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10 grandes obras de arte sobre la Natividad

NATIVITY
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Adriana Bello - publicado el 25/12/18
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Te ofrecemos bellísimas obras inmortales de pintores de todos los tiempos

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El nacimiento de Jesús, un hecho que dividió la historia en antes y después de Él, fue motivo de inspiración para los más grandes pintores de la historia. Abre la galería y deja que tu espíritu se eleve al contemplarlas

1. La Anunciación, de Fra Angelico

Por supuesto, la historia de Jesús comienza con el anuncio del Ángel Gabriel a la Virgen María. Este fresco, que se encuentra en el monasterio de San Marco al norte de Florencia, es uno de los más famosos y destaca por la ternura con la que la Virgen protege la nueva vida que lleva en su cuerpo.

2. El Sueño de San José, de Philippe de Champaigne

Muy pocos pintores han retratado el rol de San José en la Navidad. Este artista francés pintó la visita del ángel enviado por Dios a San José para explicarle la divina concepción y su deseo que llamaran al bebé Jesús. El cuadro se encuentra en la Galería Nacional de Londres.

3. Natividad Mística, de Sandro Botticelli

En esta obra las proporciones no siguen sino las reglas del propio autor y la relevancia que le da a cada uno de los personajes. Por eso vemos que el Niño Jesús y la Virgen María (que no cabría en el establo si se parara) son mucho más grandes que el resto de las figuras. Tampoco se trata de una representación tradicional de la Natividad, ya que tiene elementos del Apocalipsis, como un texto que anuncia la derrota del Anticristo y la segunda venida de nuestro Señor. Dato curioso: es la única obra firmada y fechada por Botticelli, así que se cree que la elaboró para alguien muy cercano o para su devoción personal.

4. La Adoración de los Magos, de Leonardo Da Vinci

Los claroscuros típicos de este pintor italiano se aprecian magistralmente en esta obra inacabada que fue realizada por Da Vinci cuando aún no era famoso. La Virgen y el Niño Jesús destacan en el centro, haciendo la figura de un triángulo perfecto.

5. La Adoración de los Reyes Magos, de Rubens

A la derecha, el ajetreo; y a la izquierda (con la Natividad), la calma. El Niño Jesús es luz y eso se ve literalmente en los rostros de la Virgen y los tres Reyes Magos, haciendo también que éste sea el punto focal de la obra. Aunque Rubens la pintó en 1609, años después le añadió nuevos elementos, como por ejemplo, su propio autorretrato montado a caballo, siendo la única vez que lo hizo en una pintura narrativa.

6. Natividad, de Federico Barocci

Este óleo sobre lienzo se encuentra en el Museo de El Prado en Madrid y resalta la dulce maternidad de la Virgen, cuyo rostro pareciera estar especialmente iluminado por la luz que irradia su Hijo.

7. La Adoración de los Pastores, de Giorgione

Por la humildad de su ropa se conoce a los pastores, quienes son los primeros en llegar a ver a Jesús y entender la magnitud de su nacimiento, de allí el amor y admiración que refleja su mirada. La Virgen y San José parecieran estar rezando en silencio y, aunque el paisaje es amplio, es una escena de total intimidad.

8. El Nacimiento de Jesús, de Giotto Di Bondone

Esta pintura se encuentra en los muros de la capilla de los Scrovegni (Padova, Italia) y las figuras no son proporcionales con respecto al espacio para denotar su relevancia. Es interesante la manera en que María (que se presenta acostada) y Jesús se miran, mostrándolos simplemente como madre e hijo.

9. La Adoración de los Pastores, de Rembrandt 

Este pintor holandés se caracterizó por sus juegos de sombras y este cuadro no es la excepción. Las figuras apenas pueden ser distinguidas en el humilde establo a excepción del pequeño Jesús, quien ilumina particularmente a la Virgen, San José y los pastores, quienes lo observan con gran devoción.

10. La Adoración de los Magos, de Sandro Botticelli

Este cuadro fue un encargo para la capilla funeraria de Guasparre di Zanobi del Lama en la pared de la entrada de la iglesia de Santa Maria Novella de Florencia. En el público no sólo están los Médici, sino el propio Botticelli (esquina inferior derecha). La Sagrada Familia se separa y destaca en la parte superior del cuadro, en perfecta calma, mientras los demás aprecian el trascendental momento de la llegada del hijo de Dios al mundo.

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