Entrevista al maestro Miguel Ángel Zotto quien hace parte del elenco de artistas internacionales que participarán en el Concierto de Navidad en el Vaticano a favor de la educación de los niños refugiados en Iraq y en Uganda
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El tango es “absolutamente no machista…terminamos haciendo después lo que quiere la mujer, como en la vida”, dijo a Aleteia Miguel Ángel Zotto, quien nació en Buenos Aíres en 1958, es bailarín argentino de tango coreógrafo, director y productor de trayectoria internacional.
Zotto y todo el elenco de artistas internacionales que se preparan para participar en el Concierto de Navidad en el Vaticano donarán su arte y su talento para el espectáculo que será emitido en varias televisiones del mundo el 24 de diciembre de 2018 con el objetivo de recoger dinero para ayudar a financiar proyectos educativos en beneficio de los niños refugiados en dos campos de refugiados en Iraq y Uganda.
Al final de la conferencia de presentación del evento, nos detuvimos con el maestro Zotto a reflexionar sobre el romanticismo detrás del tango, un género musical y una danza, característica de la región del Río de la Plata y su zona de influencia, principalmente de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo (Uruguay); banda sonora de la infancia de Jorge Mario Bergoglio, quien probablemente ha visto a sus padres danzar incluso una milonga en la sala de casa.
La “belleza salvará el mundo”, parafraseando a Fiódor Dostoyevski, autor que ama el papa Francisco, y agrega Zotto, “la cultura salvará el mundo”. Pues, “¡el camino más directo hacía la belleza está en la música, la danza, la poesía!”.
Una poesía detrás del tango que va más allá de las apariencias y se hace encuentro armónico entre hombre y mujer. El tango – según el maestro Zotto – reivindica el papel central de la mujer en el núcleo de la pareja en un arpegio musical de tres: danza y dos cuerpos que se funden al unísono.
“El tango es la única danza en el mundo en la que dos personas se comunican a través del abrazo, ocasión o lugar donde nosotros nos reunimos, la gente se conoce y se hace amistad, independientemente si baila bien o mal, hace bien a la salud, especialmente para la gente mayor”.
Además, asegura que es una danza que combina lo intelectual con el esfuerzo físico sin causar algún estrés, pues hace bien al cuerpo y al alma. “Te hace bien al conocer la otra persona, te hace bien al corazón y te puedes enamorar de la otra persona”.
Se comentaba que una pareja en crisis matrimonial salió de ella luego de un largo proceso, entre ayuda espiritual y psicológica, en el que parte de la terapia de copia integró dedicarse tiempo mutuamente y compartir algo en común: clases de tango, como un espacio lúdico para reencontrar sintonía. “Ahí te das cuenta si esa persona es para vos y si te faltaba ese condimento para valorar más a la otra persona”, comentó Zotto.
“Porque es muy importante el papel de cada uno. Porque la mujer es el corazón del tango, donde el hombre le propone el movimiento y ella con su sensualidad lo ejecuta girando la cintura, adelante y atrás. Y el hombre haciendo pasos en el medio, con esa pausa, con esa comunicación, la palpitación, el contacto físico…”.
El tango valoriza implícitamente la comunicación no verbal y eleva la complicidad de la mujer y del hombre “a través de una proposición te pones de acuerdo con la otra persona para romper la barrera del idioma, porque conociendo el código no necesitas hablar”, ilustró Zotto.
Connivencia, cooperación, colaboración, participación, cercanía, salir al ruedo juntos en armonía, todos elementos que podrían ser una metáfora danzante de la eufonía de una pareja que por un momento no necesita hablar para ser una sola cosa.
“El reloj del tango es la mujer. La mujer tiene que hacer este movimiento comunicativo (mostrando con sus manos el ocho)”, dijo Zotto. Es curioso además constatar que el significado bíblico del número 8 está íntimamente ligado a Jesús.
“El 8 que es cuando la mujer gira la cintura adelante y atrás, es la base donde se combinan todas bases que existen en el tango. Y eso lo hace la mujer, no lo hace el hombre. Y la sensualidad del tango no la da el hombre, la da la mujer”, constató
El tango es “absolutamente no machista…terminamos haciendo después lo que quiere la mujer, como en la vida… Y en el mundo hay muchas más mujeres que bailan tango que hombres. Ellas son las que estudian, se preocupan y logran los objetivos”.
El maestro subrayó que “la mujer es el motor del tango” y es “la que realiza la regularidad del movimiento, el hombre propone el movimiento, pero es ella quien hace la armonía y lo hace regular”.
Zotto asegura que lo observa en familia con su esposa y el encuentro con sus hijas. Feliz, suelta una confidencia sobre la paternidad que le cambió la vida hace seis años con la llegada a sus vidas de dos gemelas. “La complicidad con mis hijas día a día me alegra; hago el desayuno, las llevo a la escuela, les cuento mi infancia en Argentina y las educo”.