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‘Unitasking’, el superpoder del futuro

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Juan M. Otero - publicado el 30/01/19
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Mark Zuckerberg contra Sancho Panza. Es el pulso del siglo. Del siglo XXI. Y está a punto de empezar

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Pasa ya la medianoche. La cantina está a rebosar. Su ambiente cálido y bullicioso contrasta con el frío de la noche, al otro lado de los cristales empañados. Un extraño grupo se arremolina en torno a una mesita baja y desvencijada, donde está a punto de celebrarse un pulso de lo más curioso.

Imposible encontrar dos contendientes tan distintos. El uno joven, alto, rubio. Sofisticado, urbanita y cool. Seguro de sí mismo. El otro, un cincuentón maduro, panzón, moreno y cejijunto. Con cierto olor a establo. Campechano si no torpe en sus maneras. 

Mark Zuckerberg contra Sancho Panza. Es el pulso del siglo. Del siglo XXI. Y está a punto de empezar.

Zuckerberg representa la mentalidad de Internet y la multitarea. Defiende la idea de que gracias al multitasking podemos hacer muchas cosas a la vez, abrir más y más ventanas, conocer a más gente, ser más eficaces. Dando su apoyo a Zuckerberg vemos a conocidos tecnoentusiastas y gurús digitales: Steve Jobs, Bill Gates, Larry Page. Junto a ellos, miles de adolescentes, universitarios y profesionales, que han hecho una apuesta decidida por la multitarea.

Estudian con música, responden whatsapps continuamente, atienden los mails al momento, y actualizan sus redes sociales con una sorprendente regularidad. Son una amplia mayoría en el pub, a decir verdad. A pesar de su entusiasmo, algunos no prestan atención al pulso, ya que están mirando sus teléfonos: Tinder, Whatsapp, Instragram…

Por su parte, Sancho se ha erigido en el defensor del refranero y la sabiduría popular (“más vale poco y bueno que mucho y malo”, “quien mucho abarca, poco aprieta”, “rápido y bien pocas veces se ven”), y defiende que es mejor hacer una cosa detrás de la otra. Sancho, huelga decirlo, no tiene muchos apoyos. Don Quijote, por supuesto, utópico irredento y amigo de causas perdidas, quien hoy hace de escudero y sosteniendo la cerveza de Sancho mientras se mesa la barba con evidente tensión.

Entre la bruma del pub reconocemos a otros miembros de la resistencia contra el multitasking e Internet, que conforman una curiosa y heterogénea minoría: Cal Newport, discreto profesor de la Georgetown University y abanderado del deep work; Tristan Harris, antiguo desarrollador de aplicaciones para Google, azote de la tecnoadicción y adalid de la libertad; Sherry Turkle, que amaba mucho la tecnología, pero todavía más la compañía y la conversación; o el gigantón Jaron Lanier, último tecnófilo en sumarse al grupo, con sus rastas, su flauta celta y sus camisetas negras. También asoma por allí Machado, que musita con una medio sonrisa al oído de Sancho: “Ya lo sabe, Señor Panza, despacito y buena letra: el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”.

Las espadas están en alto. ¿Quién ganará el pulso? ¿Zuckerberg o Panza? ¿Google o el refranero? ¿La multitarea o la concentración?

Este pulso, que se celebra en la cantina interior de cada persona, de cada casa, lo ganará en ti quien tú quieras.

Puedes apostar por Zuckerberg: harás muchas cosas a la vez, llegarás a mucha gente, te moverás mucho y harás ruido. Siempre tendrás decenas de notificaciones en tus redes. Ahora bien, difícilmente saborearás la alegría que da el trabajo bien hecho, la serenidad, la concentración. El estar a solas contigo mismo, o con un amigo. Rara vez harás de forma excepcional un trabajo que requiera creatividad, ingenio y esfuerzo. No te quejes: es el precio que hay que pagar por ser un multitasker, una alegre mariposa.

O puedes apostar por Sancho. Hacer menos cosas, pero hacerlas bien. Saborearlas. Mantener el esfuerzo y sostener la concentración, frente a los cantos de sirena y las luces parpadeantes de tu móvil. Aprender a estar solo y sin distracciones. Atender a una sola persona, con el 100% de tu cariño y atención. Fruto de ese esfuerzo, tus obras pueden llegar a ser excelentes. Te distraerás menos, estarás más presente, trabajarás mejor.

En casi todas las casas gana Zuckerberg, porque el multitasking no solo es menos exigente, sino que además es promovido por poderosas industrias que viven de nuestra distracción. Ahora bien, si en tu cantina y en la de tus hijos apostáis por Sancho; si os esforzáis por desarrollar vuestra  capacidad de atención; si fomentáis el hábito del unitasking… tendréis una rara habilidad, que los demás no han sabido o no han querido defender. Seréis Unitaskers, portadores de un don, de un superpoder.

¿Zuckerberg? No, gracias. Me quedo con Sancho. Me apunto al Unitasking. Quiero tener un superpoder.

Este artículo de Juan M. Otero fue originalmente publicado en el diario Las Provincias 

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