Todos decimos que queremos ser tolerantes, pero hay ciertas ocasiones en que parece que se nos olvida tener en mucho a los demás. ¿Repasamos algunos momentos en concreto?¿Qué es el respeto? ¿Que tenemos que hacer si queremos que se nos considere una persona respetuosa? Esas cuestiones parecen muy fáciles de resolver, pero en el día a día nos encontramos en situaciones en que es fácil caer en la falta de respeto a otras personas.
Respetar es manifestar que valoramos al de enfrente. Le mostramos consideración sin falsedad, estamos dispuestos a cederle nuestra posición o sencillamente aplicamos la justicia que le corresponde.
El respeto, según el diccionario, es la consideración de que algo es digno y debe ser tolerado. Eso comienza por el respeto a uno mismo (a su cuerpo, a su valoración social, a su honor) y se extiende a todas las facetas de la vida.
Eres respetuoso cuando te comportas en el restaurante de modo que los demás clientes no se molestan ni se sienten violentados por tus palabras o tus actos. No lo eres si elevas el tono de voz, interrumpes conversaciones, gritas, atacas (incluso verbalmente) a alguien o si dejas que tus hijos incordien a los clientes de otras mesas. Esto puede ocurrir en forma de chillidos, pataletas, invasión del espacio de otros…
Eres respetuoso cuando demuestras que valoras el trabajo de los demás. ¿Pisas el fregado de la señora de la limpieza o de quien friega en casa? ¿Pides disculpas si te das cuenta de ello?
En las reuniones laborales, ¿escuchas hasta el final la aportación de otro y piensas en lo que ha dicho? ¿Has estropeado alguna vez el trabajo de un colega? ¿Qué le has dicho al darte cuenta?
Eres respetuoso si concedes a los lugares religiosos la importancia que merecen. Y eso se demuestra con las palabras y los gestos. Si haces turismo y visitas una iglesia, ¿qué actitud tomas? ¿Respetas el silencio? ¿Vistes de forma adecuada para un lugar de oración y de adoración? En un templo sagrado, ¿recorres el lugar sin alborotar? ¿Qué haces al pasar delante del sagrario?
Bodas, bautizos y comuniones
En las bodas, primeras comuniones y bautizos, ¿cuál es tu actitud? ¿Tienes en cuenta que tu vestido (como protagonista o como invitado) sea apropiado? ¿Callas y escuchas cuando habla el sacerdote o cuando lo liturgia lo pide? ¿O te comportas como los que creen que hacen la crónica de un partido de fútbol y comentan todo?
En los funerales y en los tanatorios o en la casa del difunto, ¿tienes conversaciones que están fuera del momento? ¿O te unes a rezar y a hablar con la familia recordando a la persona fallecida?
Las buenas maneras manifiestan que acudimos un lugar o una ceremonia con responsabilidad y cortesía. Si somos educados, facilitamos la convivencia y la tolerancia. Y así es más fácil el respeto mutuo: se evitan peleas.
Los límites no tienen por qué considerarse un freno a nuestra libertad. Porque mi libertad acaba, recordémoslo, cuando empieza la del otro. Mi libertad ha de orientar mis acciones a la interacción, a la escucha, a la conversación y el diálogo.
Una prueba de que uno respeta es que está dispuesto a aprender más. Se interesa, pregunta para acertar y para conocer más a fondo. Lo mismo que ocurre con las amistades: cuanto más conocemos a los amigos, más los queremos y ellos nos quieren a nosotros.
En la galería fotográfica, a continuación, puedes ver 9 situaciones para comprobar si vives adecuadamente el respeto:
Te puede interesar:
Emma y Charles Darwin, un ejemplo de matrimonio y respeto