Añade 10 esculturas procedentes del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, que se relacionan con pinturas de la colección permanente.
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El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, de Madrid, acaba de inaugurar una “exposición” con un planteamiento distinto del tradicional: se trata de un montaje especial. En vez de proponer la visita a una nueva sala, ha incorporado a su recorrido histórico 10 esculturas de arte religioso (casi todas), colocadas en puntos que las relacionan con obras de la colección permanente, o bien por la temática o bien por el período en que fueron hechas.
“Realidad y devoción” permite recordar una vez más los tesoros de arte religioso que posee el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, que merece una visita. Para aproximarse a él, las 10 piezas que han recalado en el Thyssen de Madrid son una muestra de su altísimo nivel.
Por ejemplo, a una pintura de “San Marcos”, de Gabriel Mälesskircher, se le une ahora la soberbia talla de “San Marcos” (1501-1525) atribuida a Felipe Bigarny, en la que se ve al evangelista (en madera policromada) dispuesto a escribir el evangelio con un atril y cerca de un león (la representación animal que le caracteriza).
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Del mismo modo, el visitante encuentra dos imágenes de San Juan Bautista niño, una en la pintura de la Thyssen, firmada por Joss van Cleve, y otra en la pequeña escultura (“San Juanito”) de Alonso Cano que se hizo popular en la Sevilla del siglo XVI.
La capacidad del barroco para dar sensación de realidad a los gestos humanos queda reflejada en la pintura de “La Virgen y el Niño con Santa Rosa de Viterbo” y en la escultura de “San Antonio de Padua”. En ambas el Niño Jesús adquiere un movimiento que llama a la piedad.
Entre las otras piezas, se encuentran un busto de “Carlos V” (escultura no religiosa, en este caso) y una “Sagrada Familia con el Niño”, de Gabriel Joly, hecha en madera y especialmente bella.
Estas piezas “visitantes” estarán en el Thyssen hasta el próximo 16 de junio.
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