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De niño de la calle a seminarista

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nhanaleteia - publicado el 28/01/19
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Siyanbonga Banele Dnlovu nos comparte el testimonio de su vocación.

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Siyanbonga nació un 20 de Febrero de 1994 en el seno de una familia católica muy devota. Sin embargo, su madre muere en 1999 y su padre era ya alcohólico. Con tan solo 6-8 años de edad, Siyanbonga se ve obligado a vivir en las calles con su hermano.

“Siendo niños de la calle, mi hermano y yo tuvimos que adaptarnos a la vida viciosa de la calle y eso se convirtió en una norma para nosotros. Lo único que nos distinguía de los demás es que íbamos a la escuela. Milagrosamente, nuestro rendimiento académico y deportivo era muy alto. Aún más: era mejor que él de niños de nivel social más alto que el nuestro.”

Una transición marca el descubrimiento de su vocación

“Desde el desierto, el Señor logró mostrarnos la tierra prometida. Finalmente nuestro hermano mayor se enteró del tipo de vida que estábamos viviendo. Me mudé otra vez a Ladysmith para quedarme con una tía. Aquí es donde Dios empezó a comunicarme lo que realmente quería de mí y finalmente entré en contacto con la fe. Tras la formación católica, los niños recibimos el sacramento de la santa comunión y luego me convertí en un monaguillo.

En fin, me enamoré de la fe y Dios me dio una luz y me acercó a Él. En esa etapa, un pariente nuestro fue ordenado sacerdote y fue entonces cuando todo tuvo sentido y todo estuvo completo en mi corazón. De esa temprana edad todavía guardo un sentimiento en mi corazón y en mi mente, como un “¡esto es lo que siento, esto es lo que deseo, este soy yo!”, ya que Dios prendió fuego a mi corazón. Pero llegué a convencerme a mí mismo de que debía contenerlo en mi corazón, de que podía contenerlo: después de todo, solo era un niño.”

Estudios secundarios y el fuego en su corazón

“Finalmente fui a hacer mis estudios secundarios en un colegio católico, la Inkamana High School. Esta es la etapa de mi vida en la cual Dios dijo: “Vamos, hijo mío, profundicemos nuestra relación”, y este fue el lugar perfecto para hacerlo, en el entorno de monjes y monjas benedictinos. 

Pensé que me había insertado en el estilo de vida común que todos los demás niños vivían. Estaba seguro de que no mostraba ninguna señal de vocación a la vida religiosa, de hecho, en algunas etapas descarté esta idea y evité enfrentarme al gran interrogante de la vocación, porque en el fondo pensaba que quien abraza la vida religiosa pierde algo”. 

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Una tragedia lo lleva a un estado de coma

“El 2011 fue el año de la JMJ en Madrid, y fui elegido para ir como representante de la escuela. El 9 de julio, el día anterior de que se me entregara el visado, alrededor de la medianoche, tuvimos un accidente automovilístico, y Dios llamó a mi hermano con sus dos hijos. Seis almas se perdieron en este accidente y dos sobrevivieron: Dios siempre tiene su plan sobre nosotros que nunca entenderemos.

Estuve en coma durante dos semanas y esto me hizo imposible ir a España. Los planes de Dios conmigo se manifestaron incluso en mi estado inconsciente. Supongo que el fuego simplemente había llegado a ser demasiado grande para que lo contuviera dentro de mí, después de tal milagro que Dios realizó para mi supervivencia. Tuve una operación exitosa. La hemorragia cerebral, los puntos de sutura que llevo en mi cuerpo no son de alguna manera una limitación, sino el testimonio de las maravillas de Dios, al igual que las cicatrices de nuestro Señor resucitado eran un signo de victoria.”

Ingreso al seminario

Siyabonga presentó varias solicitudes para ingresar al seminario a través de su diócesis pero no tuvo éxito. Fue hasta que el obispo de la Diócesis de Eshowe intercedió por él, gracias a su tutor, que en aquella época estaba estudiando filosofía en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.

“Y así llegué a Roma, a la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Dios me dijo: “toma tu cruz y sígueme, aunque sea en la otra parte del mundo: haré que tu carga sea liviana”. Aquí es donde tengo la suerte de estar ahora y recibir mi formación en el Colegio Eclesiástico Internacional Sedes Sapientiae, gracias al esfuerzo de mis bienhechores que me compensan de tanto sufrimiento en mi vida. De hecho, Dios realmente te despoja de todas las cosas mundanas si realmente intenta hacer grandes cosas para la gloria de Su nombre.”

Para leer el testimonio completo de Siyanbonga, visita aquí.


Centro Académico Romano Fundación CARF, nació en 1989, y ayuda fundamentalmente a la formación integral de sacerdotes y seminaristas de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (PUSC), de las Facultades de Estudios Eclesiásticos de la Universidad de Navarra (UNAV) y de los Colegios Eclesiásticos Internacionales Sedes Sapientiae y Bidasoa. 

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