No dejes que un fracaso amoroso te impida pasar página y te hunda
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Sufro de depresiones y mi autoestima está por los suelos. He tenido tres novios, mas no logro una relación estable. Mi sueño es formar una familia, pertenecer a alguien¡ y tener hijos… ¡Y tengo treinta y cuatro!
Esta joven profesional que me consultaba abatida comenzó a relajarse y confiar en mi mientras tomábamos café y observábamos juntas las flores del consultorio.
—Verá usted —prosigue— justo cuando comenzaba a enamorarme y a vivir una relación cautivante, mi novio decidió terminar con ella de forma inesperada. Me quedé arrasada. Y ahora no siento ánimos de cuidar de mi aspecto personal, como de forma compulsiva, he dejado de hacer ejercicio y mal me maquillo. Esto ya ha llamado la atención de mis amigos y en mi trabajo, mas no lo puedo evitar. Me imagino como una “solterona” nacida para vestir santos y lagrimeo con facilidad pensando que no nací para amar y nadie nació para mí.
— ¿Piensas que por tu edad estás perdiendo lo mejor de ti para recibir amor? —le pregunté.
—Bueno, los hechos hablan. — contestó con desesperanza.
— ¿No será que estás pasando por un eclipse de personalidad confundiendo tu duelo por ese fracaso amoroso con la preocupación de que estás perdiendo lo mejor de tu atractivo?. Comprendo tu tristeza, y sí, es necesario permitirse vivir el duelo ante una pérdida tan importante para tu corazón. Es bueno desahogarse con el llanto y hablarlo con quien más te quiere. Pero también ha de llegar el momento de enjugar las lágrimas y admitir que la vida continúa.
No te dejes llevar por la tristeza nostálgica. Evita los pensamientos del tipo “si yo fuera más alta o con otra apariencia”. Estas ideas no te permiten aceptarte con realismo y humildad y generan en ti una barrera con respecto a la aceptación de los demás.
Te propongo observar a las parejas por la calle. Verás que ninguno de los dos es perfecto físicamente y comprenderás que su relación se basa en algo más. Pierde el miedo de no casarte poniendo esta inquietud en manos de Dios. La lo dice el dicho, matrimonio y mortaja, del cielo bajan. Retoma el coraje de impedir que envejezca tu interior por comprometer negativamente diferentes aspectos de tu personalidad.
Piensa que nos encontramos inmersos en una cultura que promueve la juventud y la belleza física como la más importante y maravillosa etapa de la vida, lo cual no es cierto. La única intención que esconde esta mentalidad es el consumo de productos cosméticos y el recurrir a la cirugía estética.
La sociedad de hoy en día parece desconocer grandes verdades sobre los atributos de la mujer como estas:
- La belleza femenina convoca, no provocadora. Es una belleza que aúna a las personas y las atrae por su personalidad y no por su físico. Hablamos de belleza interior como verdadera forma de belleza exterior.
- El amor auténtico pone el foco en la persona y no únicamente en los atributos físicos de la persona, como una hermosa cabellera, una silueta, su juventud, etc.
—Vaya me habla usted de belleza y juventud desde una perspectiva distinta a la que estoy acostumbrada, ¿Qué es lo que me propone?
— Que seas tú quien se automedique para salir de la depresión, haciendo que las fibras de tu alma se tensen y vibren con nuevos retos de tipo intelectual, afectivo, profesional, social, espiritual y por el bien de tu salud.
Pasa que el miedo a la soltería te está provocando formas de envejecimiento como:
- Incapacidad parar ir a más en las virtudes.
- Pesimismo con sentimientos de autocompasión que te impiden reconocer la falta de lucha. A tu joven edad, cada lamentación, cada queja u otros pensamientos negativos que asimila tu personalidad es como si incorporaras una arruga más en tu alma o un centímetro más a una incipiente joroba de viejo.
Terminamos la charla con propósitos concretos de superación personal. Y lo cierto es que esta joven poco a poco fue cambiando. Recobró la serenidad, volvió a arreglarse, a frecuentar a sus amigos, se esforzó por sonreír y comenzó a salir. El amor llamó a su puerta y fue correspondida con una sólida relación.
Al renovar la esperanza se renueva la juventud. De lo contrario, se deja de progresar esa otra fibra afectiva del corazón que es la pasión pura por la vida que atrae convoca y enamora. Y eso vale para todas las edades del amor.
Por Orfa Astorga de Lira
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