El compositor que renovó el Tango. Historia de la música argentina y universal
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Astor Piazzolla fue considerado durante un tiempo un “asesino del tango”. Cuando sus composiciones comenzaron a trascender, él explicaba que así como Buenos Aires había cambiado, y en sus calles no había más faroles, también habría de hacerlo el tango.
Pero llevó años para que el reconocimiento de este gran compositor y bandoneonista se haga unánime: en el exterior, no obstante, su obra comenzó a conmover y estudiarse. Acaso tanto como él lo hacía en vida, puesto que para la renovación del Tango Piazzolla se valió de una fusión digna del mejor laboratorio musical. Como describió el pianista Pablo Ziegler, compañero de Piazzolla en su segundo quinteto, fue el primer tanguero que unió el tango con el jazz y lo clásico. Inmortal ejemplo de esto es su clásico Libertango.
Los orígenes de Piazzolla explican ese anhelo: a diferencia de otros tangueros, se forjó como inmigrante en el Village neoyorquino. Había nacido en Mar del Plata, pero le tocó crecer y recibir su primer bandoneón de parte de su papá Nonino en la época de la explosión del swing y las big bands.
Por saber inglés, conoció a Carlos Gardel en sus incursiones neoyorquinas y lo ayudó como traductor. Incluso se ganó un lugar en el film “El día que me quieras”. Cuentan algunos que el zorzal lo escuchó tocar el bandoneón, y hasta lo ofreció sumarse a su banda. De haberlo hecho, podría haber perecido con Gardel en el accidente aéreo que esfumó su vida.
Alguna vez preguntaron a Piazzolla cuál era su mejor composición, y no dudó en responder Adiós Nonino. No eran jornadas fáciles para Piazzolla durante su gira centroamericana, cuando encima recibió la noticia de la Argentina que su padre, Nonino, el mismo que le había cambiado la vida con aquel regalo a los 9 años. Dolido y melancólico, de regreso en su casa de Nueva York, en 1959, compuso una de las composiciones más desgarradoras y emocionantes que jamás se hayan escrito.
El amplísimo repertorio de Piazzolla encierra además un Ave María propio, en una versión para Enrique IV, de Luigi Pirandello, dirigida por Marco Bellochio.
En el libro El Jesuita preguntan a Jorge Bergoglio de su afición por el tango, y responde que entre sus referentes favoritos está Piazzolla, en especial cantado por Amelita Baltar. Una de las canciones más recordadas de ese dúo entre Piazzolla y Baltar lleva la letra del uruguayo Horacio Ferrer y se titula Balada para un loco.
El homenaje a Buenos Aires de Balada para un loco tiene un complemento en otra canción de esas bien porteñas, experimentales al estilo Piazzolla, en Buenos Aires Hora Cero.
Astor Piazzolla cumpliría el 11 de marzo de 2019 98 años. Cercanos al centenario de su nacimiento, con mayor claridad se advierte que su legado en la música será inmortal.
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