En breve termina la baja de maternidad o paternidad, los dos estaréis incorporados de nuevo al trabajo y os planteáis cuál es la mejor opción para el cuidado de vuestro bebé
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Uno de los retos más difíciles a los que se enfrentan las familias con padres y madres que trabajan fuera del hogar es el hecho de tener que dejar a sus hijos en una guardería desde edades muy tempranas. Los permisos de maternidad y paternidad son cortos. Los científicos aseguran que los bebés necesitan estar en contacto con la madre durante los 9 meses posteriores al nacimiento, periodo conocido por exogestación en el que el niño requiere la atención de sus progenitores. Por eso, para muchos las bajas o permisos concedidos oficialmente a los trabajadores son cortos pues, ante la imposibilidad de que el bebé se quede en casa con su padre o su madre, se ven en la necesidad de buscar soluciones para el cuidado de sus hijos.
Las guarderías infantiles cumplen con un rol social muy importante pues permiten la conciliación laboral y familiar a un precio accesible. Además, la mayoría de los centros de cuidado infantil cuenta con la acreditación por parte de la administración que certifica que son seguras, limpias y cuentan con personal cualificado para atender las necesidades de los niños.
Pero también es cierto que muchos padres ven desventajas como el contagio de enfermedades o las dificultades que pueda tener el niño en cuanto al apego. Podríamos decir que el cuidado del niño es menos personalizado que en casa y no recibe una atención individualizada sino que la comparte con el resto de sus compañeros de guardería.
Existen expertos, como la doctora Erika Komisar, que indican que la guardería no es el lugar para niños menores de un año. Ella reveló que ha observado un “nivel creciente y epidémico de trastornos mentales en niños muy pequeños”, que atribuye a la “devaluación de la maternidad en la sociedad“. Este tema no debe verse en ningún caso como añadido al sentimiento de culpa de los padres, sino más bien como un reconocimiento por parte de la sociedad de la necesidad que tienen los críos de estar cerca de sus madres durante los primeros meses de vida.
Por eso y por otras razones, en esta etapa inicial, cuando los padres tienen que incorporarse a sus puestos de trabajo fuera del hogar, muchos buscan alternativas a las guarderías. Algunos tienen la suerte de contar con la valiosa ayuda de los abuelos; otros optan por la contratación de alguna niñera o canguro que les de confianza y, por último, hay quien recurre a la innovadora opción de “las madres de día”.
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Pero también en el mundo de la empresa hay quienes se han puesto manos a la obra para facilitar a sus trabajadores esta situación. Existen empresas familiarmente responsables que permiten a sus empleados desarrollar su trabajo online durante un tiempo; llevar a su bebé a la oficina o bien al centro de cuidado infantil situado en el mismo edificio para facilitar a los padres estar cerca de sus recién nacidos. Otras organizaciones permiten a los que acaban de ser padres organizar su horario laboral teniendo en cuenta las necesidades de su familia y de su pareja. Y por último, están las opciones de la reducción temporal de la jornada laboral y la de tomarse un permiso no remunerado para cuidar al bebé mientras la empresa asegura a su trabajador conservar su puesto de trabajo.
Las guarderías o kínders por su parte ofrecen también beneficios interesantes a las familias. Por una parte, los niños comienzan pronto a relacionarse con otros niños. Esto favorece su desarrollo social y comunicativo. Allí podrán aprender a compartir y a adaptarse a una rutina; se ven estimulados por las conductas de sus pares, y superan miedos y retos desde edades tempranas. Es por esto que son muchos los niños que, aunque pueden quedarse con sus padres hasta la edad de la escolarización, sin embargo acuden a diario a la guardería o a grupos de juego estructurados y regulares en los que puedan beneficiarse de compartir con otros niños.
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Sea la decisión que tomemos, tanto los padres, como la sociedad y las empresas debemos estar de acuerdo con la inmensa deuda que tenemos con las familias. Los niños pequeños necesitan de sus padres, específicamente de sus madres en la primera etapa de vida, y todos tenemos la responsabilidad de buscar soluciones que se adapten a la situación de cada familia.
Los padres también debemos ser sinceros con nosotros mismos y conocer las ventajas y desventajas de cualquier solución que encontremos, para poder tomar así las medidas necesarias para subsanar las fallas, y lograr que nuestros hijos tengan un desarrollo afectivo-social lo más completo posible.