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Luciana, Salomé, Santiago y Matías, los nombres más comunes del 2018 en Colombia

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Vicente Silva Vargas - publicado el 26/12/18
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Cada año se confirma que los padres colombianos prefieren para sus hijos nombres atractivos y sonoros en lugar de otros que consideran anticuados

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Nombres como Belén, Lucinda, Rosalba, Hernando, Rodrigo o Marino, tradicionales hasta hace pocos años, cada vez son menos frecuentes en los hogares colombianos. Así se deduce del informe publicado por la Registraduría Nacional del Estado Civil, organismo estatal encargado de la identificación de los ciudadanos.

En la lista anual de los nombres más utilizados por los padres de familia para identificar a sus hijos, tampoco aparecen Ignacio, Octavio, Raúl, Héctor o Agustín, muy comunes durante el siglo XX. Otras denominaciones curiosas o raras como Nacianceno, Venancio, Atilio, Escolástica, Rudesinda o Sinforosa, también han desaparecido de los registros civiles y escasamente figuran en las guías telefónicas de antaño.

“Los nuevos tiempos, aseguró a Aleteia la abogada de familia Solange Polanía Bermeo, marcan tendencias, modas y costumbres que se convierten en presiones sociales imposibles de evadir, hasta el punto de imponerse en aspectos tan personales como la identificación”. Esta aseveración la fundamenta en nombres “nuevos” que se volvieron populares en los años 90 y la primera década del siglo XX. Para ella, el uso reiterado de nombres como María Alejandra, Daniela, Stefanía, Natalia, Cristian, Diego Armando, Alejandro y Nicolás, es la prueba de una moda o tendencia en la que se impone conceptos como “atractivos”, “sonoros”, “modernos” y “bonitos”.

En los últimos años, nombres que como los anteriores “suenan muy bien” y siguieron vigentes, pero aparecieron otros igualmente novedosos y diferentes a aquellos que muchos consideran feos, cómicos, exóticos o pasados de moda. De todas formas, se trata de un asunto autónomo de los padres a quienes nadie les puede decir qué es de bueno gusto o no puesto que en Colombia no hay —como sucede en otros países— una norma legal que reglamente el tipo de nombres que puede ponerse a los bebés al momento del bautizo o del registro ante la autoridad civil.

El listado de la Registraduría —basado en los reportes oficiales de todas las ciudades y poblaciones del país— demuestra que la obligación legal de heredarles apellidos a los hijos va acompañada de la decisión de darles nombres que los hagan sentir orgullosos, no los incomoden y mucho menos que sean motivo de matoneo en el colegio o el vecindario. En todo caso, la Constitución colombiana reconoce y protege el derecho de todo ciudadano a tener un nombre que se considera un atributo esencial de la personalidad.

Los datos

Hasta noviembre de 2018 se registraron 26.178 niñas que fueron llamadas Luciana. Le siguieron Salomé (18.748), Isabella (17.079), Mariana (11.856) y Antonella (9.418). En orden descendente, la lista la complementan Gabriela, Mariángel, Samantha, Victoria y Valentina.

A diferencia de las niñas, en cuyo listado se destacan nombres de origen italiano como Isabella y Antonella, en la clasificación masculina sobresalen nombres más cercanos al español. El primero es Santiago, inscrito en 13.955 registros civiles, seguido de Matías (12.070), Emmanuel (11.165), Emiliano (10.975) y Jerónimo (10.349). A ellos, también en orden descendente, se sumaron Samuel, Maximiliano, Martín, Mathías y Thiago, estos dos últimos extranjerizados con “h” intermedia.

En cuanto a los nombres compuestos de niñas y niños todos reúnen las características de hoy: atractivos y sonoros. En el caso de ellas, el escalafón lo encabezan María José (15.294), Dulce María (9.046), María Celeste (6.549), Sara Sofía (5.816) y María Fernanda (5.118). La clasificación continúa con Sara Valentina, María Paula, Luisa Fernanda, Danna Sofía y Ana Lucía.

En los primeros cinco lugares de los varones están Juan José (13.358), Miguel Ángel (11.511), Juan Sebastián (9.434), Juan David (8.927) y Samuel David (8.485). El listado lo complementan Juan Pablo, Andrés Felipe, Juan Diego, Ángel David y Juan Esteban.

Curiosidades

En Colombia, sobre todo en los años 70 y 80, las series de televisión llegadas de Estados Unidos impusieron la moda de llamar a los hijos con nombres de los protagonistas de famosos enlatados, entre ellos, la Familia Ingalls y Bonanza. Esa es la razón para que en muchas regiones y ciudades abunden nombres de señoras, señoritas y niñas como Brenda, Pamela, Melissa, Caroline, Wendy, Karen y Hasblady. Por el lado masculino proliferan, sin que suenen extraños, nombres como James (que se pronuncia tal como se escribe), Richard, Jimmy, Jonathan, John y Maicol, una variante españolizada de Michael, un nombre ‘gringo’ que también aparece en los registros civiles del país.

Según la Registraduría, en 2018 se reportaron casos de niñas y niños cuyos nombres solo se registraron una vez. Por su construcción, pronunciación o escaso uso se trata de auténticas curiosidades. Entre las niñas están Valloleidys, Betsiliana, Bunkwaneywin, Javircklelly, Yariangelis, Resurrección y Circuncisión. Un nombre femenino compuesto también llamó la atención, se trata de Annastacia Ammilee Lisa Kay. Igualmente, se conocieron denominaciones masculinas como Jhonsneyder, Monserrath, Shimunkezu, Shunguemaku y Bunkuawimaku.

El número de registros de niños hijos de padres extranjeros aumentó de manera considerable debido a la migración venezolana que, de acuerdo con los últimos reportes estatales, se acerca al millón. Entre los preferidos están Mariángel, María Fernanda, Santiago y José Gregorio. Este último nombre quizá se debe a la popularidad que tiene entre los venezolanos el médico José Gregorio Hernández Cisneros, un hombre al que se le atribuyen numerosos milagros en su país y en Colombia y cuyo proceso de beatificación está en marcha.

Como es usual en este tipo de reportes, la Registraduría no suministró los apellidos de los niños ni la identidad de sus padres, como tampoco su lugar de residencia.

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