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Profesionales: Principal producto de exportación cubano

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Macky Arenas - publicado el 03/12/18
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Los resultados económicos de esa actividad superan a la industria del turismo, médicos a la cabeza

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Cuba y Venezuela han sido aliados desde que Hugo Chávez llegó al poder. Junto a Fidel Castro, ambos ya fallecidos, comenzaron en el año 2003 programa de salud denominado “Misión Barrio Adentro” que ofrece servicios sanitarios gratuitos en zonas populares del país petrolero.  Reporta beneficios directos al régimen de la isla pues  las remesas en dólares, producto del pago por servicios a los médicos cubanos, las administra directamente el gobierno de Castro.

Otra forma de colaboración consiste en el envío de Venezuela a Cuba de petróleo a precios subsidiados a cambio de los servicios profesionales cubanos, sobre todo de este personal sanitario y también docente. No obstante, eso nunca ha sido claramente expuesto por el gobierno venezolano.

Ha trascendido que el contingente de cooperantes de la salud cubanos en Venezuela contaba en los últimos años con más de 30.000 integrantes entre médicos de diversas especialidades, odontólogos, optometristas, fisioterapeutas y otros técnicos, de acuerdo con datos oficiales.

 

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Twitter @FMBABarinas

 

A mediados de este año, según informaron medios oficiales de la isla, otros 62 médicos cubanos recién graduados de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana (UCMH) prestarán servicios en Venezuela.

No todos los que vienen son médicos pero sí los hay. La comprensible desconfianza inicial hacia el régimen cubano hacía que muchos pensaran en la llegada sólo de infiltrados pues es práctica conocida de los países comunistas. Pero llegaron médicos y, ciertamente, atendieron contingencias de salud desde dispensarios en zonas populares.

Ese personal de salud, que incluía médicos pero también paramédicos y personal auxiliar, trabajaba en los barrios caraqueños y en otras zonas –marginales y rurales- del país, ganándose la simpatía y el apoyo que naturalmente brinda la solidaridad de los venezolanos. Resolvieron emergencias, se integraron fácilmente a las comunidades y hasta se casaban con  venezolanas.

Pero las cosas han cambiado. Miles de profesionales cubanos de distintas áreas viven una situación que se complica día tras día, en la tensa crisis por la que atraviesa Venezuela.

Existe un estimado, de carácter extraoficial,  que situaría en unos 28,000 la presencia actual de trabajadores de la salud y otros oficios en Venezuela, cifra que no incluye, por supuesto,  al personal que se encarga de la seguridad y diversas misiones de tipo policial y militar.

A pesar de que el gobierno cubano les ha ordenado  permanecer “hasta el último momento” en el país,  la miseria, el miedo y la violencia atenazan a deportistas, médicos e ingenieros. Uno de ellos dejó ver su inconformidad: “No somos militares ni vinimos a Venezuela a ponernos un fusil al hombro”, dijo desde el estado de Anzoátegui un médico cubano que pidió el anonimato por temor a represalias. Lleva dos años trabajando en el país y revela que desde La Habana han sido conminados a permanecer “con honor hasta el último momento”, en un clara alusión a la posible caída del gobierno.

“Tememos cada día lo que nos pueda ocurrir. A veces nos tiran piedras para el CDI o nos gritan todo tipo de ofensas. Cada día hay manifestaciones frente a la unidad médica y nadie nos protege”, explicó. La gente, cada vez más irritada con el gobierno de Maduro, focaliza en ellos la indignación y “ya ni siquiera contamos, como antes, con los insumos para atender a las comunidades”, se lamentan.

 

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Facebook-Misión Barrio Adentro

 

La situación se hace insostenible con el paso del tiempo.  La inseguridad que sufren y la falta de asistencia por parte del gobierno es insostenible para ellos. El control de sus pasos es férreo y se cuenta que, aquellos que residen en instalaciones militares, deben reportarse a las 6 de la tarde. La comida les llega poco. “La pasada Navidad, nos confesó uno de los médicos, a las 6 de la tarde aún no nos había llegado ni un pedacito de pan de jamón…cómo será esta este año, que las cosas están peor!”, se pregunta con amargura. Un radiólogo cubano que se encuentra en el Zulia explica que desde hace meses no tienen Clap.

