El obispo del Táchira, Mario Moronta, exigió la apertura de la frontera y calificó lo ocurrido en los límites con Colombia y Brasil como una “inmoralidad” que constituye un “crimen de lesa humanidad”, por lo que “tendrán que rendir cuentas ante Dios”
La frontera entre Colombia y Venezuela permanece “totalmente” cerrada. Pero por debajo del puente, por el río y a través de peligrosas “trochas” y caminos verdes se trasladan a diario cantidades cada vez más grandes de personas que buscan cruzar para continuar sus vidas.
Los niños conforman la población más vulnerable, pues se ven sometidos a interminables caminatas por vías particularmente peligrosas para llegar a clases.
La grave situación llevó a la movilización de un grupo de padres y representantes hasta el puente internacional para reunirse con autoridades fronterizas venezolanas, en un intento desesperado por lograr la reanudación del paso peatonal.
En medio, se exponen a riegos en espera del desplazamiento legal tanto los escolares como quienes acuden por tratamientos médicos o en busca de alimentos, que han visto aumentar de forma exponencial sus precios en Táchira, debido a la escasez y dificultad para ubicar los insumos en un mercado cada vez más distorsionado.
Valentina, de 13 años de edad, es una de las cinco niñas que está acudiendo al aula en Táchira, pero sus otros cuatro compañeros dejaron de ir desde el pasado 23 de febrero, cuando partieron con sus padres al concierto Venezuela Aid Live, realizado en el puente internacional para apoyar el ingreso de ayuda humanitaria al país.
Los niños también son víctimas del cierre de la frontera y deben pasar por trochas para poder seguir estudiando#Táchira#Cúcuta#Venezuela#Colombia pic.twitter.com/mc4laHH2JR
— Lorena Evelyn Arráiz (@lorearraiz) March 6, 2019
Desde entonces, permanecen “atrapados” en casas de familiares en Cúcuta (Colombia), pues no desean arriesgar la vida de sus hijos para utilizar las mencionadas trochas. Sin embargo, todo un movimiento comercial –ante los ojos de uniformados de las dos naciones- ocurre bajo los puentes. Incluso, puede escucharse a todo pulmón la oferta de llevarles “con o sin documentos”.
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Comercio ilegal y control por parte de mafias
El comercio ilegal está instalado en la zona. Por montos que habitualmente oscilan entre los 30 mil y 150 mil pesos (10 a 50 dólares), dependiendo de lo que se quiera trasladar, los lugareños dirigen y acompañan a las personas, donde hasta funcionarios responsables de “custodiar la soberanía” les ayudan a cruzar, a cambio de un pago.
“Cuando tú llegas a San Antonio, 3 cuadras antes de llegar a la Aduana te encuentras con una cantidad de gente ofreciendo pasarte para Colombia sin documentos y lo dicen así, a viva voz: ‘Colombia sin documentos”, contó la madre de Valentina, algo que pudo constatar Aleteia.
Sin embargo, en las últimas horas el peregrinaje y traslado en masa de personas “sin pagar” generó la reacción de muchos de quienes viven del “negocio” de trasladar a los migrantes que huyen de la crisis generada por el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
To give you an idea of how many people cross the border via the Trochas – on this moment #simonbolivar pic.twitter.com/xJfTybYcIl
— Michel Baljet (@MichelBaljet) March 5, 2019
Un reporte de la prensa local confirma en este aspecto que el paso masivo de niños por las trochas alrededor del puente internacional Simón Bolívar llevó a grupos armados que dominan el tránsito por estos pasos ilegales a “inhabilitar la trocha conocida como La Playita”.
Aleteia ha podido comprobar que las trochas siguen siendo usadas por niños de Venezuela que caminan por ellas durante al menos una hora para ir a sus salones de clases en centros educativos ubicados en Cúcuta y Villa del Rosario, en Colombia.
“Puedes pasar lo que sea. Desde comida hasta medicinas, pero también cauchos, aunque eso es más costoso”, narró José, un adolescente de 16 años que trabaja todos los días hasta 15 horas llevando bolsas y cargas por montos que varían de 5 mil a 30 mil pesos (1 a 10 dólares).
