Dos años después de suscritos los Acuerdos de La Habana, muchos hombres y mujeres que estuvieron alzados en armas, trabajan en proyectos agropecuarios, artesanales, turísticos y educativos
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Aunque en algunos sectores de la sociedad colombiana aun hay temores sobre el futuro de los acuerdos de paz suscritos por el Gobierno de Juan Manuel Santos con la guerrilla de las Farc en noviembre de 2016, algunos signos parecen llamar al optimismo.
Uno de esos casos que plantea en la realidad la reintegración de excombatientes a la vida civil es la certificación internacional que como guías de rafting recibieron ocho hombres y una mujer que hasta hace poco hicieron parte de la Columna Teófilo Forero, la estructura guerrillera a la que se le atribuyó el atentado al club bogotano El Nogal, una acción terrorista en la que 36 civiles murieron y 200 más quedaron gravemente heridos.
Según el diario El Espectador, los excombatientes ya no navegan por el legendario río Pato armados con fusiles y con uniformes camuflados, sino “empuñando un remo, vestidos con cascos y chalecos salvavidas”. Este proyecto que se desarrolla en Caquetá, en el sur de Colombia, se denomina Caguán Expeditions. Su propósito es convertirse en operador turístico para aprovechar los recursos naturales existentes en esta zona otrora afectada por la violencia y mostrar a los turistas una cara diferente de una región selvática, en plena Amazonia, y desconocida aun para los colombianos.
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Rafael Gallo, presidente honorario de la Federación Internacional de Rafting, uno de los impulsores de la iniciativa, relató a los periodistas que los exFarc fueron capacitados rigurosamente por instructores costarricenses expertos en turismo de aventura. Ellos les enseñaron técnicas de nado, vuelco y rescate, elaboración de nudos, manejo de cuerdas y lectura del agua. Para Gallo, esta iniciativa debe servir para que los nuevos guías consoliden un atractivo programa turístico en un río hermoso por la calidad de sus aguas y el paisaje que lo rodea.
Duberney Moreno, un hombre que estuvo vinculado a las Farc durante más de trece años, admitió que no sabía nada de rafting cuando estaba en la insurgencia, pero que ahora en su nueva actividad como guía en ríos caudalosos, está seguro de haberle apostado a un futuro mejor. En un video difundido por el portal Colombia 2020 también dijo que decidió practicar este deporte porque siente más tranquilidad en una región en donde antes solo había enfrentamientos, pero que ahora, con los acuerdos de paz, ha entendido que “en la guerra nos estábamos matando entre colombianos”.
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Por su parte Jessica Faieta, jefa adjunta de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, dijo en entrevista con Noticias Uno que los reinsertados “están usando sus capacidades y conocimientos del área para su propia reincorporación económica, pero también para prestar un servicio al turismo internacional”.
Caguán Expeditions también será una empresa de turismo comunitario que tendrá en su portafolio de servicios otras actividades novedosas para los turistas como avistamiento de fauna y flora silvestres, senderismo, torrentismo (descenso de cascadas por medio de cuerdas), restaurantes bioclimáticos y cabañas ecológicas.
Otros programas y retos
Son múltiples las actividades como los retos que deben afrontar tanto exguerrilleros como el gobierno de Iván Duque Márquez, que acaba de cumplir los primeros cien días de gestión. Por acción directa del Gobierno, como también por convenios con la comunidad internacional y organismos multilalterales, están en marcha iniciativas que han vinculado a los antiguos subversivos y sus familias a programas que buscan insertarlos en el mundo laboral y el emprendimiento.
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Según la página web de la ONU en Colombia (https://colombia.unmissions.org), entre otros acciones, están funcionando establos para ganado vacuno en Nariño; empresas artesanales en La Guajira; hogares infantiles en Arauca; iniciativas piscícolas en Chocó; granjas porcícolas en Bolívar, y sistemas de hidrogeneración eléctrica en Caquetá.
En otros departamentos funcionan planes de panadería, sastrería y otras iniciativas ecoturísticas. A ellas se suman las ofertas educativas de carácter tecnológico y empresarial ofrecidas a través de las universidades públicas y el Sena, una entidad estatal de enorme prestigio en la educación colombiana. Varios exguerrilleros ya se graduaron como profesionales y otros empezaron a trabajar en pequeñas empresas de su propiedad.
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El Gobierno tiene por delante enormes retos internos y externos. De un lado, debe superar las discusiones sobre posibles modificaciones a los Acuerdos de La Habana, una de las propuestas del presidente Duque Márquez cuando era candidato. Entre ellas, está la posibilidad de ampliar o no la composición de la Justicia Especial para la Paz —JEP— el mecanismo judicial que permitirá el juzgamiento de los actores del conflicto armado (guerrilleros, paramilitares y agentes estatales).
También tiene entre manos tres papas calientes: la extradición a Estados Unidos del exguerrillero Jesús Santrich, acusado de narcotráfico, y la judicialización de Iván Márquez —jefe negociador de las Farc en La Habana— y de Hernán Darío Velásquez, alias el Paisa, exjefe de la temida columna Teófilo Forero. A estos serios inconvenientes se suman las disidencias de algunas columnas guerrilleras que no reconocen los acuerdos ni a sus antiguos jefes y que migraron hacia organizaciones de narcotraficantes.
El propio presidente colombiano, al hablar hace pocos días en el Foro de París, destacó el valor internacional de los Acuerdos de Paz por haberse suscrito en el marco del Estatuto de Roma (instrumento constitutivo de la Corte Penal Internacional). Además, enfatizó la importancia del proceso de reinserción de los antiguos guerrilleros al señalar que su administración apoyará a a través de procesos productivos exitosos a quienes se reincorporen a la vida civil de manera auténtica.
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