Esta familia estadounidense ha sabido convertir el dolor por la muerte de su hija en perdón, amor y bondadLaura Calderwood (55), quien vive en Brooklyn, un pequeño poblado de Iowa, aceptó que Ulises Félix (17), hijo de inmigrantes mexicanos, viviera en su casa, por mediación de uno de sus tres hijos, Scott.
La historia podría parecer particular, solo por el hecho de que Laura es una estadounidense rubia y de pelo rizado y Ulises es moreno, hijo de inmigrantes mexicanos indocumentados (provenientes del Estado de Durango), compañero de la preparatoria y del equipo local de baloncesto de Scott, el hijo menor de Laura.
Pero esa no es la particularidad del tema. El hecho sorprendente – que le hubiera gustado filmar a Juan Manuel Cotelo, en su saga del perdón de la película “El Mayor Regalo” – es que Laura era la madre de Mollie Tibbets (20) y Ulises vivía muy cerca, en la misma granja de Cristhian Bahena Rivera (24), el asesino de Mollie.
El encuentro del cadáver
Aleteia contó el pormenor del asesinato de Mollie. Salió a hacer ejercicio una tarde de julio (el día 19) y su cuerpo fue encontrado a mediados de agosto (el 21), en un campo de maíz, a varias millas de Brooklyn, en estado de completa putrefacción.
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La policía descubrió al asesino por unas cámaras de vigilancia que lo captaron rondando a Mollie mientras hacía ejercicio en un camino rural, en el límite de la ciudad. Bahena Rivera, originario del pueblito de “El Guayabillo” en el Estado de Guerrero (México) estaba trabajando desde hacía varios años en la granja lechera Yarrabee Farms, y vivía en el remolque de al lado de la familia de Ulises. Es más, tuvo una hija con su prima.
Al saberse del asesinato y de que el asesino era un inmigrante ilegal, los trabajadores mexicanos de Yarrabee Farms huyeron. Entre ellos, los padres de Ulises. Sabían que los sentimientos anti-inmigrantes iban a recaer sobre ellos. Los papás de Ulises se fueron a Illinois. Ulises se quedó solo.
Fue entonces, unos días después del encuentro del cadáver de Mollie (cosida a puñaladas por Bahena Rivera) que Ulises recibió una llamada de Scott Tibbets, hermano de Mollie, para que se viniera a vivir a su casa. Laura lo aceptó.
No todos comprendieron el gesto
Tras la muerte de Mollie, miles de cartas inundaron la casa de Laura en Brooklyn. Muchas de ellas pedían el muro para detener a los inmigrantes en la frontera. La gobernadora de Iowa, Kim Reynolds (Republicana) le llamó y lloró con Laura, pero, después, habló de un sistema migratorio roto.
Más aún, el presidente Trump usó el asesinato de Mollie para endurecer su discurso en contra de la inmigración indocumentada y haciendo de este caso un modelo de lo que los ilegales estaban produciendo en Estados Unidos.
Pero Laura reaccionó de manera diferente. Se ofreció para que Ulises terminara el bachillerato, jugara al baloncesto y recibiera la protección de una figura femenina en sustitución de su madre, como su madre había hecho, cuidando y alimentado a Bahena Rivera.
Perdiendo a Mollie ganó otro hijo. Está separada de su marido (Rob) y solamente queda con ella su hijo Scott. Pero también Ulises, a quien llama cariñosamente “Uli”. A la hora de la cena, a veces, comentan algo de Mollie y de la granja. Y de Bahena. Es su manera, la de Laura, de ejercer el perdón. Sin el olvido.