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Tiene un resfriado y poco apetito, ¿qué le doy de comer?

COLD
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María Eugenia Brun - publicado el 19/11/18
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Recuerda que lo que le prepares con amor le podrá ayudar un poco sobrellevar el malestar, pero el mejor remedio es el afecto, los mimos y la compañía de su familia.

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Con la primavera y el otoño comienzan los resfriados, las gripes, la fiebre y las alergias. El cambio de clima puede ayudar a propagar estos virus, pero debemos saber que se transmiten de persona a persona a través de las gotitas de saliva que emitimos al hablar o a través de nuestras manos, y los niños pequeños se contagian enseguida principalmente en el jardín o cole al estar en contacto con otros chicos. 

Por ello lo primero es educar a nuestros hijos en buenos hábitos, como el lavado de manos, el uso de pañuelos desechables, el toser en el codo y no sobre la mano.

“Niño. Enfermo. Al escribir estas palabras, ¿no sentís la tentación de ponerlas con mayúscula? Es que, para un alma enamorada, los niños y los enfermos, son Él”. (Camino, n.º 419)

Como padres nos preocupamos, los cuidamos y así como queremos que tome los remedios que le indica el médico, también pretendemos que coma bien para que se mejore pronto. Pero la mayoría de las veces el niño no tiene apetito y eso nos angustia.

Pero tranquilos padres, es normal que el pequeño no quiera comer y ande decaído, del mismo modo que nos sucede a los adultos cuando nos enfermamos. Su organismo necesita principalmente descansar y también de mucha energía para enfrentarse a los agentes infecciosos, tanto virus como bacterias. Utiliza distintos mecanismos de defensa.

Disminuye el apetito, cerrando el paso a los alimentos, para no tener que gastar la energía que ahora necesita para combatir a la infección. Para restablecerse se encarga de regular la actividad física, generarles malestar o ganas de estar acostados para que los niños se muevan lo menos posible y así ahorrar la energía que necesita.

SOUP

Lapina Maria – Shutterstock

Algunas recomendaciones

  • Regla número uno: no obligarlo a comer. Los alimentos no hacen milagros y que lo consuman no significa que ya dejará de toser, o que le bajará la fiebre inmediatamente. Sí, le ayudara a hacer más llevadera la infección y brindarle los nutrientes que necesita para recuperar energía, pero no mucho más.
  • El nutriente más importante es el agua, y más cuando presentan fiebre que se deshidratan más fácilmente, por eso debemos ofrecer sobre todo agua fresca siempre que lo desee, en pequeñas cantidades, poquito a poco y sin forzar.
  • Preferir licuados en lugar de zumos, caseros de fruta natural y hortalizas (zanahorias, calabaza, remolacha, fresas, kiwi, naranjas, pomelo), porque estos contienen la pulpa o residuos sólidos haciéndolos más ricos en vitaminas, minerales, con anti-oxidantes, y fibra natural, necesarios para las defensas de nuestro organismo.
  • Ofrecer alimentos de fácil digestión y asimilación como las frutas enteras y maduras en pequeñas cantidades.
GRANDMOTHER

Bojan Milinkov – Shutterstock
  • Seguir el consejo de las abuelas, y prepararles una rica sopa o puré de verduras, tubérculos y hortalizas.
  • Siempre comidas ligeras, sopas, licuados, purés, preparaciones de fácil digestión y porciones pequeñas, y dejar que coma lo que quiera, no importa que quede comida en el plato.
  • Usar preferentemente aceite de oliva virgen extra, en pequeñas cantidades.
  • Si vemos que el niño ya tiene algo de apetito, se pueden dar cereales integrales, como pan integral, pasta integral, arroz integral, preferentemente con verduras, hortalizas y especias como ajo, cebolla y perejil.
  • Para más adelante ofrecer legumbres como garbanzos, lentejas, humus para untar.
  • Evitar alimentos industriales, de baja calidad, que generan niveles altos de azúcar en sangre, más oxidación y problemas antigénicos, como los que contienen mucha azúcar.
  • No utilizar como regalos golosinas y dulces, no son saludables para el niño y menos si está enfermito.

Recuerda que lo que le prepares con amor le podrá ayudar un poco sobrellevar el malestar, pero el mejor remedio es el afecto, los mimos y la compañía de su familia.

«Pidamos pues a la Inmaculada Concepción la gracia de saber siempre ver al enfermo como a una persona que, ciertamente, necesita ayuda, a veces incluso para las cosas más básicas, pero que también lleva consigo un don que compartir con los demás». (Mensaje del Papa Francisco con motivo de la XXV Jornada Mundial del Enfermo, que se celebró el 11 de febrero).

 

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