Esto es lo que contaron varios padres y madres de niños con síndrome de Down. Explicaron cuál fue el trato que recibieron por parte del médico que les atendió. Querido doctor:
Ellos esperaban información a favor de la vida del hijo que iba a nacer.
Ellos esperaban que usted cumpliera con el juramento de Hipócrates, por el que usted se compromete a buscar la salud de sus pacientes, no la muerte.
Ellos querían que usted les apoyara en la decisión de dejar nacer, cuidar y proteger a su hijo, fuera cual fuera su situación médica.
Pero ellos fueron a la consulta y usted les indicó que la mejor vía era matar a su propio hijo.
Usted les hizo sentirse solos.
Usted hizo que escucharan que era mejor matar a su hijo que hacerlo vivir con síndrome de Down.
¿Dónde está la vida? ¿Dónde está la Medicina?
Usted, doctor, no les informó suficientemente, porque la verdadera información habla de VIDA.
Usted, doctor, olvidó qué es ser padres.
Usted, doctor, interpretó el síndrome de Down como un enemigo al que hay que asesinar.
Olvidó usted, doctor, que por encima de todo los padres piensan en su hijo.
“No importa cuáles fueran los resultados de la amniocentesis, nosotros sabíamos que no íbamos a abortar. Sabíamos que no íbamos a tomar ese camino. Era como si ella sintiera que lo que estábamos haciendo era incorrecto. Nos dirigimos a casa dándole vueltas a la cabeza. No nos apoyó en absoluto y cuando volvimos un par de semanas después, siguió presionándonos…”
Usted no apreció, doctor, que estos padres eran conscientes de lo que significa tener un hijo con síndrome de Down.
Usted no apreció, doctor, que ellos consideran que vale la pena el esfuerzo y que afrontándolo se puede ser una buena madre:
“Dijeron a mi familia todas las cosas que mi hija no sería capaz de hacer y todo lo negativo que vendría de ella”.
“Fueron ustedes extremadamente fríos cuando me llamaron para comunicarme el diagnóstico de mi hijo. Fue uno de los peores días de mi vida”.
“Me presionaron para que me hiciera las pruebas genéticas de la semana 36 y luego me ofrecieron que pusiera fin a mi embarazo”.
“Dos veces me ofrecieron abortar y solo me hablaron de lo negativo”.
“Ustedes me presentaron el nacimiento de mi hijo como si fuera algo negativo“.
“Querido doctor:
Lo que esperaba de usted era escuchar algo positivo. Que me dijera que todo iba a salir bien.
Esperaba que me dijera que no había por qué estar triste.
Lo que debía haber dicho es: ‘Enhorabuena, tienes un niño’.
Ojalá hubiera comunicado a mi familia todas las cosas que mi hija podría hacer bien y lo que nosotros podríamos verle hacer”.
Querido doctor, no prediga el futuro de los hijos con un “no”. Hágalo con un sí, empezando por hacer que vivan.