La Iglesia Católica es un oasis en medio del caos que impera en la segunda entidad más importante de la nación sudamericana. El calor, la sed y la oscuridad se suman a la angustia de una población que pide luz y justicia divina
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Esta Semana Santa será diferente en Zulia, el segundo estado en importancia de Venezuela, debido a la casi total paralización de la alguna vez rica entidad petrolera, según constató el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana(CEV), monseñor José Luis Azuaje en conversación exclusiva con Aleteia.
El también presidente de Cáritas América Latina y el Caribe explicó que ninguna de las actividades religiosas se realizará después de las siete de la noche, “porque el Gobierno mantiene sin luz a la región, y permanecemos en zozobra sin saber cuándo habrá y cuándo la van a quitar”.
Es también una medida de “protección de los fieles, pues se han vuelto comunes los ‘escuadrones’ que roban y matan en la entidad”, dijo el prelado, quien agregó que pide a Dios que “tomemos conciencia del particular momento que estamos viviendo en Venezuela y trabajemos en consecuencia para salir adelante”.
Ingreso de ayuda humanitaria
Consultado con respecto a la entrada al país de un primer envío de ayuda humanitaria a través de la Cruz Roja Internacional, estimó prudente esperar a las reuniones que tienen previsto realizar después de la Semana Mayor, pues “Cáritas tiene sus protocolos y forma de actuación”.
Sostuvo que no se conocen detalles sobre aspectos logísticos, pero coincidió con la visión del Administrador Apostólico de Caracas, el cardenal Baltazar Porras, quien en la víspera celebró la entrada del lote de insumos y equipos médicos a la nación, a favor de los venezolanos más vulnerables; así como de hospitales y centros de salud del país.
El también arzobispo de Mérida dijo que la necesidad de la ayuda humanitaria “no se puede negar” y destacó la importancia de “hacer estos gestos, donde está por delante la salud y la vida de la inmensa mayoría de los venezolanos”.
Por su parte, el presidente de la Cruz Roja Venezolana, Mario Villarroel, les pidió a todos, “sin excepción, que no permitan la politización de este gran logro”, pues “nuestro mandato es ayudar a salvar vidas”. Detalló que “se trata de suministros médicos, plantas eléctricas y medicinas que serán distribuidas” en los estados.
Mientras que los obispos Azuaje y Porras invitaron a la feligresía a aprovechar el tiempo de especial oración de la Semana Santa para impulsar los más sanos valores, y alimentar la esperanza no en la muerte y el dolor sino en la posterior resurrección de Nuestro Señor. Es importante que “Cristo resucite en nosotros”, reiteró Mons. Azuaje.
Zulia está paralizada
Tras la serie de apagones que detuvieron el país en marzo, el 75% del parque industrial y comercial del Zulia se mantiene paralizado, de acuerdo con los reportes de la cámara empresarial de la entidad.
La región con cuatro millones de habitantes sucumbe al calor, la basura que se acumula en las esquinas y las colas de personas que se desplazan hasta las nacientes de agua para aprovisionarse del vital líquido; aunque tristemente se trata, en la mayoría, de material no apto para el consumo, porque está contaminado.
Recién el lunes, la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio (Fedecámaras) del Zulia se declaró en emergencia, pues los racionamientos eléctricos a los que es sometida la población los mantiene en el mejor de los casos con apenas 4 a 6 horas de electricidad diarios.
“La situación es muy cruel”
Más que difícil y compleja, “la situación es muy cruel”, según narra el arzobispo José Luis Azuaje. La segunda arquidiócesis más importante de Venezuela es en realidad nueva para el prelado, el “peso pesado” que asumió la grey zuliana a finales de julio del año 2018 por encargo del Papa Francisco.
Nativo de Trujillo, la tierra del más querido médico de Venezuela, el Dr. José Gregorio Hernández, ha tenido que echar mano de sus 34 años de sacerdocio y 19 como obispo, así como abrazarse a la Patrona, Chinita de Maracaibo, para superar las dificultades en la “tierra del sol amada”.
En las últimos meses, la región ha sido centro de los saqueos y una violencia inusitada que aprovecha la oscuridad para terminar de convertir a la entidad en un caos. De acuerdo con los reportes de la cámara de empresarios, se han perdido al menos 2.000 empleos, y otros 8.000 están en riesgo.
La situación de falla permanente de los servicios más básicos, como luz y agua, se suma a la inexistencia de gasolina, una paradoja para los habitantes de unas tierras que flotan en petróleo. Algo que además ocurre en una nación que hace apenas un lustro producía tres millones de barriles de crudo al día y que hoy no alcanza los 700 mil.
Poblaciones indígenas
Zulia es también la zona que presenta los más altos índices de desnutrición y mortalidad infantil de todo el país, y cuna de las cada vez más vulnerables comunidades indígenas yukpas, wayúu y barí, en cuyas poblaciones hacen estragos la malaria – paludismo, amén de otras enfermedades hasta hace poco inexistentes en la nación.
Es zona de frontera terrestre, que hasta hace apenas una década figuraba entre las más dinámicas de toda América Latina, pero hoy siguen cerradas y literalmente aisladas de Colombia, una población hermana por la cual fluye sangre de los dos países.
En este marco, la Iglesia Católica intensifica una labor silenciosa sin descanso, con una red de voluntariado infinita que hace esfuerzos por salvar vidas en maratónicas jornadas que van a contrarreloj.
Desde Cáritas, se escucha el permanente clamor a Dios de que el domingo de Resurrección que se avecina llegue con la Luz que viene de lo alto para que ilumine a quienes hoy viven en tinieblas y en sombra de muerte. De rodillas, con fe y devoción, ¡Piden justicia divina!
