El autor de “El nombre de La Rosa” fue activista católico. En esta entrevista con Vittorio Messori explicaba los motivos por los que abandonó la fe
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Umberto Eco, filósofo y escritor italiano y dirigente de Acción Católica hasta que perdió la fe, explicaba su apostasía a Vittorio Messori. Fue un reconocido ateo, siempre interesado en la religión. Messori le entrevistó en 1982 para las páginas del mensual Jesus.
Famiglia Cristiana volvió a publicar, hace poco tiempo, ese interesante “tira y afloja” entre el escritor-periodista y el escritor-filósofo autor de la novela “El nombre de la rosa”, que justo estos días ha sido llevado en formato serie a la TV pública italiana RaiUno.
Eco, ex dirigente nacional de Acción Católica, devoto de comunión diaria, que eligió a santo Tomás para su tesis doctoral, pensando en defender la fe y no en conquistar una cátedra, perdió posteriormente la fe, y esta pérdida es el argumento del libro “El nombre de la rosa”.
Ockham y Santo Tomás
“La absoluta omnipotencia de Dios: esta es la tesis central de EI nombre de la rosa – esplica el filósofo escritor – Aquí está, paradójicamente, la raíz del ateísmo: un Dios que puede llegar hasta a violar el principio de no contradicción, a hacer que lo que sucedió no hubiese sucedido, acaba por estallar en el Caos, en el panteísmo; en una palabra, en el nihilismo. A diferencia de Tomás de Aquino, Ockham (el protagonista, Guillermo de Baskerville, se inspira en él, ndr) quita a Dios todo límite: con esto se disuelve no sólo la escolástica, sino la posibilidad misma de un Dios conocible, racional”.
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Rebate Messori: “Si, si: los típicos juegos verbales del filósofo, que no se pueden verificar; ¿quién nos asegura que la hipótesis sobre Dios de Ockham según Eco sea más real que la de Tomás según los tomistas? Vayamos más bien a lo concreto: la apuesta a favor de Dios y contra Dios nace de la vivencia existencial, nunca desde una argumentación teórica. Recientemente, Eco ha hablado de su ‘meditada apostasía'”.
El escritor replica que no cree “en la vuelta de Cristo, en la Parusía”, y que son dos los argumentos que sostienen su apostasía.
La Pax Romana
El primero: al elegir que naciera su Hijo en el área mediterránea durante la Pax Romana, Dios habría hecho una elección “etnocéntrica”, a favor de una raza, de un pueblo, de una cultura; habría considerado “el modelo cultural occidental como el mejor posible”.
Responde Messori: “Es fácil objetar que, si la Encarnación tenía que producirse, en algún sitio tendría que darse. Y que es difícil considerar “occidental” la cultura de Israel: más bien, bajo su impacto típicamente oriental, Occidente se transforma hasta identificarse con categorías que (aunque helenizadas), en realidad vienen de Oriente. Si queremos seguir por ese camino, además, una ojeada al atlas nos mostraría que Israel es el punto de encuentro y crisol entre los tres continentes decisivos para la historia humana: Asia, Europa, Africa”.
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Segunda tesis: la Redención
El segundo argumento de Eco es la Redención. ¿Por qué, se pregunta el filósofo, si el mal del mundo es tan grave, el Liberador llega después de tantos milenios de historia? Si tantas generaciones nacieron y murieron sin redención, ¿”no quiere decir acaso que el pecado a los ojos de Dios no es tan grave, que Jesús es el que tenía que redimir de la varicela?”.
Tampoco aquí, observa Messori, “sería difícil oponer el argumento cristiano de la ‘pedagogía’ divina. Para la fe, el Mesías no es un agente de las Fuerzas Especiales, de los Marines, un paracaidista que aparece de repente: entrar en la historia significa respetar sus ritmos, asumir su larga paciencia”.
“Se ha interrumpido un circuito eléctrico”
“Perder la fe”, prosigue Eco, “es la interrupción de un circuito eléctrico. Es verdad: el aspecto racional no basta para explicar mi historia; pero tampoco es suficiente el aspecto biográfico. Otros que han tenido mis circunstancias, han conservado la fe”.
Descubriéndose – en algunos momentos – en su humanidad, habla de la “tragedia de la apuesta por la inexistencia de Dios”. “Quien razona si tiene que producir mucho más amor que un creyente para justificar su vida y su muerte”.
“Si por casualidad Cristo-juez existe de verdad y quiere montarme un proceso – responde a Messori el autor de “El nombre de la rosa” – le diré más o menos lo que le estoy diciendo a usted: he razonado así y así y llegué a la conclusión que no eras tu el que nos esperaba. Creo que de esta manera podríamos llegara un acuerdo. Si no es razonable, si es un Dios cruel y vengativo que quizás ya ha decidido por anticipado mi destino, entonces no quiero tener nada que ver con Él. Que me mande al infierno, donde al menos hay buena gente. Pero si existe en Dios, es el Dios de santo Tomás, y con Él se puede razonar. Hemos estudiado los mismos libros”.