La lección: “Se puede perder todo. Se puede empezar de nuevo. Solo si eres otra”.
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Por estos días, tanto en Venezuela como en otros países de la región, se celebró el Día de Las Madres. Muchas, más bien demasiadas para un país cuya tradición es acoger en lugar de emigrar, viven este día pegadas del teléfono, confiando en que el internet no falle.
Sus hijos están lejos o son ellas las que se han marchado en busca de horizontes que les permitan enviar “ayuda” a casa. Así se llaman las remesas de las que vive un exagerado porcentaje del país. Es la primera experiencia de importantes contingentes de venezolanos eso de salir con una maleta sin pasaje de retorno. Como también, la primera incursión editorial de una venezolana, que se ha convertido en un resonante éxito desde la primera frase del libro: “Se puede perder todo. Se puede empezar de nuevo. Solo si eres otra”.
Sobre la autora
“La Hija de la Española” surge de la pluma y las vivencias de Karina Sainz Borgo, una periodista cultural venezolana afincada en España desde hace más de una década. Allí relata las crueles disyuntivas y paradojas en las que se ve envuelta la protagonista, un retrato crudo de la Venezuela del siglo XXI. Caracas, el escenario donde los personajes viven un cataclismo social.
La historia retrata a una mujer acobardada y valiente en un país mestizo y extraño, acogedor con quienes llegaron buscando el fin del mundo pero convertido, con los años, en un escenario terrible. Bien podría ser la historia de tanto inmigrante venezolano, hoy en fuga por causa de una guerra no declarada, llegados a tierras donde una vez nacieron padres o abuelos, esperando la misma solidaria acogida que su patria ofreció a los ancestros. Tal vez, con bemoles, puede ser su propia historia, la de Karina Sainz Borgo. A cualquier venezolano le sonará familiar algún pasaje del relato o bien se verá reflejado allí, sin quitar ni poner una coma.
La historia
Adelaida Falcón, una maestra caraqueña, fallece tras una larga enfermedad. Su hija Adelaida, de treinta y ocho años, no tiene a nadie y vive en una ciudad donde la violencia marca el ritmo diario de la existencia.
Con 38 años, lecciones vitales aprendidas de su madre y la amargura desencadenada por la impotencia frente a la barbarie, siente que su mundo se desmorona en medio de una ciudad tomada por una violencia incontenible. Con tal estado de ánimo regresa a su casa y se encuentra ante una situación inaudita: la han invadido quienes obtienen provecho de esa revolución que permite saquear y arrasar sin control.
Descorazonada, busca refugio en la puerta de al lado, la de Aurora Peralta, a quien en el vecindario conocen como “la hija de la española”, y la halla muerta, y a su lado, como una trágica ironía que marcará el porvenir de esta historia, una carta comunicándole la concesión del pasaporte español. ¿Cómo no pensar en usurpar su identidad y acariciar la posibilidad de servirse de su historia para dejar ese infierno? ¿Por dónde empezar a construir la mentira? ¿Y cómo esquivar los obstáculos físicos y morales con los que debe lidiar desde entonces?
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Lecciones
Alguien recordó entre los comentarios que circulan sobre “La Hija de La Española”: “Sobrevivir es parte del horror que viaja con quien escapa”. Amazon la categoriza como “un fenómeno sin precedentes en la literatura en español”. Desde el testimonio de los lectores hay una común apreciación: “Es sorprendente y desgarrador”.
Se trata de una novela individualista sobre el efecto de un régimen desplomándose. Y remata la crónica del diario El Espectador (Colombia): “Todo lo que hace que se desplome, sin embargo, no está en el libro. Hay que imaginárselo. O informarse. Como en este lado de la realidad”.