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¿Llevas barba? Aquí tienes la semana del año que mejor te representa. Es la Semana de los Barbudos. ¿Y por qué se llama así? Pues nada menos que por una razón cristiana.
Si tomamos un calendario, veremos que en el santoral del 15 al 22 de enero aparecen santos (muy famoso algunos de ellos) con barbas que ya quisiera para sí más de un hipster. La barba no es solo un ornamento estético en el caso de la iconografía que les representa: según la sabiduría popular, estas celebraciones caen en la semana más fría del año.
Es lógico entonces abrigarse cuando el propio refranero nos advierte que, en el Hemisferio Norte, la "semana de los Barbudos, semana de estornudos". O que "por San Antonio hace un frío del demonio".
En primer lugar, del 15 al 17 de enero celebramos San Mauro Abad (15 de enero), San Pablo el Ermitaño (también 15 de enero) y San Antonio Abad (17 de enero). Les siguen San Fructuoso de Braga (21 de enero) y San Vicente Mártir (22 de enero).
San Mauro Abad (15 de enero)
San Mauro Abad fue un religioso de los siglos VI y VII. Nació en el seno de una familia ilustre en el año 511 en Roma.
Fue discípulo de San Benito y se entregó a la vida religiosa en la orden benedictina con la cual fundó varios monasterios en Francia, en la zona de Anjou, junto al río Loira.
Falleció el 15 de enero del año 583. Sus restos fueron trasladados a Extremadura (España), aunque no se tiene constancia documental de ello debido a un incendio. Actualmente se guarda una reliquia en el relicario de la Seo de Badajoz.
San Pablo el Ermitaño (15 de enero)
Nació en el año 228 en la región de la Tebaida, de Egipto. Recibió una educación muy completa y aprendió el griego (la lengua de cultura de entonces).
En el año 250 el emperador Decio emprendió una persecución contra los cristianos con la que pretendía que apostataran. Pablo, creyendo que el miedo podría hacerle flaquear y negar a su Señor, prefirió esconderse. Sin embargo, un cuñado suyo que ambicionaba sus bienes lo denunció a las autoridades.
Pablo tuvo entonces que huir al desierto y se refugió en una zona de cuevas donde dos siglos antes los esclavos de Cleopatra habían acuñado moneda.
En la soledad del desierto, Pablo descubrió que su vocación era orar y hacer penitencia por el mundo apartándose completamente de él. Jamás habría imaginado que su vida consistiría en vivir ese apartamiento tan radical durante más de 90 años, hasta su muerte a los 113.
Se alimentaba de una fuente cercana y de una palmera que aportaba dátiles y con la que podía tejerse algo de indumentaria. San Jerónimo (posterior a él) ha escrito que en la época en que no tenía dátiles, al santo se le acercaba a diario un cuervo que le daba medio pan.
En aquella zona del desierto vivió también san Antonio Abad y fue este quien tuvo que darle sepultura al morir. Sin embargo, milagrosamente delante de él, dos leones cavaron su tumba y solo tuvo que depositar los restos del santo eremita.
La vida de San Pablo, el primer ermitaño, se convirtió en fuente de inspiración en el arte del Barroco. Velázquez, José de Ribera, Poussin, Teniers... han dado magníficas obras a la Historia de la Pintura con el santo como protagonista, por su cercanía a la reflexión sobre la muerte y la fugacidad de la vida.
San Antonio Abad (17 de enero)
Nació en el Bajo Egipto, en el pueblo de Comas (próximo a Heracliópolis Magna). Muy pronto notó la llamada de Dios a vivir la vocación cristiana con un fuerte sentido de la oración y el desprendimiento, por lo que comenzó a visitar a las comunidades eremíticas que habían ido surgiendo. Más tarde, sentiría que Dios le pedía un apartamiento total y buscó más a fondo la soledad, hasta su fallecimiento a los 105 años de edad.
Conocemos algunos detalles de su vida gracias a la "Vida de San Pablo Ermitaño" que escribió San Jerónimo. Así sabemos que gracias a dos leones pudo dar enterramiento a San Pablo, un fenómeno insólito que le valió la fama de patrono de los sepultureros y de los animales.
En algunos lugares es hoy costumbre la bendición de los animales (de trabajo del campo o mascotas). Una de las leyendas que de él se cuenta hace referencia a una jabalina que fue a pedir ayuda al santo porque sus jabatos eran ciegos. Las crías recobraron milagrosamente la vista y la jabalina ya no se apartó jamás de él, además de defenderlo frente a las alimañas.
En muchos lugares del mundo, el 15 de enero se festeja a este se celebra la bendición de los animales en el día de San Antonio Abad, entre ellos Barcelona, que cuenta con el famoso barrio de Sant Antoni y allí se organiza "Els tres Tombs", una fiesta procesional con desfile y bendición de animales.
En el siglo XII se creó la Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, con el fin de atender a enfermos contagiosos: tuberculosis, lepra...
San Fructuoso de Braga (21 de enero)
Nació (en Toledo o en la comarca del Bierzo) en el seno de una familia visigoda noble, perteneciente a la corte de Toledo (en la actual provincia española de León). Se quedó huérfano siendo adolescente y decidió entregarse a la vida eremítica. Fundó una comunidad en el Bierzo, que fue bautizada como la "Tebaida bierzana" por sus similitudes con la vida de los eremitas en Egipto.
De norte a sur de la península hispánica, fundó unos 20 monasterios, a los que infundía un gran espíritu de oración y penitencia. En el X Concilio de Toledo fue nombrado arzobispo de Braga (Portugal) para sustituir al hasta entonces arzobispo, que había confesado sus pecados contra la castidad.
San Fructoso está considerado el padre del fenómeno monástico hispánico.
San Vicente Mártir (22 de enero)
También se le conoce como San Vicente de Huesca. Fue discípulo de San Valero de Zaragoza. Ambos fueron prendidos por el gobernador Publio Daciano, quien había viajado desde Roma para hacer efectivo un edicto del emperador por el que se perseguía fanáticamente a los cristianos. Era el año 303.
Los detenidos (obispo y clérigo) fueron enviados a Valencia. A Valero se le desterró mientras que Vicente fue encarcelado y sometido a martirio. Se dice que murió el día 22 de enero, aunque la fecha no está confirmada. De lo que sí quedó constancia es que el verdugo se convirtió a la fe cristiana.
Las catedrales de Valencia y Braga conservan reliquias del santo correspondientes a ambos brazos, respectivamente.
El martirio de San Vicente da idea del encarnizamiento de la persecución a los cristianos. Lo ataron a una cruz en aspa, luego a una catasta con la que le descoyuntaron los huesos, más tarde Publio Dacio ordenó que lo desolllaran e incluso que lo echaran a una parrilla con fuego. Fue arrojado a una mazmorra y allí murió. Su cadáver se echó en un pellejo y atado a una piedra de molino al río Turia, que lo devolvió a la orilla. Recibió sepultura en las afueras de Valencia y de allí a la basílica de Sant Vicent de la Roqueta. Los cristianos mozárabes le rindieron culto a lo largo de los siglos.