“El problema es que uno debe pagar también el alquiler de la carretilla. Y hay que pagar el agua de panela, cuando te mata la sed, porque el calor aquí es muy bravo. También es costoso el pago de una pieza, de una habitación. Pero sí, ¡todo aquí es un negocio!”, detalla.
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“Pagando, cualquier cosa la puede pasar”
“Lo más complicado de pasar no son los consumibles, sino la carne”, el ganado vacuno, pues se traslada en condiciones no aptas para el consumo e incumpliendo los protocolos exigidos por las autoridades sanitarias de las dos naciones.
Sin embargo, carretilleros de ambos lados dijeron a Aleteia que, “si se avisa y se paga, todo se puede pasar”. Agregaron que “hay tarifas establecidas para todo”. Por ello, en realidad, los verdaderos afectados son las personas que necesitando con urgencia continuar con sus tratamientos, deban adaptarse a esta vida tan compleja.
Antes del 23 de febrero, por los pasos peatonales de la frontera se movilizaban en promedio más de 45 mil personas a diario. Se calcula que al menos un tercio de esa cantidad lo sigue haciendo, ahora utilizado los peligrosos caminos verdes “con o sin documentos”.
Venezuelans in need of food & medicine use dangerous informal crossing (trochas) to get to Colombia since border bridges were closed by Nicolas Maduro last week to halt Juan Guaidó’s attempts to deliver US backed humanitarian aid to Venezuela. Video from yesterday in Cucuta. pic.twitter.com/h467Wrawqr
— Steven Grattan (@sjgrattan) March 3, 2019
“¡Que nos abran la frontera!”
“Quiero pedirles que se fijen a la cantidad de enfermos, en la cantidad de niños con enfermedades que tienen que pasar a Cúcuta por su tratamiento, y que debido a una decisión prepotente les impiden pasar para conseguir salud; o a los niños que estudian también, o las personas que van a trabajar a Cúcuta, o que vienen a trabajar con nosotros”, dijo por su parte el obispo de San Cristóbal (Táchira), Mario Moronta, en un audio que compartió con Aleteia.
“Mientras critican que hay un imperio que levanta muros, nosotros hemos visto cómo que se han levantado muros para impedir el paso de la gente por los puentes que nos unen con Colombia. Dicen que es por ahí por donde pasa el contrabando y eso es posible; ¿pero y las otras partes que están custodiadas por el Ejército y la Guardia Nacional por donde pasa la gasolina; y por donde pasa el contrabando de tantas cosas, hasta el contrabando de niños y adolescentes que son llevados a la prostitución? Allí, ellos no ponen la atención. Ponen la atención donde hay gente decente como nosotros que lo que queremos es paz, justicia y libertad”.
“Por eso hago el llamado desde aquí, desde San Antonio del Táchira, para implorar; más que implorar, para exigir, porque se implora solamente a Dios, y se les exige a los seres humanos: ¡que nos abran la frontera!”, dijo el también vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV).
“Quiero hacer un llamado también a los violentos, de lado y lado, los que provocan y lanzan piedras y bombas molotov; pero también a los colectivos: ellos no tienen ningún derecho ni sustento en la ley para andar persiguiendo a nuestras comunidades y estar amedrentando a todos aquellos que están viviendo en paz, queriendo trabajo, vida de familia y convivencia pacífica”.
“En nombre de Dios les pido a todos aquellos que se dedican a la violencia, que se unan a nosotros, los que queremos construir la paz. En nombre Dios les pido a las autoridades que se fijen en un pueblo que está sufriendo y pide paz; así como reafirmar la fraternidad entre venezolanos y colombianos”.
“Es una vergüenza, es una inmoralidad lo que está pasando en nuestra frontera y la de Brasil. Es una inmoralidad, un crimen de lesa humanidad, y tendrán que pasar por el juicio de Dios. Le pido al Señor que toque sus corazones” para se conviertan y nos dejen caminar de nuevo en libertad.
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