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6 actuaciones eficaces para educar a un hijo único

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Aleteia Team - publicado el 20/02/19
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El hijo único (o el nacido mucho tiempo después de otro hermano) crece en una situación psicológica particular: los padres deben ser conscientes de esas peculiaridades

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Un hijo único (o uno nacido mucho tiempo después de otro hermano) tiene características especiales y crece en una situación psicológica particular, que es necesario que los padres comprendan con claridad.

El sitio Hacer Familia publicó un interesante artículo de la psicóloga y orientadora familiar Lucía Herrero, del que extraemos 7 consideraciones importantes y 6 actitudes que hay que alentar en los padres de hijos únicos.

6 actitudes a adoptar

En este panorama de pros y contras, los padres de un hijo único tienen que trabajar con él algunas cuestiones específicas, visando equilibrar las ventajas y desventajas de no tener hermanos:

7 aspectos a considerar

1 – Por un lado, la educación del hijo único tiende a ser simplificada y enriquecida por la relación más “exclusiva” con los padres, lo que hace que el niño, con frecuencia, madure y avance intelectualmente más que una persona que tiene muchos hermanos. Por escuchar con más frecuencia a adultos que a otros niños, el hijo único tiende a aprender más precozmente a construir frases, a razonar con más rapidez y a desarrollar un vocabulario abundante.

2 – Por otro, está privado de la riqueza de convivir con hermanos, en la que vienen “embutidas” experiencias importantes como la de lidiar con los sentimientos de envidia y rivalidad, así como la de compartir, pensar en el otro y convivir con las diferencias de personalidad.

3 – Además de eso, el hijo único puede tener una excesiva tendencia a la imaginación desbordante, pues la menor convivencia con otros niños le lleva a construir un mundo imaginario en el que no se ve solo.

4 – Por la misma razón, puede tener dificultades para adaptarse a los juegos colectivos, para integrarse en el mundo de los compañeros de su edad y superar el complejo de Edipo.

5 – Por el contrario, suele hacer que sus padres se unan más como pareja, ya que el cuidado de un hijo único es generalmente una preocupación compartida más intensamente entre esposa y marido.

6 – Esa misma relación de mayor proximidad, que es muy positiva, conlleva también el riesgo, sin embargo, de mayor inseguridad para el niño, ya que probablemente será más observada y vigilada – y se dará cuenta de ello.

7 – Por otro lado, el hijo único no tarda en darse cuenta de su propia posición privilegiada: con una vida más llena de cuidados, mimos e incluso caprichos, el riesgo que corre es el de sentirse el centro de las atenciones de toda la familia, volviéndose una persona difícil de satisfacer.

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Adaptado a partir de material del sitio Hacer Familia

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