Sucedió el 11 de marzo de 1641 y se transformó en la batalla que permitió la consolidación territorial de las Misiones Jesuíticas en la región sur de América Latina
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Este 11 de marzo se cumple un aniversario bastante particular y a veces olvidado. Se trata de los 380 años de la Batalla de Mbororé (1641), una lucha que se llevó a cabo durante Semana Santa en aquella época y en las aguas del río Uruguay.
Por un lado, los bandeirantes portugueses, héroes en la Historia de Brasil, pero también enemigos de las reducciones jesuíticas. Por el otro, los guaraníes evangelizados por los misioneros jesuitas, los responsables de la fundación de 30 pueblos (Provincia jesuítica del Paraguay) en lo que actualmente es conocido como Argentina, Paraguay y Brasil durante el Siglo XVII.
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La gran batalla
Fue en ese lugar donde unos 4.200 indígenas guaraníes –debidamente confesados por los jesuitas- pisaron fuerte y se prepararon para la gran batalla contra los bandeirantes, quienes anteriormente habían generado verdadero pánico y destrucción, entre otras, en Guairá (cerca del Estado de Paraná, una misión que data entre 1628-1631).
Es que la brutalidad de los bandeirantes a la hora de asaltar las misiones de los jesuitas en Río Grande do Sul fue verdaderamente “extrema”. Muchos de los indígenas de aquel momento terminaron esclavizados en sus manos.
Estas reflexiones y adjetivaciones –además de todo lo vinculado a la Batalla de Mbororé recordada este 11 de marzo- pertenecen al profesor Sergio Venturini, un investigador de Río Grande do Sul y estudioso de las Misiones Jesuíticas en el libro “Indio Guaraní. En la selva, en las Misiones, hoy”, trabajo editado por Tierradentro en 2011.
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“La disputa entre Dios y el diablo”
La Batalla de Mbororé esconde varias curiosidades. Una de ellas, por ejemplo, la de ser considerada la primera batalla naval en el territorio de la Argentina. Pero la lista es larga y continúa, pues en el caso de que los bandeirantes hubieran obtenido la victoria –prosigue Venturini- “el proceso de la evangelización que los padres de la Compañía de Jesús venían consolidando corría serio riesgo de desaparecer”.
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Es que de haber cruzado el río Uruguay, los bandeirantes hubieran destruido las reducciones aún existentes sobre la margen derecha, algo que podría haber significado el final de las misiones en la Provincia Jesuítica del Paraguay, por ende, la victoria, se transformó entonces en un gran himno a la supervivencia.
De vida o muerte
“Mbororé surgió, entonces, como la batalla de la vida o la muerte para las Misiones, y los guaraníes fueron preparados para la misma como la disputa entre el bien y el mal, entre Dios y el diablo”, afirma Venturini en el libro.
Otra de las curiosidades de esta batalla, debido al tenor de la misma, es el propio rol que jugaron los jesuitas, quienes, si bien no la calificaron de “Guerra Santa”, sí la entendían como “justa”.
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Debido a esto, la batalla fue orientada estratégicamente por exmilitares que integraban la Compañía de Jesús. Entre ellos, recuerda el autor, los hermanos Juan Cárdenas, Antonio Bernal y Domingo Torres, quienes actuaban bajo el comando general del Padre Pedro Romero, “sacerdote de reconocida capacidad militar”.
El combate duró tres días y los bandeirantes resultaron vencidos completamente, muchos de los cuales huyeron a la selva. Gracias a esa batalla se cerró un ciclo de la historia misionera y permitió la apertura de otro: “la consolidación territorial de las Misiones Jesuíticas”, tal cual afirma de forma contundente Venturini.
Actualmente, en el lugar de los hechos, sobre la margen derecha del río Uruguay, se puede avizorar una placa con la siguiente inscripción:
“Peñasco de Mbororé”
Fue el mundo testimonio del valor desprendido de los jesuitas y guaraníes que, un 11 de marzo de 1641, defendieron con sus vidas estas tierras y detuvieron total y definitivamente el avance de los bandeirantes portugueses, marcando con su triunfo el río Uruguay como límite de lo que hoy es la República Argentina”.
Con información en base a un extracto de Venturini, Sergio (2011). Indio Guaraní. En la selva, en las Misiones, hoy, Durazno-Montevido, Uruguay: Tierradentro. Artículo actualizado marzo de 2021.
Cinco huellas indelebles de los jesuitas en Sudamérica (imágenes, click en galería):