Rut se incluye en esos personajes que marcan el relato bíblico, cuya discreción ha podido dejar en un segundo plano a su memoria. Sin embargo, esta mujer, con una gran fidelidad, nos invita a releer el libro que le dedica el Antiguo Testamento. Cuando todo parece estar perdido, los valores morales que Rut manifiesta durante toda su vida de conversa no pueden ser sino un ejemplo
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Una joven viuda ejemplar. Rut, originaria del reino de Moab, se casó con el hijo de Noemí, una familia judía que había huido de la hambruna que afectaba a Belén en Judea. Rut y su suegra se quedan viudas poco tiempo después. Noemí decide volver a la tierra de sus ancestros y anima a su nuera a que se quede con su pueblo. Pero Rut, en un impulso inolvidable, pronuncia estas palabras que quedaron grabadas para siempre:
“Donde tú vayas, iré yo,
y donde tú mueras, yo moriré.
Tu pueblo será mi pueblo,
y tu Dios mi Dios”.
Las dos mujeres vuelven a Judea y se establecen en Belén, que pasa por la miseria más grande en periodo de cosecha. Entonces Rut decide ir a recolectar espigas de trigo en un campo que pertenece a Booz, un familiar de su suegro que no permanece insensible ante los encantos de la joven. De acuerdo con las leyes judías, Booz habría tenido por deber de solidaridad que casarse con su pariente, la viuda Noemí pero, al ser esta demasiado mayor para engendrar descendencia, animó a la nuera a casarse con él. Para ello, la joven moabita se convirtió al judaísmo. Desde ese momento, Rut asociaría su destino al de Booz y su pueblo.
Una unión celebrada por Victor Hugo
Esta unión con Booz, la última fidelidad de Rut, es para muchos uno de los pasajes bíblicos más bellos. Victor Hugo lo evocó de forma magnífica en La leyenda de los siglos en 1859. Los célebres versos del poeta de su maravilloso poema Booz dormido han contribuido considerablemente a mantener la memoria del pasaje bíblico de Rut viva gracias a su belleza. Leámoslo:
“Mientras dormía, Rut, una moabita,
se había recostado a los pies de Booz, con el seno desnudo,
esperando no se sabe qué rayo desconocido
cuando viniera del despertar la súbita luz”.
Con una fuerza poética poderosa cercana al estilo bíblico, la inspiración del poeta muestra también una delicadeza sugerida por las imágenes de un refinamiento raro que evoca sucesivamente la sombra nupcial, el vuelo de los ángeles en la oscuridad para manifestar el plan divino.
Una unión mixta en el origen de un linaje eterno
De dicha unión, Rut tuvo un hijo de Booz que tendría por nombre Obed, padre de Isaí y abuelo del rey David. La moabita originaria de una nación opuesta a los israelitas quedaría entonces asociada a uno de los linajes más famosos, ya que ella misma conducirá a Jesús, así como al recuerdo al comienzo del Evangelio según Matías, donde se cita a Rut entre su ascendencia. La fuerza de dicho pasaje reside en el testimonio de fidelidad irrefrenable que manifiesta la joven extranjera, que acepta dejar a los suyos con una confianza absoluta mientras que la adversidad se ensañaba con ambas viudas en la mayor de las miserias. En la historia evocada también se muestra el límite del nacionalismo israelita defendido por Esdras y Nehemías.
Un ejemplo de virtud que ha inspirado a artistas y poetas
Victor Hugo no ha sido el único conmovido por la gracia de este pasaje. El gran dramaturgo Goethe consideró esta historia bíblica como una de las noticias más bellas de la Biblia, mientras que el compositor César Franck se dejó igualmente inspirar por la belleza y la fuerza de esta historia, y le dedicó el oratorio Rut en el tradicional estilo dramático italiano, una obra que conoció un gran éxito sobre todo gracias a la ayuda de Franz Liszt.