Un conmovedor testimonio tras la catástrofe de Burmadinho y una dura crítica de un obispo local
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El pasado 25 de enero Brasil se ha visto sacudido por una terrible catástrofe, el derrumbe de una presa en un complejo gigante minero (vinculado a residuos minerales) en la localidad de Burmadinho (Minas Gerais). Los ecos continúan hasta el día de hoy y a continuación un testimonio escalofriante:
“Entramos y tratamos de escapar manejando. Esa era nuestra intención. Pero tras manejar por 15 metros vi el lodo justo enfrente. El lodo se acercaba y yo trataba de ir hacia el otro lado. Cuando vi que no había nada que hacer paré el auto y dije a mi colega: ‘No hay salida, preparémonos para el impacto’”.
Efectivamente, así comienza el relato de Elias Nunez, un brasileño afectado por la catástrofe que en diálogo con BBC Mundo contó que estuvo muy cerca de la muerte, pero también cómo en ese momento logró aferrarse a la fe.
“Ahora, amigo es hora de rezarle a Dios, llegó nuestra hora. Esto es todo”, prosigue relatando este hombre, quien veía cómo el lodo estaba casi encima.
“Cuando terminamos de rezar estábamos en lo alto del lodo. Primero golpeó mi costado y luego el del pasajero y levantó el auto. Creo que pese a la situación conseguí mantener la calma”, indicó.
“En un momento como ese lo único que piensas es que vas a morir. Ves una fuerza sobrenatural arrasando vagones, trenes. Nuestra camioneta era como un grano de arena, podría haberla aplastado fácilmente. Así que lo único que hicimos fue pedirle a Dios que nos salvara”.
El relato de este hombre, que sobrevivió junto a su colega, conmueve y se hace luminoso en medio de tanto dolor y oscuridad, pues esta tragedia ha dejado más de 100 muertos y centenares de desaparecidos.
“Delitos ambientales y asesinatos colectivos”
Pero mientras estas voces generan esperanza y hoy se convierten en testimonio, también hubo otras muy críticas con respecto a lo acontecido, principalmente en cuanto a la responsabilidad de la empresa minera vinculada a esta tragedia.
Un ejemplo de esto es la de monseñor Joaquim Mol Guimarães, obispo auxiliar de Belo Horizonte y rector de la Universidad Pontificia de Minas Gerais
“No hubo ningún incidente en Minas Gerais. Hubo un delito ambiental y un homicidio colectivo”, dijo enfático el obispo a través de un artículo titulado “Compañías mineras culpables de injusticia humana”, reproduce la agencia Fides.
“Minas ve la aniquilación de sus ríos, lagos, tierras cultivables, comunidades y culturas. Los crímenes se cometen contra la vida humana, contra el medio ambiente y contra el derecho a vivir en comunidad y en familia”, prosiguió.
“Lo que se ha dejado al hombre para prosperar, tener una vida plena y transmitirlo a las generaciones futuras, puede ser destruido en poco tiempo por la acción, irrevocablemente especulativa y criminal de las empresas mineras”, agrega el obispo en su nota evocando el mensaje de Laudato Sí, la encíclica del Papa sobre la “casa común”.
En ese sentido, según el obispo, en la búsqueda de un beneficio “exorbitante”, las empresas del sector “optan conscientemente” “por modelos extractivos perjudiciales para el medio ambiente y para la vida humana”.
“La minería en nuestro país se ha vuelto éticamente insostenible”, indica el obispo, quien además de la tragedia de Burmadinho hace también referencia a una similar en Mariana (2015).
Y su postura es más que concluyente, pues directamente no se trata de “accidentes”, sino de “delitos ambientales”.
“Necesitamos como nunca antes, – concluye el obispo -, de un debate que una a todos en la búsqueda de respuestas al desafío ambiental, que exige respeto y tiene un impacto en todos nosotros”.
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