Los sueños forman parte de la vida de los adultos y ayudan a superarse.
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La ilusión, tal como aparece en los diccionarios, es una percepción o interpretación errónea de un estímulo real externo. En el desierto o en la carretera nos parece ver un oasis o un charco de agua, respectivamente, por efecto de la reverberación del sol en la superficie terrestre.
De ahí hemos pasado a llamar ilusiones a eso sueños que uno tiene en mente y que ya de entrada sabe que no se cumplen. Son ilusiones pensar que ganaré una medalla olímpica si a los 72 años empiezo a practicar “running”; o el conductor del autobús se ha enamorado de mí sencillamente porque me ha dado los buenos días.
Según el temperamento y la edad, uno puede hacerse muchas películas, sobre todo cuando está especialmente sensible por alguna razón. Por eso el lenguaje está lleno de frases que describen esas fantasías: vivir en el mundo de yupi, hacerse un mundo, flotar, soñar despierto, vivir otras vidas…
Pero el lenguaje es vivo y en español no siempre que hablamos de ilusiones nos referimos a algo imposible de alcanzar.
Cómo las forjamos
Las ilusiones son fruto de la imaginación, ese sentido interno que poseemos las personas, pero al forjarlas intervienen nuestra inteligencia y nuestra voluntad. ¿Qué quiero? Y nuestra memoria presenta propuestas de recuerdos, mezcladas con ideas que hemos captado en el entorno (libros, conversaciones, conciertos, programa de radio o tv…). Agitará la mezcla y extraerá un batido para el futuro. A eso le añade la intensidad con que buscará que se cumpla: la voluntad va a ser quien ponga una marcha u otra.
Las ilusiones pueden ser a veces “realistas” si sabemos que va a ser fácil que se cumplan, o “utópicas” si ya partimos de la base de que nunca se van a cumplir.
¿Qué ilusiones tenemos? Ordinariamente forman círculos concéntricos. Por ejemplo:
- En torno a nuestra vida exterior: poseer algo de mayor categoría que lo que tenemos hoy, por ejemplo, un coche mejor. Los regalos son una ilusión.
- En torno a nuestra vida más íntima: soñar con encontrar el amor de mi vida, la felicidad lograda…
¿Es infantil tener ilusiones cuando uno es mayor? Ilusiones como pensar en que vamos a ser abuelos con nietos felices, o como disponer de una casa mejor donde tengamos espacio para nuestras aficiones y esté en un lugar ideal para descansar y estar en contacto con la naturaleza… Son signo de que crecemos por dentro, evolucionamos y orientamos nuestra vida hacia proyectos positivos.
Las ilusiones nos estimulan
Hay personas de tendencia ceniza que creen que cualquier ilusión o sueño que uno tiene en la vida es pura fantasía que nos aparta de la realidad. Creen que es mejor matar cualquier ilusión. Todo lo contrario. Una ilusión, bien forjada y modelada, nos ayuda a tomarnos la realidad más “en serio”. Por ejemplo, si sueño con un vehículo mejor o con hacer un viaje de vacaciones caro, eso me estimulará a trabajar con más ahínco para ganar el dinero que me hace falta. Pero si sueño en que ese dinero es para curar a mi hijo de una enfermedad, aceleraré más en mi afán por lograrlo.
Las ilusiones nos mantienen vivos, agitan nuestros huesos, nos mueven a dar pasos. Porque, en definitiva, las ilusiones responden a motivaciones y son la expresión de nuestros deseos.
¿Es positivo tener ilusiones? Sí, por muchas razones.
- Ayudan a lograr la mejor versión de nosotros mismos. Incluso a madurar al esforzarnos por conseguir algo.
2. Nos hace estar en la realidad de las cosas: hasta aquí es lo que he logrado, a partir de aquí es lo que pretendo.
3. Nos hace contar con los demás. Muchas ilusiones son retos que requieren de la ayuda de otros para conseguirlo.
4. Nos equilibra. Al hablar de las ilusiones, otros opinarán sobre qué camino tomar y nos ayudarán a pisar la realidad.
5. Nos hace creer en un mundo mejor. Las ilusiones son signo de esperanza. Cada uno de nosotros contribuimos a mejorar la sociedad.
6. Nos levantan en los momentos duros, cuando el sueño que perseguimos ofrece una cuesta arriba.
7. Nos aparta de la negatividad y de pensar que todo sale mal y es un fracaso. Las malas experiencias quedan atrás.
8. En mis ilusiones pongo los afectos y ordeno mis prioridades: mi familia, mi pareja, mi trabajo, el deporte…
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