“¿De verdad viene Paul esta tarde a casa?”. Los ojos relucen dejando ver su alegría, porque Paul es el buen amigo soltero que vive solo y no tiene hijos. Paul va con regularidad a revitalizar la mesa familiar de Karine y enriquecer a la familia con su presencia. “Estos generosos titos o titas o amigos en general contribuyen al desarrollo de sus sobrinos y sobrinas, los hijos de sus amigos u otros niños del mundo”, escribe Mélanie Notkin, autora de ‘Otherhood’. Pero, ¿cómo lo hacen? Inventario de las funciones básicas de estos solteros excepcionales.
Hacer actividades inusuales
“Con mi sobrino es fácil, ¡hago las cosas que a los padres no les gusta hacer!”, confiesa France, profesora de escuela. “Así nació nuestro ‘Jardín de Balth’ y estamos orgullosísimos”. Tener un proyecto común crea unos vínculos fuertes y el soltero o soltera sin hijos con frecuencia tiene esta preciosa disponibilidad. “Llevar al ahijado a un partido, a una exposición, no siempre es posible para un tío casado: quizás dude si dejar a su familia una tarde o hacer este gasto con su ahijado o sobrino”, explica Jeanne, madre de familia numerosa y monitora de CycloShow.
Ser un oído atento
“Me encantan las conversaciones profundas con mi sobrino sentados en el rincón de un bar, a él le alegra echar un trago y filosofar. Esos momentos son un regalo. A veces los padres no disponen de ese tiempo tan precioso”, explica otra vez France. El soltero sin hijos tiene más momentos libres para hablar y debatir, de todo y de nada, sobre todo cuando el adolescente siente tanta imperiosa necesidad de cambiar el mundo. Esta disponibilidad —artículo raro y precioso— la ofrecen los solteros y solteras generosamente a los hijos de sus seres queridos.
Vivir una relación de complicidad
“Creo que a nuestros hijos y jóvenes les encanta que sus padrinos y madrinas pasen momentos especiales con ellos”, señala Claire, madre de cuatro adolescentes. “Sigo convencida de que nada puede reemplazar el encuentro y los lazos con personas adultas en la búsqueda de sentido de nuestros hijos, en su búsqueda de identidad, en su construcción personal”. Este espacio de diálogo fuera de la familia es una ayuda valiosísima para los padres. “Nuestros hijos tienen un vínculo privilegiado con su padrino: él les escucha, se interesa por ellos y les acompaña en su camino. Tiene pequeños detalles que lo apoyan…”. Por ejemplo, es más fácil para una joven hablar con otra mujer de ciertas cosas que con su madre.
Ofrecer una perspectiva única del mundo
A Lucie Joubert, autora de un provocador libro sobre las mujeres sin hijos, L’envers du landau, le encanta recordar el lugar único y positivo de una mujer sin hijos en la sociedad: “La nulípara es muy importante: tiene una distancia de la que carecen casi todos los padres que conozco. Me atrevería incluso a decir que tiene una perspectiva sobre el mundo que no permite la célula familiar tradicional”. Así, los solteros o solteras a veces presentan un modelo de vida diferente y recuerdan que todas las personas están llamadas a dar fruto, incluso fuera del modelo familiar tradicional. Traen proyectos al servicio de los demás que recuerdan la diversidad de las vocaciones. Según el testimonio de Claire: “¡Es una alegría tener en nuestra familia una amiga-madrina soltera!”.
Reemplazar a los padres en caso de un duro revés
Jeanne recuerda: “Durante un taller de Cycloshow, un tío vino con su sobrino porque el padre atravesaba una dificultad grave”. Por tanto, el soltero es esencial para el hijo: es un apoyo con el que cuentan los padres en caso de dificultad. Sin embargo, este apoyo puede asumir una forma más ligera, como la de una ayuda puntual, por ejemplo: “Cuando la tarde se anuncia difícil, el amigo o amiga soltera viene a recitar poesía o a revisar las tablas de multiplicar. Y la tarde cacofonía ¡se convierte en tarde sinfonía!”, sonríe Karine. Además, el niño o niña suele ser más receptivo a una petición si viene de una tercera persona, como cuando ese adolescente que se negaba a cantar en una misa parroquial terminó aceptando cuando se lo pidió su querida tía soltera.
