El problema no es sentir rabia, sino dejar que este sentimiento te domine
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Las emociones se clasifican a partir de varias intensidades y orígenes, que pueden ser primarias, secundarias y terciarias. La rabia es una de las emociones más básicas y simples, presente en cualquier ser humano, y se encuentra en la categoría de las emociones primarias. Aún siendo una emoción básica y presente en todos nosotros, es importante comprender que, como seres humanos, estamos dotados de mecanismos neurológicos capaces de asumir el control de esta rabia.
Muchas personas se sienten incómodas y culpables por sentir rabia; sin embargo, no debemos culparnos por ello, pues es una situación que sucede a todas las personas. Será un problema cuando la intensidad y las acciones que desencadene la rabia se conviertan en un obstáculo en nuestras relaciones diarias.
La rabia se manifiesta frente a un evento que es capaz de desencadenarla, o sea, un pensamiento, que evalúa una situación y hace una interpretación de ese hecho, entendiéndolo como una provocación, y desencadenando ese comportamiento. El cuerpo empieza a sentir sensaciones desagradables.
Mecanismos de la rabia
Entonces, si pudiésemos resumir cómo se da el mecanismo de la rabia, funciona así:
– hay una interpretación del hecho como una provocación;
– el funcionamiento del cuerpo sufre cambios: tensión, ansiedad, respiración entrecortada, corazón acelerado, músculos tensos;
– la rabia se expresa “hacia fuera” con palabras, gestos etc. o “hacia adentro” con agitación, dolores etc.
Aprende a reconocerla
Para comprenderla y lidiar con ella, es importante reconocer algunos pasos:
– Reconoce la rabia y las situaciones que la generan;
– Intenta cambiar la interpretación del hecho, o sea, comprender que no todo es una provocación, y por más que cueste, puedes ver las situaciones de otra forma. Cuantos más sentimientos de rencor ponemos en la situación, peor nos sentiremos, más rabia tendremos. Así empieza un círculo continuo de retroalimentación;
– Las reacciones físicas, generalmente, se producen al final de la situación, por tanto, si estás, por ejemplo, con mucha rabia y necesitas hablar con alguien, no lo hagas en ese momento, sino espera a calmarte;
– Dominarla al principio es más fácil que permitir ser dominado por ella;
– Al percibir todas las señales físicas y emocionales de la rabia, para, respira lentamente, y eso te ayudará a bajar tu tensión cardíaca. Evita tomar decisiones o hablar sobre el tema en esos momentos, pues seguramente serán las emociones las que tomen el control y podrías perjudicar tus relaciones y aumentar el malestar emocional;
– Evalúa tus actos, tu forma de actuar con el otro, intenta mirar más allá en la situación y no solo lo que te hizo irritar;
– Percibe también si “irritarte” es un patrón de comportamiento y emoción constante en tu vida. ¿Tienes siempre reacciones irritadas, llenas de rabia? Muchas veces, aprendemos a relacionarnos así en la vida. Otras veces, la irritabilidad unida a la rabia puede ser indicador de una cuestión de salud más compleja. Vale la pena detenerse a analizarlo.
En este sentido, el problema no es sentir rabia, sino dejar que ese estado se enquista en tu vida. El problema es cuando hasta las cosas sencillas nos hacen irritar y nuestra vida se transforma en una explosión continua de rabia. Al obligarnos a analizar racionalmente las situaciones, mejoramos nuestro autoconocimiento y, con ello, evitamos situaciones de estrés y de desgaste con uno mismo y con los demás.
Por Elaine Ribeiro dos Santos, via Canção Nova