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Báez y Cardenal: una imagen para la historia

ERNESTO CARDENAL
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Esteban Pittaro - publicado el 18/02/19
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Más allá de un tuit, una profunda reconciliación para América Latina. Horas más tarde, este lunes 18 de febrero, se confirmó el levantamiento de la suspensión canónica sobre Ernesto Cardenal.

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El obispo auxiliar de Managua (Nicaragua) monseñor Silvio Báez, conocido por su compromiso en defensa de la libertad y la democracia en Nicaragua, publicó un tuit muy significativo para la historia de la Iglesia en su país:

“Hoy visité en el hospital a mi amigo sacerdote, P. Ernesto Cardenal, con quien pude conversar unos minutos. Después de haber orado por él, me arrodillé ante su cama y le pedí su bendición como sacerdote de la Iglesia Católica, a lo cual accedió gozoso. ¡Gracias, Ernesto!”

El domingo 1 de marzo de 2020 se anunció la muerte de Cardenal luego de varios días hospitalizado y Báez volvió a recordar esta imagen con el siguiente mensaje: 

Levantamiento de suspensión 

Aunque reseñar a Ernesto Cardenal llevaría artículos aparte, baste para comprender el mensaje con recordar la imagen de Juan Pablo II riñendo en público a este poeta sacerdote que por aquella época había adherido al sandinismo, del que era ministro. Años después fue suspendido por Juan Pablo II. Hoy, gravemente enfermo, se encuentra muy distanciado del régimen de Daniel Ortega.

Algunos expresarán alegría ante la escena, por sentirse identificados con las ideas de Cardenal. Otros quizá estupor, porque pueden entender que las ideas y palabras de él no han hecho bien a la Iglesia y a su país. Algunos verán un gesto de misericordia, aún en la discrepancia, y otros lo verán como una reivindicación ideológica.

Pero más allá de cualquier interpretación, e independientemente de que se confirme el levantamiento de la suspensión (algo que finalmente sucedería este lunes 18 de febrero) , el gesto asoma como una mirada necesaria para un pasado ya no tan reciente en América Latina. En Nicaragua, en la Argentina, en Chile, en El Salvador, en tantos países de la región se sigue juzgando a las personas por la afinidad que uno u otro tenía a un lado u otro en tiempos de dolor civil y enfrentamiento fratricida. Y juzgar a las personas involucradas en aquellos años con la distancia de quien juega al TEG parece no ser el método adecuado. Aún cuando lo vivido hace décadas haya sido dolorosísimo. Sobre todo, porque aún con el pasar de los años hay dolores y dramas en el seno de cada uno de los países que no cesan, y las generaciones contemporáneas suficiente tienen con los desafíos de estos años para seguir preocupados con los de antaño.

 

 

En Nicaragua, por lo pronto, hay presos políticos cuyo motivo de encarcelación ha sido oponerse al gobierno. Estos días se supo por el mismo monseñor Báez que mujeres presas han sido vilmente golpeadas. Habría cientos de presos políticos en el marco de una crisis que se llevó la vida de al menos 250 personas en las calles del país. Un sacerdote de Managua el otro día protagonizó un incidente con la policía. La tensión aún se palpa y la crisis no acabó con el 2018. Y la salida no es responder la violencia con violencia, enseña Nicaragua con su propia historia.

 

 

El sábado se concretó un importante gesto que, al menos, ilusiona. En una mesa se sentaron representantes del gobierno de Daniel Ortega, empresarios, y la Iglesia nicaragüense, representada por el cardenal Leopoldo Brenes y el nuncio apostólico Waldemar Sommertag. Es el inicio de un camino de diálogo, motivado también por una visita de la Organización de Estados Americanos.

El camino del diálogo podría ser largo; incluso algunos juzgarían que demasiado. Pero una vez que las crisis pasen, los compatriotas tendrán el desafío de reencontrarse: y las ideologías y sus ídolos no son garantía para hacerlo. Lo recordaba el Papa Francisco en el Ángelus del domingo: “Hay muchos que se proponen como dispensadores de felicidad: prometen éxito a corto plazo, grandes beneficios a la mano y soluciones mágicas a todos los problemas”.

Aunque provoque distintas reacciones, algunas comprensibles por el dolor acumulado de muchos años, el tuit del obispo auxiliar de Nicaragua que se muestra yendo a visitar a un hombre que durante tanto tiempo ha dado la espalda a la jerarquía de la Iglesia, es un mensaje de reconciliación que trasciende las fronteras. Una invitación, como dice el Papa Francisco en el Ángelus de este domingo, a “abrir los ojos, a adquirir una mirada más penetrante de la realidad, a sanar de la miopía crónica que el espíritu mundano nos contagia”.


EDWIN ROMAN
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Nota del editor: Horas después de publicarse este artículo la Santa Sede hacía público que el 2 de febrero, el nuncio apostólico, Mons. Waldemar St. Sommertag visitó en su casa al padre Ernesto Cardenal, lo encontró lucido a su edad de 94 años, cumplidos el 20 de enero. A partir de ese coloquio, profundo abierto y amigable, nació una petición de reintegración. Papa Francisco levantaba la suspensión canónica sobre Ernesto Cardenal.

 

Artículo actualizado 1 de marzo de 2020

 

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