“Gracias a algunos pacientes podemos comer, pero ellos mismos lo están pasando muy mal. Estamos repitiendo algo así como el Período Especial que pasamos en Cuba”, llegó a comparar.

Su uno les pregunta, aseguran que, aunque temen por su vida por la situación en el país, dicen estar decididos a no regresar a la isla. “Hay que aguantar hasta el final. No es justo perderlo todo después de tanto sacrificio”.

¿Por qué perderían todo? La razón es simple: El gobierno cubano deposita 200 dólares mensuales en una cuenta congelada que al término de los tres años que dura la misión en Venezuela, suman 7,200 dólares. Si el profesional mantuvo “una conducta adecuada y cumplió con su deber” puede retirar ese dinero al regresar a la isla. En caso de que regrese antes del período establecido o le sea revocada su misión (entre otras cosas por intentar escapar de ella) pierde todo ese dinero.

En Cuba también son depositados 250 dólares mensuales que pueden ser retirados cuando el cooperante visita la isla una vez al año. Mientras están en Venezuela, reciben 27,000 bolívares, menos de 10 dólares mensuales.  Según ellos, en realidad el nivel de vida de un profesional de la salud cubano en Venezuela deja mucho que desear, al punto que hubo quien se aventuró a expresar: “Prefiero a Cuba que a la Venezuela de Maduro”.

Muchos cooperantes cubanos han recibido la orientación de no salir de sus casas y han visto reducidas las comunicaciones con la familia en Cuba. Sobreviven a apagones de hasta 18 horas -sin electricidad-, no pueden volar a Cuba ni para asistir a un funeral familiar y  menos para pasar vacaciones o buscar dinero. Se sienten atrapados sin salida.

Imágenes aquí: 

 

 

Si alguno llegare que manifestar claramente su intención de desertar del programa, su familia es constantemente molestada en la isla. La presión es fuerte sobre ellos y, a pesar de que varios –en medio de peligros y dificultades- han logrado huir de Venezuela hacia otros países, su destino está en manos del gobierno cubano. No en balde organizaciones de derechos humanos han calificado esta situación como “moderna esclavitud”.

Los colaboradores tampoco quieren estar en esa situación, pero son obligados por el gobierno cubano, que ejerce presión a través de diversos mecanismos. “Si nos vamos, perdemos la cuenta congelada que mantenemos en Cuba. Además, si te vas de la misión eres mal visto en el sistema de salud y no tienes posibilidad de ser promocionado”, explica.

La exportación de servicios profesionales, fundamentalmente médicos, es la principal fuente de divisas para la isla y aportó entre los años 2011 y 2015 un promedio anual estimado de 11.543 millones de dólares a las arcas cubanas, de acuerdo con fuentes oficiales.

Hay que tener en cuenta que no sólo en Venezuela y Brasil operan los profesionales y técnicos cubanos, sino que tienen presencia en más de 100 países del mundo. En América Latina se encuentran, aparte de Venezuela,  en México, Nicaragua, Bolivia, Costa Rica, El Salvador y ahora también Bahamas. A Guatemala trataron de entrar hace algunos años y fueron rechazados de plano.

En Brasil llegaron hasta el triunfo de Bolsonaro, cuando ese país decidió retirarse del programa-convenio. “En las primeras horas del viernes comienzan a llegar a la Patria los apóstoles de la salud cubana que son #MasQueMedicos. Nuestro homenaje a los hombres y mujeres que hicieron historia en Brasil. Bienvenidos a casa“, escribió el presidente del gobierno cubano, Díaz-Canel, en su cuenta en Twitter.

Cuba siempre alegará que se los lleva para  mantener “el honor y la dignidad”.  Pero otros países los reciben pues, como quiera que deben cumplir órdenes, van allí donde los manden y generalmente se trata de zonas inhóspitas donde pocos desean ser enviados con lo cual, de paso, se ganan la simpatía de los más necesitados y olvidados. Es un hecho que los médicos que Cuba se lleva, fácilmente los inserta en otros países a través de los programas de la Organización Panamericana de la Salud y distintas iniciativas internacionales del área.

Las cifras indican que los resultados económicos de esa actividad para el país caribeño son satisfactorios. De hecho, superan a la industria del turismo, que registró ingresos de 2.800 millones de dólares en 2016, según los últimos datos disponibles. Eso, en una Cuba que vive básicamente del turismo, es mucho decir.

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