Cada vez más investigaciones indican que el alcohol provoca más daños al cerebro en desarrollo de los adolescentes de lo que se solía creer, y les causa unas lesiones significativamente mayores que al cerebro de los adultos.Los nuevos descubrimientos pueden ayudar a explicar por qué las personas que empiezan a beber a una edad temprana corren un enorme riesgo de convertirse en alcohólicas.
Según los resultados de un sondeo realizado en Estados Unidos entre 43.093 adultos y publicado el 3 de julio en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, un 47% de las personas que comienzan a beber alcohol antes de los 14 años desarrollan una dependencia en algún momento de su vida, en comparación con un 9% de aquellos que esperan como mínimo hasta los 21 años. La correlación se mantiene incluso cuando se tienen en cuenta los riesgos genéticos de alcoholismo.
Entre todos los procesos de desarrollo durante la adolescencia, existen dos que resultan de especial interés.
– El primero es el perfeccionamiento sináptico, que se produce paulatinamente a lo largo del período de adolescencia. Se refiere al perfeccionamiento de las sinapsis o conexiones entre las células cerebrales. Al nacer, cada célula del cerebro está conectada con otras diez mil pero no todas estas conexiones serán necesarias. Así que, en función del tipo de actividades en las que la persona se implica, las conexiones innecesarias desaparecen y se perfeccionan las restantes. De ahí que la corteza cerebral y la materia gris experimenten una reducción al final de una adolescencia sana.
– El segundo es la mielinización de la materia blanca. Los axones son las prolongaciones de las neuronas a través de las cuales circula el impulso nervioso para activar el procesamiento de la información en el cerebro. Estos axones se recubren de una sustancia llamada mielina, con lo que se logra que la información se procese de manera más eficaz en el interior del cerebro.
Durante la adolescencia tienen lugar muchos de estos procesos de desarrollo, localizados principalmente en la región de los lóbulos frontales. Si todo evoluciona normalmente durante la adolescencia, el cerebro gana eficacia en cuanto a transmisión de información con vistas a la madurez.
Problemas de atención y rapidez
¿Qué ocurre entonces si se introduce alcohol en el cuerpo durante este período de desarrollo tan significativo?
– Los niveles de atención son significativamente más pobres en los adolescentes bebedores. Además, debido al desarrollo evolutivo propio de la edad, a las funciones cognitivas que terminan de concebirse en esa etapa, debe sumarse que el hígado de un chico o una chica no está preparado para metabolizar el alcohol hasta los 18 años. Y en cuanto al sistema inmune, el alcohol lo debilita, lo que hace que sus organismos sean más vulnerables a todo tipo de enfermedades.
– Se evidencia también deterioro en las pruebas de velocidad de procesamiento de la información. Estos resultados coinciden con otras investigaciones, que describieron un deterioro en el rendimiento a la hora de procesar la información con rapidez y de mantener la atención.
Señales de alarma
Veamos algunos de los síntomas para reconocer si un adolescente está teniendo problemas con el alcohol.
– Cambios bruscos de comportamiento sin razón aparente.
– Mucho tiempo solo o encerrado en su habitación.
– Llegadas tarde. Retrasos. Ausencias injustificadas.
– Cambios significativos en el desempeño escolar.
– Falta de interés por los amigos, los deportes, el entretenimiento.
– Pérdida del apetito.
– Comportamiento depresivo.
– Hiperactividad o fatiga.
– Descuido en la forma de vestirse o en el aseo personal.
– Escapadas de casa.
La clave de todo está en los padres
Es de crucial importancia la presencia de los padres.
Hay que hacerse presentes. Escuchar a los hijos, sabiendo qué hacen, dónde y con quién. Los límites son necesarios. Poner límites es cuidar. Los límites son necesarios. Permiten diferenciar entre lo bueno y lo malo, lo que hay que hacer y lo que no. Sin ellos hay vacíos, soledad y confusión.
Los padres deben ser los referentes en los cuales los hijos puedan sentirse seguros, valorados y apreciados. La autoridad solo es válida con afecto, ternura, abrazos, caricias y firmeza en las decisiones, con la seguridad de que el día de mañana nuestros hijos sabrán agradecer nuestra presencia firme en sus años de crecimiento.
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