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Dios “da el primer paso” y ama “a la humanidad que no sabe amar”, porque tiene compasión y misericordia, mientras que nosotros, aunque seamos buenos, muchas veces no entendemos las necesidades de los demás y permanecemos indiferentes “quizás porque el amor de Dios” no ha entrado en nuestros corazones.
Así lo dijo el 8 de enero de 2019 el papa Francisco en la homilía en Casa Santa Marta, ofrecida por el arzobispo Giorgio Zur, ex nuncio en Austria, “que vivía en esta Casa” y “que falleció ayer a medianoche”.
El Pontífice toma pie de la liturgia del día, de la exhortación al amor en la primera carta de san Juan, al evangelio de Marcos sobre la multiplicación de los panes.
“Amémonos unos a otros, porque el amor” viene de Dios, recuerda el Papa citando las palabras de san Juan en la primera lectura.
Dar el primer paso, romper con la indiferencia
Y el apóstol explica “cómo se ha manifestado el amor de Dios en nosotros”: “Dios mandó al mundo a su Hijo unigénito, para que tengamos la vida por su medio”.
“Este es el misterio del amor –aclara Francisco- Dios nos amó primero. Él dio el primer paso”. Un paso “hacia la humanidad que no sabe amar”, que “necesita las caricias de Dios para amar”, el testimonio de Dios.
“Y este primer paso que Dios ha dado es su Hijo: lo mandó para salvarnos y dar un sentido a la vida, para renovarnos, para recrearnos”.
El Papa habla sobre el pasaje del evangelio de la multiplicación de los panes y los peces. “¿Por qué Dios hace esto? –se pregunta-. Por ‘compasión’”.
Compasión por la gran muchedumbre que ve al bajar de la barca, a orillas del lago de Tiberiades, porque estaban solos, subraya: “eran como ovejas sin pastor”.
"Que se apañen"
Después, el Papa describe la escena de Jesús, que enseña “muchas cosas” a la gente y los discípulos, al final, se aburren, “porque Jesús decía siempre lo mismo”.
Y mientras Jesús enseña “con amor y compasión”, quizás empiezan “a hablar entre ellos”. Al final miran el reloj: “Es tarde…”.
Y Francisco cita de nuevo al evangelista Marcos:
En la práctica están diciendo “que se apañen” y que se compren el pan. “Pero nosotros estamos seguros –comenta el Pontífice-; ellos sabían que tenían pan parea ellos, y querían guardarlo. Es la indiferencia”.
Una foto impactante
El Papa describe una foto en las paredes de la Limosnería Apostólica: "una imagen espontánea que hizo un buen muchacho romano y la regaló a la Limosnería”.
La tomó Daniele Garofani, hoy fotógrafo de “L’Osservatore Romano”, volviendo de un servicio de distribución de comida a los sin techo con el cardenal Krajewski.
Es una noche de invierno, “se veía por la forma de vestir de la gente”, explica el Papa, que salía “de un restaurante”. “Gente bien abrigada” y satisfecha: “habían comido, estaban entre amigos”.
Y allí, continúa Francisco en la descripción de la foto, “había una mujer sin techo, en el suelo, que hace así…” e imita el gesto de la mano pidiendo limosna.
El fotógrafo, prosigue, “fue capaz de captar el momento en que la gente mira hacia otro lado, para que las miradas no se encuentren”.
Esta, comenta el papa Francisco, “es la cultura de la indiferencia. Esto es lo que hicieron los Apóstoles”. “Despídeles, que vayan al campo, a oscuras, con hambre. Que se apañen, es su problema”. “Nosotros ya tenemos: cinco panes y dos peces para nosotros”.
Pidamos a Jesús que nos cure a nosotros y a todos
“El amor de Dios siempre va primero – explica el Papa - es amor de compasión, de misericordia”. Es verdad que lo opuesto del amor es el odio, pero en mucha gente no hay “un odio consciente”.
Al final de la Misa, Francisco envió un cordial saludo a Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, por su octogésimo cumpleaños, y le agradeció “por el celo apostólico con que trabaja en la Iglesia”.