Las funciones del gerente corresponden a las exigencias de las organizaciones. De ahí la importancia de que el gerente sea a la vez humano y eficiente
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Hoy en día somos testigos de una revolución de la gestión, fruto a su vez de las revoluciones tecnológicas, virtuales, de redes sociales, etc. Es cierto, no es necesario utilizar grandes palabras, como “revolución”, para constatar que las organizaciones que funcionas son innovadoras en sus productos, reactivas en la producción. Pero sí parece urgente repensar la gestión en función de estas dimensiones, de integrar en los nuevos gastos la dimensión humana, la bondad, y de desarrollar una mirada positiva sobre las realidades empresariales, de reconciliarse con el placer de trabajar, el conocido como “lol management”, ¡de darle un sentido!
Esta efervescencia no es solo una cuestión de moda. Se corresponde también con una renovación del pensamiento gerencial que se fundamenta en las siguientes ideas:
1/ Debemos hacer más con menos. Es la consigna del rendimiento ecológico y contrario al desperdicio, una nueva razón económica que debe guiar nuestro comportamiento.
2/ Las plataformas colaborativas (Wikipedia) promueven la competencia compartida más que la experiencia de uno solo, la inteligencia colectiva por encima de la excelencia personal. Esto supone un nuevo tipo de relación, menos narcisista, más creativa, más distendida.
3/ El mundo es cada vez se hace más complejo y rápido. Para comprender lo que hay que hacer, hay que ser capaz de simplificar y de imaginar nuevos escenarios. A eso se le llama desarrollar una capacidad de visión.
4/ Porque el mundo se mueve cada vez más rápido y porque el cliente exige calidad y respeto en cuanto a los plazos establecidos. También hay que ser flexible en la organización y reactivo en la producción. A eso se le llama agilidad.
El buen gerente es polifacético
Razón, relación, visión, producción. Cuatro exigencias de las organizaciones que se corresponden con las cuatro funciones del gerente. Nadie puede prescindir de ellas. No es únicamente una constatación práctica, sino que hay antropología detrás. Un buen gerente no está programado para realizar una única cosa sino todo lo contrario. Ha de ser polifacético para lograr eficacia (razón); motivar al equipo (relación); aportar un sentido (visión) y ser sensible al resultado (producción). Todo ello hace de él un gerente generalista, humano y eficaz.
Este modelo gerencial de cuatro dimensiones es el que hay que promover en las organizaciones. Tiene la ventaja de ser simple, de estructurar eficazmente los procesos de gestión y al mismo tiempo se apoya en una antropología robusta.