Los padres y familias son claves en la prevención en el consumo de drogas
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Preocupante, por decir lo menos, son los resultados del décimo segundo estudio Nacional de Drogas realizados por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA) en Chile.
El consumo del cannabis (marihuana) pasó de 4,6% en el 2010 a 14,5% en el 2016, cifra que se traduce en un incremento de la prevalencia de uso de esta sustancia de 215,2% en los últimos 6 años. Esta alza se registró tanto en hombres como en mujeres.
El estudio también arroja que la percepción de riesgo, principalmente a la marihuana, ha ido a la baja, llegando a un 21,9% de los adolescentes que la consideran peligrosa. Además, se suma que también hay una baja en la desaprobación parental ante el consumo, que en 2011 era de 82,3% y en 2017 llegó al 67,7%.
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“Todo papá tiene que estar bien consciente de que su función es enseñarle al niño lo que está bien y lo que está mal, y cuáles son los riesgos de cada acción que el niño haga. En ese contexto creo que los padres tenemos que estar presente, así como lo dice el modelo de Islandia. Si no empezamos a hacer esta prevención desde pequeños, desde pre-escolaridad, no sacamos nada con llegar a los 18 años con el mensaje para que los niños nos escuchen y entiendan el por qué”, explicó la doctora Verónica Burón, presidenta de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía (Sopnia).
Además, se debe considerar que muchos cuadros siquiátricos se gatillan por el consumo de drogas, generándose una enfermedad y una carga financiera para la salud pública.
“No hay solo consumidores y adictos con la carga bio-psico social, sino que significa familias y pacientes afectados por patologías psiquiátricas y que actualmente tienen una escasa cobertura en Chile”, advirtió la doctora Viviana Venegas, Neuropediatra.
El papa Francisco durante su pontificado ha sido muy claro en cuanto al uso de drogas por parte de los jóvenes:
“La droga es una herida en nuestra sociedad. Una herida que atrapa a mucha gente en las redes. Ellas son víctimas que han perdido su libertad para caer en esta esclavitud; esclavitud de una dependencia que podríamos llamar «química».
No hay una única causa que lleva a la dependencia de la droga, sino que son muchos los factores que intervienen, entre otros: la ausencia de familia, la presión social, la propaganda de los traficantes, el deseo de vivir nuevas experiencias, etc. Cada persona dependiente trae consigo una historia personal distinta, que debe ser escuchada, comprendida, amada y, en cuanto posible, sanada y purificada.
No podemos caer en la injusticia de clasificar al drogadicto como si fuera objeto o un trasto roto. Cada persona ha de ser valorada y apreciada en su dignidad para poder ser sanada. La dignidad de la persona es lo que hemos venido a encontrar. Siguen teniendo, y más que nunca, una dignidad en cuanto personas que son hijos de Dios”.
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