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Por qué ser un “consumidor consciente” es más fácil de lo que se piensa

REUSABLE BAGS
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Michael Rennier - publicado el 31/03/19
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Vivir con más responsabilidad no tiene por qué ser complicado

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¿Has dejado ya de usar pajitas de plástico? Están diciendo que destruyen el el medio ambiente. Incluso en mi caso, que en mi familia usamos pajitas de acero inoxidable lavables desde hace tiempo, me pregunto si estas campañas realmente convencen a las personas para convertirse en consumidores conscientes.

En los últimos anos, estoy prestando mucha atención al tema. Ser un consumidor consciente significa buscar produtos ecológicamente correctos que promuevan a los pequeños negocios y ofrezcan un salario digno a las personas que los producen. La idea es que, cada vez que gastamos dinero, estamos eligiendo en qué tipo de mundo queremos vivir. Pero esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

Empecemos por los aspectos positivos del consumo consciente. Primero, promueve más concienciación y consideración por los demás. Nos plantea preguntas difíciles sobre el impacto que nuestras elecciones tienen en el medio ambiente y en las condiciones de vida de otras personas. Si un número suficiente de personas usaran bien su conciencia a la hora de comprar productos, las empresas que abusan del medio ambiente y de los trabajadores se verían obligadas a cambiar su modelo de negocio.

En segundo lugar, comprar con más criterio generalmente lleva a la adquisición de productos de más calidad. No contentarse con artículos mal hechos y baratos que son producidos en masa por trabajadores mal pagados significa, en definitiva, optar por una calidad mejor.

Finalmente, aunque no tenga recompensas inmediatas, el consumo consciente es un intento de convertir el mundo en un lugar mejor, y esa debería ser la recompensa.

Primero, el consumo consciente es más caro, y esto no siempre es viable para un presupuesto familiar.

En segundo lugar, al elegir entre diferentes productos y empresas, no siempre hay buenas opciones. La mayoría de las empresas tendrá algunas prácticas que serán preocupantes, sea en el ámbito laboral, en el impacto ambiental o en la implicación política.

Los productos en sí tampoco son perfectos. Por ejemplo, hubo un tiempo en que se recomendaba usar bolsas de plástico y dejar de usar las de papel para evitar la deforestación. Ahora tenemos que usar las de papel y dejar de usar las de plástico. Ambas tienen desventajas. Está claro que deberíamos sólo tener bolsas de tela reutilizabas, pero mi punto de vista es que pocas de nuestras elecciones son “perfectas” como consumidores.

Finalmente, están las modas, y yo me preocupo de seguirlas, porque es una manera fácil de acallar mi conciencia. Es difícil aplicar consistentemente el consumo consciente. Es una buena idea, en teoría, pero no siempre funciona en la práctica.

A menos que pensemos de forma diferente sobre nuestros hábitos de compra. Si ajustamos ligeramente nuestra perspectiva, entonces el consumo consciente se vuelve mucho más sencillo.

Para mí, la gran revelación vino una vez que tiraba la basura. Me di cuenta de que da igual que use bolsas de papel o de plástico, todas acaban en la basura. Y no importa si la ropa que compré venía de una fuente ética, aún así acabé comprando ropa que no necesitaba. El gran problema es que seguimos comprando y descartando un montón de cosas.

Otra parte del problema que veo cuando miro el cubo de basura, es que muchos productos que compramos tienen marcas de grandes corporaciones. Las grandes corporaciones no son necesariamente malas, pero su modelo de negocio puede ser oscuro, y sus líneas de abastecimiento requieren enormes recursos. En pocas palabras, cambiar de marca y seguir consumiendo no siempre resuelve el problema.

Así que el cambio que hicimos en mi familia fue sencillo: empezamos a consumir menos. No hicimos votos de pobreza ni nos volvimos anti-materialistas – y yo aún tengo que tirar la basura, pero es verdad que ahora tiro menos basura.

Intenta comprar un artículo menos por mes. Vé menos veces de compras. Evita el fast food y come en casa con platos de verdad. Que tu smartphone dure seis meses más antes de comprarte uno nuevo. Apaga las luces cuando sales de una habitación. Si hiciésemos esas cosas sencillas y pequeñas, tendrían grandes efectos.

El consumo consciente es una elección personal. Nadie puede hacerla por nosotros. La solución no es política, no culpa al otro y no espera que una nueva institución lo haga por nosotros.

Para nuestra familia, el efecto de consumir menos fue positivo. Ahorramos algún dinero, vivimos con más responsabilidad y estamos aprendiendo a no apegarnos tanto a nuestros patrones de consumo.

Quizás lo estás haciendo ya mejor que nosotros, o quizás es un tema que no te interesa especialmente. Cada uno toma sus propias decisiones. Todo lo que quiero decir es que puede ser mucho más sencillo de lo que pensamos.

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