Probablemente el más grande de los poetas australianos
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El pasado 29 de abril murió en Taree, Australia, uno de los poetas mayores de lengua inglesa en el siglo XX y lo que va del XXI; probablemente el más grande de los poetas australianos: Leslie Allan Murray, conocido por todos sus lectores y amigos como Les Murray.
Traducido a más de diez idiomas y candidato al Premio Nobel de Literatura, Murray se convirtió al catolicismo en 1964, a la edad de 26 años (nació el 17 de octubre de 1938, en Nabiac, Nueva Gales del Sur, Australia), y fue ganador, entre otros, del prestigioso premio T.S. Eliot en 1996.
“Su poesía es notable por su energía y por la delimitada fecundidad isabelina de sus imágenes. Al igual que los poetas del siglo XVII, a menudo es intelectualmente exigente, mientras que nunca renuncia a su pretensión de ser popular”, escribió su biógrafo Peter Alexander.
Karl Schmude en Catholic Weekly dice que su reciente muerte ha sido ampliamente lamentada, “sin embargo, pocos obituarios han destacado una parte crucial de su vida y de su carácter: que era un poeta profundamente religioso y sacramental”.
Su último libro de poemas “Waiting for the past” (“Esperando el pasado”), se publicó en marzo y abril de 2015 (Carcanet and Black Inc.). Clive James dijo que la colección de poemas de un Les Murray mayor estaba “llena de su alegría característica de hacer las cosas. Incluso cuando escribe sobre la tragedia y el sufrimiento, no puede reprimir la emoción de hacer el milagro a mano”.
Según cuenta Schumde el instinto poético de Murray “estaba profundamente arraigado en su alma”. Y su conversión al catolicismo fue producto de la mezcla de fe y humor que encontró en mucho católicos y, por el otro lado, aceptar, sin complicaciones, la realidad de la presencia de Cristo en la Eucaristía.
En “Los muchachos que robaron el funeral” (1980), una novela escrita en verso describió la Eucaristía como el “alimento que resuelve el mundo”. En esa misma novela-poema Murray declara que “El verdadero Dios ha dado su carne y sangre. Los ídolos te exigen la tuya”.
Interrogado por sus críticos y por sus amigos sobre su conversión, no dudaba en apuntar a su esposa Valerie Morelli, una católica de ascendencia húngaro-suiza quien emigró a Australia siendo niña. Para Les Murray “la pura devoción de una esposa amorosa” fue el factor más significativo de abrazar el catolicismo.
Valerie y Les Murray estuvieron casados por 57 años y tuvieron cinco hijos. La familia de Valerie influyó fuertemente en Les, al grado tal que sus libros los dedicó “a la gloria de Dios”.
Considerado como un “enemigo de la corrección política”, Murray publicó treinta volúmenes de poesía durante una carrera que abarcó muchas décadas. Al morir contaba con 80 años de edad.
Jane Sullivan en The Sidney Morning Herald del 10 de mayo exclamó, refiriéndose a la muerte de Murray: “Qué visionario hemos perdido”. Un visionario de granja, del campo, de la naturaleza. Un visionario que de pronto captó que “las cosas más mundanas son santas”.
He aquí una muestra de su poesía y su espiritualidad:
POESÍA Y RELIGIÓN
Las religiones son poemas. Hacen confluir
nuestra vigilia y nuestros sueños, nuestras emociones,
instintos, nuestros gestos innatos, nuestro aliento
en el único todo concebible: la poesía.
Nada de lo dicho fue soñado más allá de las palabras
y nada es verdadero hasta que no figura en ellas.
Un poema, al lado de una religión organizada,
es como la breve noche de bodas de un soldado,
por la que ha de vivir y de morir. Pero esta es una pobre religión.
La plena religión es el poema largo que amorosamente se repite:
como cualquier poema, ha de ser completo, inagotable,
con giros que nos hagan preguntarnos ¿por qué hizo esto el poeta?
No se puede rezar una mentira, dijo Huckleberry Finn:
no se puede poetizar con otra. Es el mismo espejo:
mudable, oblicuo, que llamamos poesía,
y que una vez centrado, llamamos religión,
y dios es la poesía atrapada en cualquier religión,
atrapada, no presa: atrapada como en un espejo
que él atrae, siendo en el mundo lo que la poesía
es al poema, una ley contra su clausura.
Siempre habrá religión en torno mientras haya poesía
o mientras falte. Ambas son un don, e intermitentes,
como el vuelo de esos pájaros –palomas moñudas, rosellas multicolor-
que cierran las alas, las baten, y las cierran de nuevo.
Les Murray
(Traducción de Abraham Gragera en http://faustomarcelo.blogspot.com/)