Si eres sufridora y te quitan las paz asuntos que luego ves como irrelevantes, aquí tienes soluciones para vivir con más paz.
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¿Cuántas veces te ha ocurrido que te ha comenzado a latir fuerte el corazón por algo que crees que va a suceder, has pasado un mal día y luego ha quedado en nada? Sufrimos de más cuando algo nos inquieta y nos angustia sin que realmente valga la pena ponerse así. Sin embargo, a veces no es fácil dominarse y dejar de pensar en ello.
Los nervios, las prisas, la sensación de enormidad de un problema pueden llegar a ser un impedimento para nuestra calma. Cuando algo te preocupa, pierdes la concentración. Y si preocupa mucho, incluso puede hacer que pierdas la paz.
¿Cómo lograr que en nuestra vida diaria no nos preocupemos tanto por cosas innecesarias? ¿Hay alguna pauta para poder discriminar cuando me llega el problema a la cabeza?¿Cómo despreciar esos pensamientos negativos que no conducen a nada? En resumen, ¿cómo puedo ser menos “sufridora”?
Aquí tienes una lista de soluciones prácticas para moderar esa preocupación:
Discrimina
Vas a hacer como los sexadores de pollos: toma una idea y clasíficala en importante o no importante. Pero una vez hayas hecho eso, si dices que es importante, pregúntate: ¿me parece importante porque mi mente la ha magnificado o distorsionado?
Nuestros pensamientos no siempre son acertados al cien por cien. La carga de la experiencia y el modo imperfecto de conocer las cosas hacen que los humanos a veces nos equivoquemos al juzgar un hecho. Ten presente si ha podido pasar eso. Por ejemplo: cuando se trata de enfrentarse a un problema relacionado con alguien que me cae mal, es posible que mi grado de disculpa sea menor.
¿Me mueve la emoción?
¿Estoy triste? ¿Enfadadísima? ¿Me ha dado vergüenza? ¿Tengo un bajón? Con cierto tipo de preocupaciones, es mejor irse a la cama y al día siguiente el problema se ve reducido a una cuarta parte… ¡o ha desaparecido!
Observa cómo repercute la preocupación en tu cuerpo.
¿Tienes dolor de cabeza o de estómago, colitis, sudoración, contractura en la espalda…?
La experiencia es un grado
¿Te ha ocurrido otras veces? ¿Lo superaste? ¿Cómo lo hiciste? Entonces, piensa que esa misma solución te dará pistas para actuar ahora. Para que puedas aplicar esto, piensa cuál fue el primer paso que diste entonces.
No presupongas lo que piensan los demás
Pensar qué dirán los demás puede resultar agotador. No te preguntes qué pensarán de ti o de lo que ha ocurrido. Limítate a los hechos, a lo que realmente sucede.
Háblate en positivo
La psiquiatra Marian Rojas, autora del libro “Cómo hacer que te pasen cosas buenas”. anima a que nos digamos algo sobre nosotros que sea cierto y que nos ayude a crecer en seguridad. Por ejemplo: “tú siempre has sido muy luchadora”.
¿Cuál es el siguiente paso? “Siente esa emoción positiva, permite que llegue a tu cuerpo aportando bienestar”, sugiere la doctora.
El presente es tu base sólida
Es lo que te permite actuar hoy y ahora.
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Ten visión de futuro
Pregúntate cuán importante será esta preocupación dentro de un año. ¿Valdrá la pena que te lo tomes así? ¿Seguirá existiendo ese motivo de preocupación o ya ni te acordarás?
No respondas automáticamente
Haz una pausa y date un tiempo para pensar y comunicar a los demás la preocupación.
Por más negativa que sea una situación…
Busca lo positivo de ella
Si tu cabeza está hecha un lío…
Ponte a escribir los pensamientos. Te ayudará a aclararte. Reléelos y ve tachando lo que es irrelevante. Así darás con el meollo del problema.