Los consagrados siguen trabajando con el mismo amor de siempre, a pesar del ataque sufrido en los camiones que transportaban la ayuda humanitaria desde Colombia hacia Venezuela
Los hombres y mujeres de la vida consagrada están convencidos que ante los ataques recibidos por las personas y vehículos que transportaban la ayuda humanitaria destinada a más de 300.000 pacientes crónicos en Venezuela, no se debe caer en el desánimo; por el contrario, hay que impulsar con mayor ahínco el trabajo social, pastoral y espiritual.
“Tenemos un compromiso por la vida, por la dignidad y por el bien común. Este compromiso, independientemente del contexto en que nos movamos, es irrenunciable”, dijo en conversación para Aleteia, el sacerdote jesuita Alfredo Infante.
El también director de la Revista SIC analizó brevemente la situación desde el “cómo”, asumiendo que en este momento, el régimen de Nicolás Maduro, “agudiza la represión” en Venezuela. Por tanto, alerta en el sentido de “seguir haciendo lo que estamos haciendo”. “Primero, que no hayan más muertes para lo cual tenemos que cuidar y proteger la vida; segundo, que no se sigan violando los derechos humanos, ante lo cual debemos apoyar toda iniciativa que vaya en defensa de la dignidad humana”.
El tercer aspecto propuesto por el jesuita responsable de la red educativa popular “San Alberto Hurtado” del sector La Vega, en Caracas, es “establecer y fortalecer nuestras redes de solidaridad porque así fortalecemos el tejido social y la organización social se consolida el bien común, es decir, la defensa del bien común”. Y en esto, considera el padre Alfredo Infante, “la iglesia es compañera de camino”.
“Apuesta por transformar las condiciones para que como decía Jesús: tengamos vida, y vida en abundancia. Pero, independientemente de la situación su misión (de la Iglesia) es acompañar, en las buenas y en las malas al lado del pueblo, en la acera de enfrente del poder que niega la vida”, expresó el religioso.
Hambre en Venezuela:
Tienen 130 años entre los enfermos
Las Hermanitas de los pobres de Maiquetía, es tal vez, uno de los ejemplos que el padre Infante quiso mencionar en ese compromiso de ir más allá de las circunstancias. Esta laboriosa congregación femenina fue fundada el 25 de septiembre de 1889, pero desde el año 2016, trabajan en la ayuda humanitaria, adaptándose a la crisis de Venezuela. Entre otras tareas, llevan medicamentos e insumos a varios centros hospitalarios.
Iraida Mora, una de las religiosas de Caracas, corrobora el trabajo en este campo humanitario. “Lo hacemos a través del proyecto de asistencia técnica de la Asociación Venezolana de Centros de Salud de Orientación Cristiana (Avesoc), sostenidas por las embajadas de Canadá y los Estados Unidos”, apuntó en una reunión convocada por la CONVER (Conferencia Venezolana de Religiosos y Religiosas) a la que asistió Aleteia.
Los hombres y mujeres de vida consagrada analizaban su participación con la ayuda humanitaria, específicamente en la distribución de los insumos médicos, quirúrgicos y alimentos que varias naciones y organismos internacionales donaron a Venezuela.
La religiosa comentó que para cumplir con esta titánica tarea en favor de los más vulnerables, cuentan con el apoyo de las Cáritas parroquiales, de la asociación civil Damas Salesianas y grupos de voluntarios que se esmeran diariamente por entregar su granito de arena por la salud y la vida de aquellos que lo necesitan. “Lo hacemos a través de jornadas sociales como las Olla Solidarias, el Banco de Medicinas y las jornadas medico sanitarias”, aseguró.
Dentro de su estructura cuentan con el proyecto de asistencia técnica para la realización de talleres de capacitación dirigidos a las personas que trabajarán en la jornada de ayuda humanitaria. “Así estaremos dando cumplimiento a las normas universales de protocolo para estos fines”, dijo en su intervención. Explicó que otro de los trabajos que cumplen es el apoyo a los niños internos en el hospital “Victorino Santaella”, en Los Teques, estado Miranda; y también, en “San José”, en Catia La Mar, estado Vargas.
La hermana Fátima Vieira, vicepresidenta de CONVER instó a las congregaciones a unirse más en favor del prójimo; a prepararse para ayudar en esta “emergencia social por la que atraviesa el país”, en la que el reto actual es “sembrar la esperanza en el pueblo de Dios”. “La unidad debe sembrarse en las congregaciones religiosas, incentivar la conciencia cristiana y ciudadana de que todos somos hermanos”.
Monseñor Castro: “No usar la violencia”
Otro de los que se pronunció en contra de los ataques sufridos por el convoy de la ayuda humanitaria fue monseñor Fernando Castro Aguayo, obispo de Margarita. Indicó que “la indignación ha sido muy grande y al ver los resultados de la jornada del 23 de febrero, 15 muertos y 300 heridos, se nos genera un sentimiento encontrado (…) Pareciera que quienes debieran protegernos se han convertido en nuestros enemigos”.
Sin embargo, aseguró: “el camino del bien, el camino del servicio no solamente está en hacer, muchas también está en resistir y en tener una visión más allá de los hechos inmediatos que pueden ser violentos, contradictorios y hasta convertirse en un muro”.
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