era frecuente que los combatientes gravemente heridos sacaran del bolsillo su Biblia y la leyeran mientras morían. Gran parte de los cuerpos encontrados tras la Batalla del Somme, por ejemplo, tenían la Biblia en sus manos.
Una de las historias rescatadas por la Bible Society es la del soldado George Vinall.
Una bala contra Isaías 49,8
Él estaba saliendo de un aviario transformado en alojamiento, para recibir a un amigo de la tropa, cuando el lugar fue atacado. Los dos corrieron a una trinchera y, al volver, encontraron a doce soldados heridos en el lugar – dos de ellos mortalmente. Vinall contó en una carta a su familia:
“Cuatro balas fueron disparadas. Una fue a parar a mi mochila, donde yo estaba apoyando la cabeza hasta el momento en que llegó mi amigo. Otra bala estaba en el suelo, en el lugar en que estaba acostado. La tercera estaba en el bolsillo de mi chaqueta: fue detenida por mi Biblia, como pueden ver. La cuarta atravesó el abrigo de Gibson, que estaba colgado en el compartimento al lado del mío. Como pueden ver, escapamos por segundos”.
Él envió a los familiares la Biblia en cuestión, junto a la carta. La bala seguía ahí, bloqueada por las páginas – más precisamente, por las páginas del libro de Isaías, capítulo 49. Entre sus versículos, se muestran las siguientes promesas:
“Yavé te asegura: En el momento oportuno te atendí, al día de la salvación, te socorrí. Quise que fueras la alianza del pueblo, que reconstruyeras el país, y entregaras a sus dueños las propiedades destruidas” (Is 49,8).
“Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque alguna lo olvidase, yo nunca me olvidaría de ti” (Is 49,15).
Dios no se olvidó de George Vinall, ni él de Dios. El soldado sobrevivió a la guerra y se volvió misionero.
Por Christian Today