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Meditar en el trabajo, ¿es incongruente?

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Pierre d’Elbée - publicado el 04/01/19
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Lejos de ser una pérdida de tiempo, libera la mirada, apacigua, renueva el deseo…

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¿Conviene meditar en el contexto de nuestro trabajo y sobre el tema de nuestro trabajo? La jerga técnica de la empresa no invita mucho, la verdad, no más que la literatura profesional.

¿Podría quizás decirnos más al respecto la cultura de las ciencias humanas (sociología, psicología) que nuestra larga tradición de filosofía occidental?

Desde Occidente se recela de los tesoros de la inteligencia meditativa de la que tan necesitados estamos…

Pienso, por ejemplo, en los trabajos de Pierre Hadot, gran conocedor de la tradición estoica. Y pienso en su libro Ejercicios espirituales y filosofía antigua (Siruela, 2006), una obra de interesantes perspectivas sobre la vida práctica en las empresas y en la vida cotidiana.

La perspectiva etimológica, los conceptos filosóficos de justicia, de amistad, de bien común, los textos de Aristóteles, de Kant o de René Girard ofrecen una perspectiva que lo convierten en una lectura muy valiosa.

“Bucear en el sentido”

Por meditaciones, yo entiendo buceos en el sentido. Privilegiar una mirada amplia, una maduración larga en el tiempo, un enfoque que no se centre directamente en el comportamiento necesario para obtener un fin.

Frente al voluntarismo utilitarista ambiental, opongo la deambulación interior; frente a la preocupación por el resultado, opongo la preocupación por la persona misma.

¿No hay lugar para el hombre o la mujer de acción? Todo lo contrario. “Todas las grandes personas de acción fueron personas meditativas”, dijo Charles de Gaulle.

Jack Ma, fundador de Alibaba Group, cimentaba su acción en el taichí: “Cálmate, siempre hay una forma de salir, mantén tu equilibrio y, mientras tanto, intenta no matar a tus competidores”, comentó Jack Ma con humor.

Steve Jobs practicaba la meditación zen, de la que se dice inspiró la simplicidad estética de sus productos.

“Estoy convencido de que la meditación aumenta nuestra consciencia y nuestra resistencia al estrés y, por tanto, nuestro rendimiento”, explica Jay Nirsimloo, presidente de KPMG Francia.

Otra mirada

La meditación conduce a una mirada simple, se decía en la Edad Media, a una mirada alejada, según la expresión de Levi-Strauss, una calma y una perspectiva que permiten a cada uno situarse en su entorno.

Si al ser humano se le designa como homo sapiens es porque su sabiduría reside en su capacidad para discernir de dónde viene y adónde quiere ir.

Al hacerlo puede escapar del marco estrecho del resultado útil donde tan a menudo se ve atrapado; la meditación libera su mirada, apacigua su inquietud, renueva su deseo.

El primer paso de la meditación es la toma de consciencia. Meditar sobre los principios profesionales es acceder a una perspectiva que puede cambiar la forma en que abordamos nuestra profesión.

Esa perspectiva o esas claves las pone en práctica cada uno: autoridad, cambio, confianza, compromiso, liderazgo, venta, visión, vocación…

En mi libro Le Travail inspiré [El trabajo inspirado], he intentado abordar estas claves bajo diferentes puntos de vista, algunos son factuales, otros se inspiran en experiencias con las ciencias humanas, otros buscan explorar la profundidad del pensamiento de Emmanuel Levinas, por ejemplo.

A través de mi experiencia personal y profesional, yo mismo he buscado las claves que me han dado mayor confianza en mi profesión de consultor, así como en mis encuentros con universos profesionales muy diferentes.

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