Homilía hoy en Casa Santa Marta
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“Lo formal es una expresión de lo real”, pero ambos deben ir de la mano, de lo contrario se acaba por vivir una existencia de “apariencias”, una vida “sin verdad” en el “corazón”. Es la reflexión que el Papa Francisco ofrece en la homilía de la Misa celebrada en Santa Marta, partiendo de un pasaje tomado del libro del profeta Isaías.
La sencillez de las apariencias debería ser redescubierta sobre todo en este periodo de Cuaresma, a través del ejercicio del ayuno, de la limosna y de la oración. Los cristianos, de hecho, deberían hacer penitencia mostrándose alegres; ser generosos con quien lo necesita sin “tocar la trompeta”; dirigirse al Padre casi “a escondidas”, sin buscar la admiración de los demás.
En tiempos de Jesús, explica el Papa Bergoglio en la homilía, el ejemplo era claro en la conducta del fariseo y del publicano, pero hoy los católicos se sienten “justos” porque pertenecen a tal “asociación”, porque van a “Misa todos los domingos” y no son “como esos pobres que no entienden nada”.
Los que buscan las apariencias, nunca se reconocen pecadores, y si les dices: “¡Tu también eres pecador!” – “¡Sí, pecados tenemos todos!”, y relativizan todo y vuelven a parecer justos. Incluso intentan aparecer con cara de estampita, de santito: todo apariencia. Y cuando se da esta diferencia entre la realidad y la apariencia, el Señor usa un adjetivo: “Hipócrita”.
La hipocresía de lo cotidiano y los profesionales de la religión
Cada uno está tentado por las hipocresías, y el tiempo que nos lleva a la Pascua puede ser ocasión para reconocer las propias incoherencias, para descubrir las capas de maquillaje aplicadas para “esconder la realidad”.
El Papa Francisco insiste en el aspecto de la hipocresía, un tema surgido con fuerza también en la XV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, sobre el tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. A los jóvenes, advierte, no les llaman la atención los que intentan aparentar, pero luego no se comportan en consecuencia, sobre todo cuando esta hipocresía la muestran los “profesionales de la religión”. El Señor pide, en cambio, coherencia.
Muchos cristianos, muchos católicos, que se dicen católicos practicantes, ¡cómo explotan a la gente! ¡Cómo explotan a los trabajadores! ¡Cómo los mandan a casa al principio del verano y los vuelven a contratar a finales, con lo que no tienen derecho a la pensión, no tienen derecho a progresar. Y muchos de estos se dicen católicos: van a Misa el domingo … pero hacen esto. ¡Y esto es pecado mortal! Cuántos humillan a sus empleados.
Un alma de agua y jabón
En este tiempo de Cuaresma, el Papa Francisco invita a todos a redescubrir la belleza de la sencillez, de la realidad que “debe estar unida a la apariencia”.
Pide al Señor la fuerza y sigue con humildad adelante. Pero no te maquilles el alma, o el Señor no te reconocerá. Pidamos al Señor la gracia de ser coherentes, de no ser vanidosos, de no aparentar ser más dignos de lo que somos. Pidamos esta gracia, en esta Cuaresma: la coherencia entre lo formal y lo real, entre la realidad y las apariencias.