Ser un guía, un faro, un punto de anclaje
Es la historia de una joven abuela que se marchó a otros cielos demasiado pronto. Entonces, al nacer su hijo, esta joven pareja pidió a France, la gran amiga de su abuela, que fuera la madrina de su pequeña Rose. “Gracias a mí, mi ahijada conocerá a su abuela… Seré como un faro para ella, ¡un faro anclado en la fe!”, sonríe la maestra de la escuela. En cuanto a Florence, una mujer soltera de 50 años, explica: “Soy la madrina de confirmación de varios hijos de amigos: los ahijados necesitan tener hermanos o hermanas mayores en la fe, puntos de referencia para avanzar en la vida”. Por ejemplo, recientemente su ahijado quiso presentarle a su “novia”: “quería mi opinión, así que le invité a que plantearse algunas preguntas sobre su relación con esta joven”. Un poco como un espejo frente al que reflexionar, esta relación permite al joven tener una perspectiva diferente sobre lo que esté pasando. Este referente se convierte entonces en algo esencial: “¡Sobre todo porque estos solteros son a veces un ejemplo formidable para nuestros hijos!”, concluye Jeanne.
Una mirada maravillada para los niños
Según la experiencia de Claire: “La súper madrina soltera de nuestro hijo se maravilla con cada etapa, con cada éxito de su ahijado. Se acuerda de cada cumpleaños y también llama cada fin de año”. Esta mirada atenta, este cuidado, son muy necesarios para la autoestima del niño, completando así el aporte de los padres, a veces desgastado. “Sin duda, ella tiene una capacidad de maravillarse con los niños que nosotros a veces perdemos… ¡olvidamos a menudo esta gran alegría que es ser padres!”.
Ofrecer mucho, mucho amor
“Un proverbio yiddish dice: ‘Nosotros planificamos, Dios ríe’. He tenido la bendición de haber disfrutado de no uno, sino dos pares de sobrinas gemelas. Mi sueño se cumplió para mi hermano y para mi cuñada y quiero a mis sobrinos y sobrinas más que a nada”, escribe Mélanie Notkin. “No es la vida que esperaba, pero en muchos aspectos es una vida que supera mis expectativas”. El soltero o soltera sin hijos aporta a los hijos de los allegados un afecto desbordante, lo cual representa una valiosísima seguridad emocional: “Los jóvenes de hoy se sienten muy solos. Así que el desafío para mí es amarlos tal y como son, sin juzgarlos, en una lógica de bendición”, confiesa de nuevo Florence.
Ser personas a las que amar
En definitiva, estos solteros son un tesoro para la familia. A veces obligan a la familia a “agrandar su tienda de campaña”, pero aun así su presencia sigue siendo afortunada. “Cuando Paul viene a casa, para nosotros a veces es un esfuerzo…”, confiesa el padre de familia. Entonces, estos solteros toman el rostro de los pobres del Evangelio, para bien, y nunca para mal. Karine —que tiene un hijo con una discapacidad— explica: “De niña, fue gracias a un tío soltero y en dificultades que me familiaricé con la pobreza. Con él descubrí el mundo de la exclusión. Y cuando nació nuestro hijo discapacitado, estaba mejor preparada para darle la bienvenida…”.
Consejos para una buena relación:
– Estar en una proximidad afectiva con el soltero;
– compartir con los padres una base de valores comunes;
– vivir este vínculo desde la confianza, el intercambio y el diálogo sincero;
– dejarse llevar: los padres no pueden controlar el afecto de sus hijos;
– aceptar que otros adultos completan la educación: ¡alto a la omnipotencia parental!
– respetar el principio de subsidiariedad: cada uno en su papel, el soltero no es un educador;
– permitir al soltero invitar al niño fuera del ámbito familiar para vivir ese vínculo único y estimulante;
– ser prudente: intervenir al menor gesto de fusión o de apropiación del niño por el adulto;
– advertir al niño si el soltero pasa por un periodo de malestar y ayudarle si necesita reunirse con otros adultos o jóvenes mayores.
(con IPEF, Instituto francés para la Educación y la Familia)